Capítulo 122. - Derrotada

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Cuanta más gente señalaba a Fiona con el dedo, más abrumada se sentía. Estaba tan enfurecida que necesitó respirar profundamente para aplacar su ira. ¡Deseaba estrangular a Janet en ese momento!

Por suerte, logró contenerse. Se devanó los sesos buscando una forma de redimir su reputación, pero se dio cuenta de que no podía refutar la afirmación de Ethan.

Teniendo en cuenta que de ninguna manera iba a admitir todas las cosas sucias que había hecho, la única opción que le quedaba era retirarse.

Al ver que su madre estaba a punto de ser derrotada, Jocelyn se puso furiosa. Iba a dirigirse a Janet, pero Fiona la interrumpió mientras sacudía la cabeza.

"Cálmate, Jocelyn". Luego susurró al oído de su hija: "Hemos perdido. Si tratamos de defendernos, será peor".

La joven arrugó la nariz con desdén. "¡Mamá, no soporto su arrogancia! Cuando aún vivía con nosotros, nunca se defendía cuando la golpeábamos o la regañábamos. Merece ser castigada. ¿Quién se cree que es? ¡Es solo una perra que fue abandonada por sus padres biológicos!".

Su madre, al escucharla, abrió los ojos de par en par y se apresuró a taparle la boca con las manos. No estaban en casa. Si seguía hablando así frente a todos, las cosas empeorarían.

"Nos vamos".

No podían quedarse ahí ni un segundo más. Fiona le lanzó a Janet una última mirada asesina antes de darse la vuelta para irse con su hija y el tímido Bernie.

No permitiría que Janet se saliera con la suya; tarde o temprano se vengaría.

Una vez que la familia Lind se marchó, el ambiente se apaciguó y los invitados volvieron a beber y hablar.

Justo cuando Janet estaba a punto de acercarse a Ethan, varios colegas la detuvieron.

"Lind, te ves increíble hoy. Si no te hubiera visto discutiendo con esas mujeres, no te habría reconocido".

Gerda, con un trozo de tarta en la mano, tenía una sonrisa de oreja a oreja.

"Sí, era una buena oportunidad para dejar las cosas claras". Janet le devolvió la sonrisa.

Mientras hablaba, estiró el cuello para buscar a Ethan, pero descubrió que estaba de espaldas a ella. Poco después, el hombre desapareció entre la multitud.

"¡Sabía que no eras como decían!", exclamó Gerda con entusiasmo, levantando el puño en el aire.

Muchos empleados del Grupo Larson habían acudido a la fiesta. Con el altercado, todos se enteraron de la verdad. Entonces, se acercaron y brindaron por la victoria de Janet.

"Lo sentimos, Lind. Pensábamos que vivías del dinero de tus padres".

"¡No teníamos ni idea de cómo era tu familia adoptiva! ¡Tienen dinero y fingieron ser pobres y miserables!".

"Sí, no sabíamos la verdad y hablábamos mal sobre ti a tus espaldas. Lo sentimos mucho".

La mujer sonrió con timidez; no se sentía del todo cómoda en esta clase de situaciones. La gente la rodeaba y ella se limitó a sonreír y brindar con todos educadamente. "Está bien, tranquilos. Ya no importa, olvídenlo".

Después de que el gentío se dispersara, dejó escapar un largo suspiro.

Ahora que lo había aclarado todo, nadie se atrevería a acusarla de ser desagradecida.

Ya era pasada la medianoche cuando terminó la fiesta.

Una fría luna llena colgaba en el cielo, rodeada de estrellas centelleantes.

El Grupo Larson dispuso de autos de lujo para llevar a los invitados a casa tras la fiesta.

De camino, Ethan iba sentado en el asiento trasero.

Sus párpados se cerraban ligeramente, pero su mandíbula estaba tensa. A Janet le pareció que se veía un poco melancólico y abatido.

Después de mirarlo detenidamente durante un rato, apartó la mirada en silencio. Aunque no pudo evitar mirarlo por el rabillo del ojo.

"¿Qué pasa?", le preguntó él al darse cuenta. Mirándola, apoyó el codo en la ventanilla del auto.

La mujer lo observó con atención. Sus dedos eran elegantes y hermosos, como si hubieran sido cuidadosamente tallados.

Sin embargo, él no solía ataviarse y se veía basto a veces. Con el tiempo, ella comenzó a descubrir muchas cosas extrañas de Ethan.

Era muy meticuloso en todo lo que hacía. Siempre se duchaba antes de dormir y al despertarse, y siempre doblaba bien su ropa. Le gustaba ver partidos de fútbol en vivo en diferentes idiomas sin subtítulos. Y parecía que entendía a los comentaristas sin mucha dificultad. Eso la hizo sospechar que quizá hablaba varios idiomas.

Apretando con fuerza el dobladillo de su vestido, Janet lo miró seriamente y le preguntó: "¿Puedes contarme algo sobre tu madre?".

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora