Capítulo 14.- Hogar

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Janet vio a Ethan tan pronto como entró en la cocina, y él estaba allí de pie con cara de incomodidad y rodeado de fragmentos de porcelana rota.

Al levantar la mirada hacia ella, lucía avergonzado e impotente. "Estaba lavando los platos cuando ellos... se me escaparon de las manos".

Bueno, ya que él no había hecho ese tipo de cosas por más de diez años, un desastre como ese era inevitable tarde o temprano.

Acercándose, Janet comenzó a recoger las piezas rotas una por una, y de hecho no estaba muy segura de si reír o llorar. "Supongo que no los enjuagaste bien. La vajilla de cerámica debe enjuagarse con agua tibia dos veces".

"Entiendo. Lo tendré en cuenta la próxima vez", dijo él, y tras arrancar una hoja de toallín, se la entregó. "Anda, sigue con lo que estabas. Yo voy a limpiar aquí".

Y eso que no quería que ella resultara herida debido a un descuido suyo.

Él no tardó mucho en terminar de ordenar las cosas, y una vez que lo hizo, se limpió las manos y salió de la cocina solo para detenerse en la escena que lo recibió.

El piso estaba absolutamente impecable, y los enormes ventanales estaban abiertos de par en par, con lo que entraban rayos de luz y la refrescante brisa de la tarde. Los gabinetes y estantes también habían sido arreglados ordenadamente.

Margaritas silvestres adornaban lo que alguna vez fue un jarrón vacío y polvoriento sobre la mesa del comedor.

También había ahora varias plantas en macetas por aquí y por allá, las cuales le daban a la casa un ambiente artístico que era vanguardista y fresco al mismo tiempo.

"¿Qué opinas? Se siente diferente, ¿no? La casa estaba lo suficientemente limpia antes, pero era aburrida e incluso un poco deprimente, y necesitaba que le devolvieran algo de vida", dijo Janet junto a una de las ventanas con una gran sonrisa y una botella de refresco en la mano.

¿Por qué ella estaba tan contenta de todos modos cuando tenía que quedarse en una casa tan pequeña?

Sin embargo, su alegre estado de ánimo era contagioso, por lo que una leve sonrisa apareció también en el rostro de Ethan. Extendiendo la mano hacia las margaritas, acarició un suave pétalo blanco entre sus dedos y dijo: "Tienes razón, se siente diferente. Al igual que se sintió alguna vez".

A su madre también le gustaba poner flores en la mesa, y aunque eran muy pobres, ella se las había arreglado para alegrar sus vidas con pequeños e insignificantes detalles como ese.

Ethan no había tenido un hogar desde que su madre había muerto, y por primera vez desde que podía recordar, finalmente tenía un lugar al que podía referirse como tal.

"Tu madre debe de haber amado mucho la vida", comentó Janet, habiéndolo estudiado de reojo.

La expresión de Ethan se volvió mucho más tierna al pensar en su difunta madre.

"¿No habrás querido decir tu suegra? ¿Todavía no te acostumbras al hecho de que ahora soy tu marido?", cuestionó, tratando de sonar indiferente mientras abría la nevera. Pronto se dio cuenta de que Janet había agarrado la última botella de bebida que tenían.

"Yo... Trataré de usar correctamente mis palabras la próxima vez".

Era cierto que todavía tenía que acostumbrarse al hecho de que estaban casados, y la verdad era que no había pensado mucho en eso cuando habló. Ante eso, no pudo evitar preguntarse si lo había ofendido.

Ella estaba reflexionando sobre sus palabras con pesar cuando de repente le arrebataron el refresco de las manos, y lo siguiente que supo fue que él lo estaba inclinando contra sus labios.

"¡No! Ya bebí d...".

Sus palabras quedaron atrapadas en su garganta al observar a Ethan tocar con sus labios el mismo lugar donde habían estado los de ella, y parecía hipnotizada por la forma en que su manzana de Adán subía y bajaba mientras se bebía todo.

Por su parte, Ethan estaba demasiado sediento como para preocuparse por cualquier otra cosa.

En ese instante recordó que tenía algo más que hacer, y al sacar su celular y ver la hora, tocó la frente de Janet con la botella ahora vacía. "Ya me voy, tengo asuntos de los cuales encargarme esta noche. No me esperes despierta".

Por alguna razón, el ambiente se había vuelto tranquilo e íntimo.

En unos segundos, Janet tocó el lugar que él había tocado y sintió que sus orejas estaban calientes. A pesar de que él ya había desaparecido por la puerta, ella permaneció congelada en su lugar, todavía pensando en que sus bocas habían estado en contacto indirectamente.

A la mañana siguiente.

Janet se despertó con el sonido estridente de su despertador.

Después de levantarse, se dirigió a la cocina, y en su camino, notó el ligero hundimiento en el sofá. Era obvio que Ethan había pasado la noche allí, y parecía que ya había salido.

Con un suspiro, ella no pensó más en ello. Además, tendría otra entrevista ese día, y no contaba con mucho tiempo para prepararse.

Más tarde, iba en el metro de camino a la empresa cuando recibió un correo electrónico.

Era del Grupo Larson.

Bastante sorprendida, ella lo abrió rápidamente y se encontró leyendo una disculpa formal. Este decía que retractaría lo de su entrevista anterior, y que la empresa la invitaba a otra.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora