Capítulo 112. - Madre adoptiva vengativa

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La sangre de Fiona hirvió después de colgar, y apretó los dientes por unos segundos antes de estallar en lágrimas.

"¡Aah! ¡Janet quiere destruirnos! Bernie, será mejor que despiertes de una buena vez y hagas algo antes de que sea demasiado tarde. Óyeme bien, me divorciaré de ti y me iré con Jocelyn si la familia quiebra. ¡Ni sueñes con que yo languidezca en la pobreza contigo!".

Los eventos que llevaron a la adopción de Janet se repitieron de nuevo en su cabeza.

"Yo te dije que no adoptáramos, pero te negaste a hacerme caso. Tus padres me acusaron de ser infértil e hicieron de mi vida un infierno porque no teníamos hijos. Entonces me obligaron a adoptar a esa bebé, quien resultó ser una maldición que se ha propuesto destruirnos. Todo es tu culpa, yo no hice nada malo, ¡así que no me quedaré aquí sufriendo contigo!".

La noticia de la bancarrota tomó a Jocelyn por sorpresa, y poniéndose de pie de un salto, cuestionó ansiosamente: "Mamá, ¿qué acabas de decir? ¿Estamos al borde de la quiebra? ¿Pero cómo? Pensé que éramos extremadamente ricos".

Ella había estado muy ocupada viviendo sin preocupaciones, por lo que sabía casi nada sobre la situación financiera actual de su familia.

La muerte del padre de Bernie había sido un duro golpe al Grupo Lind, y Bernie era un inútil que no podía dirigir la empresa como su padre. De hecho, fue más difícil para él porque todos los altos ejecutivos se fueron con sus leales subordinados uno tras otro.

Ahora él no tenía idea de qué hacer, de modo que se acurrucó en la esquina del sofá como un niño. Después de un rato, dijo: "Que lo pasado se quede en el pasado, pues no podemos deshacer lo que ya ha sucedido. Ahora centrémonos en el tema actual. ¿Qué debemos hacer?".

Tal interrogante solo le añadió combustible a la ira de Fiona, y mientras su mano que sostenía la taza de té temblaba, ella le lanzó una mirada casi asesina. "¿Qué más podemos hacer? Necesitamos darle el dinero a Janet en público para que todos vean que somos personas honestas".

"Mamá, ¿en serio necesitamos dárselo? ¿No crees que esa perra ya ha recibido suficiente de nosotros? ¡No estoy a favor de eso!", soltó Jocelyn en un chillido, y con un berrinche iracundo, agregó: "¡Ella siempre nos gana!".

"Y si no le damos el dinero, ¿qué más podemos hacer? La verdad es que no sé si Janet está 'ganando' porque tiene una persona poderosa que la respalda o si simplemente tenemos mala suerte. ¿Cómo se enteró el señor Walton siquiera?".

Tras un suspiro, Fiona se frotó las comisuras de los ojos, pues estaba tan estresada que sentí más arrugas formarse en su rostro. Cuando terminó con el masaje, miró a la chica y le dijo: "Mi querida hija, debes casarte con un hombre bueno y rico. Janet está siendo muy arrogante ahora, y eso nos está volviendo locos. Afortunadamente todavía te tenemos a ti, y eres nuestra única esperanza. ¡No nos decepciones! Por cierto, tu relación con Jason va bien, ¿cierto?".

"Sí, mamá, nuestra relación es genial. Confía en mí, no los defraudaré".

Jocelyn enseguida bebió un sorbo de su café para ocultar la culpa que sintió luego de haber mentido.

Y es que aún no le había dicho a su madre que Jason la había dejado.

La misma persona que puso a su familia en ese lío también fue la razón por la que él rompió con ella.

"Oh, eres una buena chica. Sigue así", dijo la señora con un largo suspiro mientras dejaba la taza sobre la mesa. El resentimiento la llenó al pensar en su hija adoptiva, y secándose las lágrimas, espetó con odio: "¡Janet es una perra desagradecida! Después de todo lo que hicimos por ella, quiere pagarnos con pura maldad. ¿Por qué expuso nuestros asuntos familiares al público? ¿Acaso quiere que me suicide o me muera de un ataque al corazón? ¿Solo cuando algo así suceda, estará satisfecha?".

Bernie todavía estaba en la esquina del sofá. "Le daré el dinero a Janet mañana y luego hablaré con el señor Walton sobre el negocio entre nosotros. Veamos si de esa forma las cosas funcionan", dijo en voz baja.

Fiona le lanzó una mirada de total irritación.

Perder la fortuna de la familia era algo que ella nunca podría aceptar, y la verdad era que la idea de ser pobre la asustaba como nada.

'¡Aargh! Estamos a punto de perderlo todo por esa maldita, pero de todos modos tenemos que darle el dinero. ¡Debe de estar feliz!'.

De pronto comenzó a llover fuertemente con truenos y relámpagos. Secándose las lágrimas, Fiona apretó los puños con fuerza y una expresión asesina reemplazó la infelicidad en su rostro en un santiamén.

'¡Janet, no saldrás impune de esto!'. En ese punto, ella decidió enseñarle a su hija adoptiva una lección inolvidable.

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