Capítulo 162. - El asaltante

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"Guau, ¡tu mano es tan suave! ¿Cuántos años tienes?", luego de acariciar la piel de Janet, el hombre le olió descaradamente los dedos.

"Hazme el favor de retirarte", dijo ella, entrando en pánico al no poder alejarlo.

Entonces quiso cerrar la puerta, pero no pudo hacerlo porque el extraño ya se había metido a la casa.

Al percatarse de que la joven estaba nerviosa, el hombre curvó sus labios en una sonrisa malévola. "Sí, ya sé que tienes miedo. Pero no te preocupes, he conocido a muchas de tus colegas, ¡hay bastantes chicas trabajadoras en el vecindario!", sin dejar de sonreír, él continuó hablando: "El edificio frente a este está lleno de muchachas que son amantes de hombres millonarios. Así que dime, ¿Cuál es tu precio? ¿Qué te parece si tenemos una linda charla al respecto?".

"¿Acaso estás loco? ¡Yo soy una mujer casada! ¡Cuando mi esposo regrese, definitivamente te va a dar una paliza por molestarme!", gritó Janet, poniéndose roja de rabia.

¿Por qué había tenido que ocurrirle esto justo cuando Ethan no estaba en casa?

Con su corazón latiendo a mil por hora, la joven no pudo evitar recordar al conductor que Fiona había contratado aquella vez. Él también la había mirado con ojos lujuriosos como si fuera un producto barato que podía comprar con dinero e incluso había querido abusar de ella.

"¿Por qué te pones así? ¿Te sientes avergonzada?", el hombre preguntó con una sonrisa obscena, encantado de ver que Janet era una mujer ingenua. La chica era tan distinta a todas las mujeres que había conocido que su deseo de acostarse con ella se disparó en un instante.

Incapaz de controlarse más, él se abalanzó sobre Janet.

"¡No te atrevas a ponerme una mano encima!", con eso, ella alcanzó uno de sus zapatos de tacón y se lo arrojó.

Como resultado, el hombre se cubrió la cara y se quejó: "¡Maldición! ¡Perra! ¿Cómo te atreves a pegarme?".

Aprovechando que él estaba distraido, la joven corrió a su habitación, cerró la puerta, se apoyó en ella y respiró agitadamente.

Embravecido, el maleante se recuperó y empezó a golpear la puerta maldiciendo una y otra vez.

"¡En cuanto abras, juro que te daré una lección que nunca olvidarás! ¿Cómo te atreves a golpearme, idiota? ¡Te voy a hacer pedazos!".

En cuanto lo escuchó, Janet tembló de la cabeza a los pies y se quedó paralizada sin saber qué hacer.

Mientras tanto, al ver que la puerta estaba cerrada con seguro, el hombre la forzó desde afuera.

Aterrada, la joven tragó saliva nerviosamente pensando que en cualquier momento sería su fin.

Entonces buscó su teléfono y quiso llamar a Ethan, pero por desgracia, lo había dejado en la sala de estar. Se había apresurado tanto en correr a su alcoba para salvarse que ni siquiera le pasó por la cabeza tomar el celular.

Pensando en protegerse, Janet echó un vistazo a su alrededor hasta que su mirada se posó en la lámpara de la mesita de noche, la cual desconectó y se llevó antes de huir al armario.

Al mismo tiempo, la manija de la puerta giraba frenéticamente y la cerradura estaba a punto de caer.

Apretando la lámpara con todas sus fuerzas, ella sintió claramente cómo le corría el sudor por la espalda, haciendo que su delgada blusa se le pegara a la piel.

De repente, un fuerte golpe retumbó desde el exterior y un rayo de luz de la sala inundó el dormitorio cuando la puerta se abrió de par en par.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora