Capítulo 155. - La cena

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"¿Qué te parece si vamos a ese restaurante coreano de barbacoa al que fuimos la última vez? Los dueños son una familia coreana que se ha dedicado a cuidar su negocio desde hace años. ¡Es el mejor y más delicioso lugar de toda la ciudad!", sugirió Gerda, aplaudiendo con entusiasmo.

"Pero bueno, así como es de exquisita, la comida también es un poco cara. ¡Con todos los que vamos, dejaremos a Lind sin un centavo!".

Pero como ya no tenía ninguna presión financiera, Janet pensó por un momento y estuvo de acuerdo: "No hay problema, está bien. Después de todo, no los invito a cenar a menudo. Gerda, dame el número de teléfono del restaurante, voy a reservar una mesa".

La joven no solo había recibido un ascenso, sino también un aumento de sueldo. Por estas razones, de ahora en adelante podría darse el lujo de salir a comer o divertirse de vez en cuando sin preocuparse en llegar a fin de mes.

Luego de llamar al restaurante, ella le envió un mensaje a Ethan informándole que iba a salir y quizás llegaría un poco tarde.

No mucho después, su teléfono comenzó a sonar con una llamada de él.

"¿Con quién vas? ¿Es un hombre o una mujer?".

"Voy con mis colegas, en su mayoría son chicas. Un muchacho se unirá a nosotros, pero ya tiene novia", explicó Janet en voz baja.

"¿Y por qué susurras? ¿Tienes miedo de que te escuchen o qué?", Ethan se quejó en tono afligido: "¿Qué ocurre? ¿Quieres ocultar nuestra relación? ¿Acaso te avergüenzas de mí?".

Frunciendo el ceño, Janet no comprendía por qué su marido se estaba comportando como un niño berrinchudo.

"Tengo la costumbre de hablar en voz baja cuando estoy en la empresa. No me gusta que todos se enteren de lo que estoy platicando", respondió Janet, mirando a su alrededor. Después de todo, estaba en el baño de la empresa, un área común donde la gente entraba y salía todo el tiempo.

Del otro lado de la línea, Ethan balbuceó algo pero no dijo nada más y tampoco parecía tener la intención de colgar.

"Bueno, tengo que irme. Nos vemos al rato", murmuró Janet, ansiosa por volver al trabajo.

Pero justo cuando iba a bloquear su teléfono, Ethan dijo unas palabras que la dejaron boquiabierta: "Te extraño mucho, no puedo evitarlo".

Poniéndose tan roja como un tomate, la joven se humedeció los labios pero no supo qué responder: "Yo... yo...".

"¿Por qué tartamudeas?", negando con la cabeza, Ethan suspiró y agregó: "Bien, voy a colgar. Ve a terminar tus pendientes y cuídate mucho".

Confundida, Janet miró la pantalla de su celular y lo guardó.

Ethan le había dicho cosas lindas y después colgó sin más explicación. ¿Qué se supone que significaba eso?

Cuando por fin salieron del trabajo, el sol se había ocultado y estaba siendo reemplazado por cientos de estrellas brillantes.

Pensando en esto, Janet y sus colegas planeaban tomar un taxi hasta el restaurante.

Tan pronto como terminó de empacar sus cosas, ella volteó y se encontró con una cajita de regalo color azul rey.

"¡Felicidades por tu ascenso! Acabo de comprar esto en la planta baja, por favor no lo rechaces. Es un obsequio muy sencillo, pero espero que te guste", Christopher dijo con una sonrisa brillante mientras dejaba la caja sobre el escritorio, casi como si estuviera preparado para escuchar su negativa.

Genuinamente sorprendida, Janet le devolvió el gesto, aunque aceptó el regalo a regañadientes: "Muchas gracias, Chris. Por cierto, vamos a cenar barbacoa, ¿quieres acompañarnos? Si te niegas, no aceptaré tu obsequio".

A ella se le ocurrió que sería una buena idea si invitaba a cenar a Christopher como agradecimiento y en verdad esperaba que fuera.

"Bueno, ya que insistes, ¡vamos a cenar!", replicó Christopher, evidentemente contento.

Una vez en el restaurante, todos empezaron a conversar y a intercambiar bromas, creando un ambiente cálido y animado.

Gerda pidió una caja de cerveza y se la bebió casi toda ella sola.

"¡Vamos, Lind! Yo ya me terminé doce botellas. En cambio tú, ni siquiera te has acabado una sola. ¡Eso no es justo!", Gerda instó a Janet a beber más con las mejillas enrojecidas por tanto alcohol.

"Está bien, te ayudaré a dejar este restaurante sin cervezas", Janet respondió con una sonrisa, animada por los gritos de sus colegas. Entonces, abrió dos botellas de cerveza, agarró una y se bebió todo el contenido de un solo trago.

No obstante, había olvidado por completo de su baja tolerancia al alcohol.

"Guau, ¡parece que Gerda ha encontrado una digna oponente! ¡Derrótala, Lind! Nadie puede competir con ella cuando se trata de beber. ¡Tú serás nuestra vengadora!", todos gritaron emocionados.

Y así, Janet bebió tres botellas de cerveza y soltó un fuerte eructo: "¡Sí! ¡Voy a derrotarla!".

Mirando su rostro sonrojado, Christopher tuvo un mal presentimiento, así que le dio unas palmaditas en la espalda y le susurró al oído: "Ya has bebido demasiado. Creo que estás un poco ebria".

No obstante, ella lo aventó y se rio con torpeza. "¡Tonterías!", balbuceó ella, sacudiendo la cabeza: "¡Tú eres quien está borracho, no yo! Además, tengo que derrotar a Gerda. ¡Hoy nadie me va a ganar!".

Al parecer, esta noche Janet estaba fuera de control.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora