Capítulo 13.- Un buen compañero

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La atención de Janet estaba enfocada fijamente en la computadora portátil mientras se metía a la boca el último trozo del sándwich. "Sí, pero no aprobé la entrevista", respondió al tiempo que escribía. "Ahora estoy echándoles un ojo a otras compañías".

Tras darle un pequeño mordisco al sándwich, Ethan lo dejó, y en silencio, revisó el currículum y portafolio de Janet. Ella se había destacado en sus estudios, había hecho varios diseños y había ganado algunos premios y reconocimientos. Si bien sus diseños de joyas y ropa parecían amateurs, seguían siendo mejores en comparación con los trabajos de sus compañeros de graduación.

Una novata con un talento excepcional como ese definitivamente se merecía un trabajo en el Grupo Larson.

"¿Y por qué no pasaste? ¿Los entrevistadores te dijeron la razón?", preguntó él mientras ponía el sándwich en el plato y se sentaba en el sofá con las piernas cruzadas. De hecho su rostro parecía frío y severo.

Al mirarlo, Janet se sintió extraña y no podía entender por qué él le estaba haciendo tantas preguntas.

Sin embargo, ahora eran una pareja casada, de modo que él tenía derecho a hacerlo para poder conocerla mejor.

"Tal vez solo fue un día de mala suerte para mí", dijo ella con un encogimiento de hombros. "Una de las entrevistadoras fue mi compañera de carrera, y por alguna razón, creo que me tiene algo de rencor. Tal vez por eso no quiso contratarme".

Entonces el rostro de Ethan se oscureció y sin decir nada más, asintió.

Él también estaba confundido acerca de por qué le estaba poniendo tanta atención.

Es decir, su fracaso o victoria no tenía nada que ver con él.

No obstante, él no sabía que el Departamento de Recursos Humanos del Grupo Larson tenía una empleada que podía rechazar a un talento por un rencor personal, y no podía tolerar la injusticia.

O eso fue lo que se dijo a sí mismo como justificación.

Janet revisó una docena de empresas y clasificó la información de la que tenía que visitar para una entrevista al día siguiente.

Después de eso, se estiró y miró a su alrededor.

La casa parecía pequeña, pero había muchas cosas amontonadas dentro. Las piezas decorativas de los estantes estaban todas apiladas, y varias revistas viejas y algunas macetas con rosas marchitas estaban en el alféizar de la ventana, además de unas piezas de exhibición y objetos esparcidos descuidadamente por todas partes.

Ella sabía que él debía de haberlos comprado justo antes de su boda.

Cabe destacar que el lugar parecía una morada temporal, como si se fueran a mudar en cualquier momento, y simplemente no se sentía para nada como en casa.

Aunque no sabía lo que les deparaba el futuro a ella y a Ethan, lo seguro era que hasta entonces tenían que vivir allí, así que decidió ordenar la casa, pues no quería vivir tan a la deriva.

Con eso en mente, recogió todo y comenzó a limpiar la casa. Tratando de mantener la gruesa pila de revistas en sus manos, le echó un vistazo a Ethan, quien dormía en el sofá. La verdad era que desde lejos parecía un modelo masculino en la portada de una revista de moda.

Janet se preguntó si debería pedirle que la ayudara, ya que después de todo esa también era su casa.

Justo cuando estaba pensando en qué hacer, los ojos de Ethan se abrieron, y ante la mirada dudosa de Janet, él sonrió. "Me sentiré avergonzado si continúas observándome. ¿Necesitas mi ayuda con algo?".

Janet desvió la mirada y fingió ser inmune a su buena apariencia. "Bueno, puedes ir a la cocina y lavar toda la vajilla del armario", dijo, aclarándose la garganta.

Su corazón estaba acelerado porque no esperaba que Ethan la atrapara mirándolo fijamente.

Tras estirarse, él caminó hacia la cocina, y lo cierto era que su alborotado cabello negro azabache de alguna manera lo hacía lucir más sexy. Una vez allí, abrió el armario para sacar la vajilla.

Su madre lo había criado sola, lo cual era una hazaña difícil de lograr para una madre soltera. Cuando Ethan era niño, él siempre la ayudaba con las tareas del hogar, y Janet parecía haber despertado su viejo hábito.

Después de organizar las revistas, ella comenzó a limpiar la estantería, y una sonrisa involuntaria se abrió paso en sus labios al ver al hombre alto que limpiaba todo en la cocina.

A pesar de que Ethan no era rico, tenía principios y era organizado.

Desde que Janet se mudó a su casa, fue sintiendo que los rumores no eran ciertos, porque de hecho él no era un inútil que peleaba en las calles como le decía la gente.

La verdad era que estaba contenta de que Ethan compartiera el trabajo doméstico con ella, a diferencia de otros maridos machistas que pensaban que solo las mujeres pertenecían a la cocina.

Él parecía ser un buen compañero de piso.

Tarareando una canción, Janet siguió limpiando la casa.

De pronto, un fuerte estruendo reverberó desde la cocina.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora