Capítulo 62.- El anillo de diamante azul.

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"Oh", dijo Janet sin aliento. "Es hermoso... y parece costoso". De repente, suspiró y dijo: "Por favor, no me digas que gastaste una fortuna en mí, otra vez".

"No te preocupes, no me costó demasiado. Lo conseguí de un amigo". Ethan dijo esto con cariño, mintiendo con la misma facilidad con que respiraba. Mientras hablaba, acariciaba todo el tiempo la delgada cintura de la joven.

A Janet nunca se le ocurrió que la gema que tenía delante era un diamante auténtico. ¿Cómo podría ser real? Si lo fuera, entonces Ethan debía de ser extremadamente rico.

Admirando el brillo de la piedra preciosa, dijo asombrada: "La tecnología de estos días es increíble. ¡Parece un diamante genuino!".

Ethan miró el rostro encantador de la dama y tuvo que contener la sonrisa que asomaba en sus labios. Inclinó la cabeza para que ella no pudiera verle la cara, sacó el anillo de diamantes de la caja y se lo colocó en el dedo índice. El dedo delgado hacía resaltar aún más la piedra preciosa.

Encantado, Ethan mordisqueó el cuello de la mujer y susurró: "Tienes razón. ¡Parece real!".

"¡Ey! ¡Oye!". Janet lo miró y se masajeó el lugar donde la había mordisqueado. Luego levantó la mano y admiró el diamante a la luz. Cada faceta brillaba y resplandecía.

No pudo evitar asentir, satisfecha. Nadie intentaría robarle un anillo de diamantes tan grande. Era demasiado grande, por lo cual era evidente que era falso.

"Oh, ¿te dolió? Entonces, ¿qué harás cuando nos pongamos manos a la obra algún día?". Ethan se rio mientras miraba la débil marca de sus dientes en el cuello de la joven.

"¿De qué estás hablando?". Janet se sonrojó y sus orejas se pusieron de color rojo brillante al escuchar las atrevidas palabras de Ethan. Rápidamente, buscó una toalla para secarse el rostro, lo empujó y gritó: "Fuera de mi camino. ¡Voy a llegar tarde al trabajo!".

Pero las manos de Ethan se resistían a dejar su cintura. "Te dejaré ir si me das un beso".

"Ethan, basta. ¡Voy a llegar tarde!". Janet apartó la cara, obstinada. Estaba roja como un tomate.

"Vamos, no es como si nunca nos hubiéramos besado antes. ¿Por qué estás tan asustada?", susurró en su oído en tono de broma.

Pero al final, la soltó. Le acarició la cabeza y murmuró: "Tú ganas".

Janet lo miró, confundida. Realmente había pensado que la obligaría a besarlo, pero no lo hizo. Ethan se dio la vuelta y se marchó. Perdida en sus pensamientos, la joven miró la espalda masculina que se alejaba.

Cuando ella llegó a la oficina, el Departamento de Diseño estaba en plena actividad.

La nueva directora, Tiffany Fisher, era bastante estricta. Exigió que todos presentaran un diseño independiente en dos semanas, por eso todos corrían como pollos sin cabeza por la oficina, apurados para cumplir con el plazo.

"¿Por qué el señor Harding nos dio una directora tan difícil? Es peor que Ike", se quejó un colega en voz baja mientras revisaba su diseño.

Afortunadamente, la oficina de Tiffany estaba lejos de allí y por eso podían permitirse holgazanear un rato.

"Tiffany es una dama de hierro típica de este siglo XXI. Es buena tanto con el trabajo de oficina como en las tareas del hogar". De repente, una colega sentada junto a Janet asomó la cabeza de su cubículo y preguntó: "Oye, ¿la señora Tiffany está casada? ¿Cuántos años tiene, de todos modos?".

"No sé cuántos años tiene, pero apostaría a que no tiene novio", dijo un colega masculino mientras mordía un extremo de su bolígrafo, perdido en sus pensamientos mientras miraba su dibujo.

Janet comentó alegremente: "Creo que es buena para este departamento, puede que sea fría y estricta, pero es justa y cumplirá con el trabajo. Podemos aprender mucho de ella".

Mientras todos charlaban animados, de repente se escuchó un golpe en el vidrio. Tiffany estaba junto a la puerta. Llevaba un vestido negro y tenía los labios apretados en una expresión de disgusto. "Ya que todos tienen tanto tiempo libre, tengamos una reunión a las diez en punto. Todos los diseñadores deben asistir a la reunión".

En la oficina se hizo silencio de inmediato, pues todos sabían que estaban condenados. El colega masculino hizo un gesto de cortarse la garganta con disimulo.

"El Departamento de Diseño acaba de recibir un proyecto importante y trabajaremos con otra empresa para diseñar la colección de primavera. Cada diseñador deberá presentar su plan a finales de esta semana".

Mientras Tiffany hablaba, les pasó una breve presentación de Powerpoint. Cuando terminó, los miró a todos, terminó de asignar tareas y salió de la habitación, como una maestra que deja a sus alumnos para que respondan su examen.

El ambiente en el departamento se enfrió de repente.

Janet y los demás diseñadores tuvieron que trabajar horas extras esa semana, preparando sus bocetos con mucha seriedad, como si tuvieran que dar un examen importante.

Sorprendentemente, cuando una semana después enviaron sus trabajos, el diseño seleccionado fue el de Janet.

Janet pensó que la batalla había terminado, pero una mañana, Tiffany la llamó repentinamente a su oficina.

"Tienes que diseñar un nuevo plan".

Janet frunció el ceño y ladeó la cabeza, confundida.

Tiffany la miró y dijo con indiferencia: "No te pongas nerviosa y escúchame primero. Entregamos tu boceto al cliente, pero lo rechazó y criticó con dureza. Dijeron que buscan algo más serio".

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