Capítulo 59.- Rasguños

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Por la noche, Janet se puso los auriculares y se sentó en la silla sobre una de sus piernas dobladas, y empezó a trabajar en su diseño.

Sus elegantes dedos se movían con gracia mientras ella pintaba a gusto, dibujando trazos audaces y confiados. Dado que la ventana estaba abierta, la brisa de verano agitaba sus largos y sedosos cabellos.

En ese momento Ethan tocó la puerta, y su corazón casi se detuvo al ser testigo de la hermosa escena.

Janet lo miró, pero enseguida volteó para concentrarse en lo que hacía.

Él tomó ese gesto como una aprobación para entrar en la habitación, por lo cual lo hizo y cerró la puerta.

"Hablemos", dijo con sus ojos oscuros al tiempo que colocaba un vaso de leche humeante sobre la mesa y la miraba.

El dulce aroma de la bebida llenó el aire cerca de ellos enseguida.

De labios fruncidos, la mente de Janet era un desastre. "No tengo tiempo".

Dando un paso atrás, Ethan se sentó en el borde de la cama y pasó los dedos por la suave sábana. "Esperaré a que termines tu trabajo".

El aroma único de Janet llegó a sus sentidos cada vez que el viento la azotaba, por lo cual él sintió su boca secarse y su cuerpo calentarse en un instante. Una oleada de deseo lo alborotó.

A las once de la noche Janet por fin dejó de dibujar y le echó un vistazo a Ethan, quien la miraba fijamente.

Acto seguido, se puso de pie y recogió su tableta gráfica de la mesa. No obstante, en un segundo, la oscuridad la envolvió, pues el musculoso cuerpo de Ethan se había presionado contra el de ella. Poniendo sus manos a ambos lados de ella, la atrapó contra la mesa, y su cálido aliento soplaba contra su oreja.

"Ya terminaste con el trabajo. Ahora hablemos".

Janet sintió sus orejas calentarse en un segundo, y el corazón se le aceleró como si estuviera en una montaña rusa. "¿De qué quieres hablar?".

Poniendo sus brazos alrededor de ella, Ethan la atrajo en un fuerte abrazo, y su cabello quedó descansando sobre el hombro de ella, exudando un ligero aroma a menta. "¿Qué diablos quieres que haga para calmarte?".

Temblando, Janet comenzó a alternar su peso de un pie a otro mientras el aliento caliente de él le erizaba la piel. "¡Déjame, Ethan! Tengo que limpiar el escritorio", exigió ella al tiempo que se encogía.

Sin embargo, Ethan recordó a los héroes dominantes que había leído en los libros, y estos no dejaban de lado sus intereses amorosos en tales situaciones. Cuanto más luchaban sus contrapartes femeninas, más agresivos se volvían ellos.

Teniendo eso en cuenta, la abrazó con más fuerza y presionó más su cuerpo contra el de ella. Con su mano libre, la ayudó a poner la tableta en el bolso y le preguntó: "¿Por qué estás temblando? Yo te ayudaré a limpiar el escritorio".

"Suéltame primero y luego nos sentaremos cómodamente a hablar", dijo Janet, intentando zafarse de su agarre, tímida y asustada al mismo tiempo.

"Si te dejo ir, te escaparás y no hablarás conmigo", gruñó él, y poniéndole sus dedos debajo de la barbilla, le levantó la cabeza para hacer que lo mirara. "¡Chica traviesa!".

Ante eso, lo ojos de Janet se agrandaron.

Con un resoplido, Ethan le acarició suavemente los labios rosados. "¿Por qué sigues mirándome?".

Y sin más, se inclinó y le mordió el labio inferior. Un chillido involuntario salió de los labios de Janet, y antes de que pudiera reaccionar, Ethan la había levantado y arrojado sobre la cama.

Sin darle oportunidad de levantarse, le agarró los esbeltos tobillos, la atrajo hacia sí y se presionó contra ella. Janet soltó un quejido cuando él la besó con fuerza, sin mencionar que la barba incipiente de su mentón le arañaba un poco la cara. De pronto él le agarró la falda y se la subió de un solo movimiento hasta la cintura.

"¡Ethan!".

Él se sobresaltó cuando la escuchó, y en ese instante ella agitó la mano contra su rostro, dejándole tres arañazos en la piel.

Frotándose la frente lastimada, él la soltó, por lo que ella se retiró hasta la cabecera de la cama y cubrió su cuerpo con una colcha, dejando a la vista nada más que sus ojos enojados.

Ethan se aclaró la garganta y se apoyó en la cama. "Yo solo...".

Señalando la puerta, Janet gruñó: "¡Cállate! ¡No quiero verte! ¡Vete ahora mismo!".

Al ver que lo que hizo solo había encendido la ira en ella, Ethan no se atrevió a provocarla más, y tras respirar hondo, se fue, cerrando la puerta detrás de él.

Janet se cubrió la cara con la colcha, y todavía podía sentir sus mejillas arder.

Después de regresar a su habitación, Ethan inmediatamente arrojó los libros al suelo con una mirada asesina.

"¡Garrett! ¡Vas a pagar por esto!".

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora