Capítulo 27.- Un cliente magnánimo

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"¿Veinte mil dólares?", Janet dijo para sí misma sin despegar los ojos de la pantalla de su computadora portátil. Enseguida, y a toda velocidad, escribió un correo electrónico en respuesta.

Este iba a ser su primer gran cliente desde su graduación, y dada la oferta monetaria que le había hecho, ella esperaba un montón de instrucciones estrictas que tendría que cumplir.

"Disculpe, ¿puedo saber si es un caballero o una dama?".

Fungiendo como un puente entre los clientes y los diseñadores independientes, esta página de Internet le daba la opción a sus usuarios de utilizar sus nombres reales o permanecer en el anonimato, aunque la mayoría de ellos realmente no se molestaban en configurar un perfil. De hecho, generalmente las imágenes de los clientes no eran más que un ícono gris predeterminado, sin forma de saber su género.

"Hombre", respondió el cliente.

"De acuerdo. ¿Tiene requisitos específicos con respecto al diseño, señor?", con eso, Janet se inclinó hacia adelante y apoyó la barbilla en una mano, preparándose para una larga lista de peticiones.

Un par de minutos después, el cliente escribió de vuelta: "He visto los diseños que ha publicado en la página web y debo admitir que me gustaron mucho. Por eso, le doy la libertad de diseñar mi traje. Una vez que me hayas entregado el primer boceto, te haré llegar mis respectivas observaciones, ¿de acuerdo?".

Sin perder un segundo, Janet comenzó a dibujar un prototipo según las medidas del cliente. Además, como la compañía les había pedido recientemente que hicieran algunos diseños tentativos para el proceso de preselección, eso significaba que nada de su trabajo sería desperdiciado. Aparte de dormir unas pocas horas, la joven pasó todo su tiempo restante perfeccionando sus bocetos.

Tres días después, le envió el diseño final al cliente. Se trataba de un conjunto a medida que constaba de una chaqueta gris cruzada con pantalones a juego, una camisa de vestir blanca inmaculada y una delgada corbata negra. Un elegante pisacorbatas color plata completaba el atuendo. Mientras trabajaba en ello, Janet supuso que este cliente debía de estar en su rango de edad. Después de todo, sus diseños generalmente atraían a jóvenes profesionales a quienes les gustaba lucir modernos a la vez.

Ella también tenía pensado que el cliente le pediría cambiar muchas cosas, pues casi siempre, los primeros borradores requerían de una reestructuración. Aparte, si el hombre detrás de la pantalla estaba dispuesto a pagar una cantidad de dinero tan exorbitante, y nada menos que por el diseño de una novata, entonces el rechazo preliminar era inevitable.

Para total sorpresa de Janet, el cliente aprobó inmediatamente su diseño.

"Guau, ¡esto es fabuloso!".

"¿Necesita que perfeccione algún detalle o algo?", tecleó ella, nerviosa. Tomando en cuenta lo mal que le había ido en la vida, la joven no podía creer que le llegara un golpe de suerte como este. ¿De verdad le iba a pagar veinte mil dólares o solo estaba soñando?

"No, por el momento todo está bien. Me pondré en contacto con usted si hay algo que quiera cambiar en el futuro. Y por el precio ni se preocupe. Estoy pagando por la singularidad y originalidad de su diseño, así que me parece un costo razonable", el cliente respondió como si hubiera leído la mente de Janet para tranquilizarla.

Con una oleada de emociones en su interior, ella estaba a punto de agradecerle cuando le llegó una notificación de pago. ¡El cliente acababa de confirmar su trato comercial y había transferido el dinero a su cuenta!

Atónita, Janet agarró su computadora portátil con ambas manos y miró fijamente la cifra que aparecía en la pantalla. Se sentía tan orgullosa y bendecida que las lágrimas comenzaron a formarse en sus brillantes ojos.

De pronto, el cliente le envió otro mensaje: "Si le interesa, incluso podríamos colaborar a largo plazo".

¡Esto era más de lo que ella podía pedir!

Queriendo gritar de la emoción, Janet escribió rápidamente: "¡Por supuesto que sí! Sería un honor hacer más diseños para usted".

Entonces, el hombre le pidió varios conjuntos más y le dio algunas instrucciones respecto a ellos. Aunque parecía ser muy aficionado a los trajes, no tenía prisa por que Janet se los entregara. De hecho, le dijo que podía tomarse el tiempo necesario para diseñarlos e incluso le recordó que debía tomarse un descanso de vez en cuando para que su trabajo final fuera perfecto.

"¡Dios mío, Janet! ¡Acabas de hacer una fortuna!", llena de alegría, la joven se puso de pie y saltó en su cama como una niña pequeña.

Justo en ese momento, alguien tocó la puerta de su dormitorio.

Quizás Ethan la había escuchado gritar hace unos minutos, porque entró en su habitación sin permiso y preguntó con el ceño fruncido: "¿Qué pasa? ¿Estás bien?".

"No me lo vas a creer, ¡finalmente tenemos dinero!", Janet exclamó mientras reanudaba sus brincos de celebración.

Al hacer esto, su larga cabellera ondeó alrededor de sus mejillas sonrosadas, las cuales resaltaban aún más su preciosa cara.

Sin siquiera pensarlo, ella dio un salto más y se arrojó a los brazos de Ethan.

Entretanto, él extendió la mano instintivamente para atraparla, y después de asegurarse de que estaba segura, se quedó mirándola sin mover un solo músculo.

No obstante, Janet estaba demasiado absorta en lo que le acababa de pasar como para notar algo extraño, así que se apartó y le sonrió: "¿Sabes lo que eso significa?".

"¿Qué?", sin percatarse, Ethan hablaba con una sonrisa sumamente tierna y desconcertante.

Este gesto llamó la atención de Janet, y esta vez, fue ella quien se quedó paralizada.

Solo entonces se dio cuenta de lo que había hecho, por lo que hizo a un lado a Ethan y retrocedió un par de pasos. Luego, se acomodó el cabello detrás de las orejas y su rostro se puso tan rojo como un tomate fresco.

"Perdón, no quise decir nada con... Bueno, es solo que estoy tan contenta que me comporté impulsivamente. Lo siento", habiendo dicho eso, Janet se aclaró la garganta y cambió de tema como si nada hubiera pasado, "Por cierto, ¿qué estás haciendo aquí?".

"Ah, lo que pasa es que te escuché gritar y pensé que algo malo había sucedido", sintiéndose avergonzado, Ethan metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y se mordió el labio inferior.

Aunque visiblemente estaba tranquilo, por dentro, él seguía saboreándose el calor y la dulzura de su breve abrazo.

Si pudiera, habría sostenido a Janet contra su pecho durante el resto del día, respirando su aroma y sintiendo eso que solamente ella podía darle.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora