Capítulo 159. - Te enseñaré una lección

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"¡Ethan! ¿Qué estás haciendo? ¡Quítame las manos de encima!", exigió Janet asustada y retrocedió hasta que sintió el brazo del sofá contra su espalda. Ella estaba atrapada, y Ethan tenía una ventaja obvia en términos de fuerzas, pues podría estar encima de ella en un instante.

A pesar de que hizo todo lo posible para empujarlo, el pecho de él era como una pared sólida. Él se metió con fuerza entre sus piernas, y presionó su rodilla sobre su muslo para evitar que las cerrara. Lo siguiente que Janet supo fue que él le estaba pasando su mano caliente por el abdomen y la entrepierna.

"Nada pasó entre ustedes, ¿no es así? ¿De qué tienes miedo, mmm?", preguntó él en un susurro al tiempo que se inclinaba hacia delante y le mordisqueaba su delicada oreja. "Dado que no pareces tener conciencia de los posibles peligros que te rodean, me temo que tendré que darte una lección".

"¿Cómo te atreves? ¡Deja de tocarme!". Al rostro de Janet se le había ido todo el color mientras que sus ojos se pusieron rojos y llorosos.

Por su parte, los de Ethan eran como pozos sin fondo que amenazaban con tragársela por completo, y exudaban una promesa de peligro y emoción.

"¿No te gusta que te toque?", preguntó él en voz baja y amenazante. "Debes de estar teniendo una aventura con ese hombre". Janet nunca lo había visto tan enojado ni había imaginado que fuera capaz de una rabia tan aterradora.

"¡No es eso! Solo tengo... tengo miedo". Ella se estaba dando cuenta demasiado tarde de que lo que hizo no había sido lo correcto.

Ethan se abalanzó sobre Janet y comenzó a despojarla de su ropa cuando ella sintió el bulto distintivo debajo de sus pantalones mientras sus ardientes labios dejaban un rastro de besos desde su oreja hasta su cuello.

"¡Suéltame! Detente, Ethan. No estoy lista. ¡No quiero esto! Por favor, cálmate...", gritó desesperadamente, luchando contra él.

Los ojos de Ethan dejaban en evidencia un hambre cruda y feroz, y ella supo que la devoraría toda la noche.

Durante un rato, se enfrascó en un tira y afloja con la ropa de Janet, pero ella no era rival para él en cuanto a fuerza se refería, No era que ella no quisiera aceptar su pasión, era que simplemente le temía demasiado en ese momento.

De todos modos, Ethan hizo oídos sordos a sus súplicas y procedió a quitarse la camisa negra. En un segundo, le estaba enterrando la cabeza en el pecho, lamiéndole y mordiéndole la tierna piel. Ante eso, Janet sintió esa especie de electricidad que se precipitaba hasta su vientre.

"¡No! ¡No!", gritó al tiempo que se cubría la cara con las manos. Estaba aterrorizada de él, pero no podía negar el hecho de que su cuerpo estaba respondiendo instintivamente a su proximidad, a sus roces, a sus besos y lamidas. "¡Bastardo! ¡Suéltame!".

Ethan ya se había quitado los pantalones y estaba a punto de silenciarla con otro beso feroz cuando vio su expresión, así que se detuvo por completo.

El cabello de Janet era un desastre, sus ojos estaban muy abiertos con horror y nuevas lágrimas corrían por sus mejillas sonrojadas.

"Mierda...", murmuró él con los dientes apretados. Entonces miró hacia su pene hinchado y palpitante, respiró hondo para fortalecerse y se subió el cierre de los pantalones.

Acto seguido, agarró la ropa de Janet del suelo y se la entregó antes de entrar en silencio a su propia habitación y cerrar de golpe la puerta detrás de él.

Janet se quedó mirando las prendas arrugadas que tenía en las manos, y como todavía estaba en estado de shock, le tomó un buen rato recuperarse.

Mordiéndose el labio en un esfuerzo por contener las lágrimas, se quedó mirando la puerta de Ethan.

Sin duda alguna, ella sabía que su esposo estaba absolutamente furioso esta vez.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora