Capítulo 165. - Terror

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Ethan era un hombre áspero, sin embargo, era amable y gentil con Janet.

"Sé que estabas furioso anoche porque... porque te preocupabas por mí...", dijo ella, para quien los hermosos ojos del hombre eran casi hipnotizantes.

Estar con él siempre la dejaba sin aliento, y no podía siquiera pensar coherentemente. Las caricias y los suaves besos de Ethan la llevaban a otro mundo casi como si este la hubiera hechizado.

De pronto comenzó a estirar el cuello y sus ojos se cerraron cuando el aliento caliente del hombre sopló contra su piel.

"Por supuesto. Si no es por ti, ¿por quién más tendría que preocuparme?", respondió él, y tras ver su camisa holgada, le plantó un delicado beso en el cuello de nuevo. "¿Qué crema o perfume usas? ¡Dios! ¡Es que hueles divino!".

"Oye, sé serio. ¡Estamos hablando de lo que pasó ayer!", chilló ella al tiempo que trataba de alejarlo porque sus besos la volvían loca.

Janet ya no estaba siendo terca porque entendía la preocupación de su esposo. "Lamento lo que pasó ayer. De ahora en adelante, revisaré mi celular con frecuencia y no me emborracharé cuando salga con amigos", prometió en voz baja.

Sacudiendo la cabeza, él chasqueó la lengua. "¿Eso es todo lo que quieres decir después de todo este tiempo que tuviste para pensar?", cuestionó él con su rostro oscureciéndose al mirarla fijamente.

En el rostro de Janet fue evidente que comprendió todo, y cerrando los ojos, asintió. "También haré todo lo posible para evitar volver a cenar con Christopher. Tú y yo somos una pareja, y yo nunca te engañaría, Ethan. De hecho, Chris es un buen hombre. Él tenía una buena reputación en la universidad".

Ethan soltó un bufido burlón al escuchar eso.

Acercando a Janet a él, le mordisqueó suavemente la clavícula. "Eres demasiado ingenua. Mira, Christopher solo finge ser amable y gentil, pero aún no has visto su verdadero yo. Bueno, eso no importa. ¡Mantente alejada de él! No dejes que nada como eso vuelva a suceder".

Él sabía todo sobre la familia Garrison. Todos tenían carreras impresionantes y buena reputación. Algunos de ellos eran médicos y abogados. No obstante, solo unas pocas personas estaban al tanto de su negocio secreto. Ethan nunca confiaría en un hombre de esa familia.

Janet no sabía eso, y obviamente no cambiaría de opinión acerca de Christopher solo porque a su esposo no le agradara.

De todos modos, ahora no podía discutir con él ya que no tenía idea de lo que haría si volvía a enojarse.

"De acuerdo. Ahora suéltame. Tengo que revisar la puerta del dormitorio, pues ese hombre la rompió".

Con eso, ella se dirigió hacia su habitación. Allí se encontró con que la cerradura había sido forzada, y cuando intentó cerrar desde adentro, no pudo. Una ráfaga de viento del exterior abrió la puerta de nuevo.

"¡La cerradura está rota! Ya podremos llamar a un cerrajero mañana", dijo Ethan mirando el reloj de la pared.

"Bien. Hagámoslo a primera hora de la mañana", replicó Janet con sus hombros hundiéndose al darse cuenta de que era pasada la medianoche.

Apoyándose en el marco, miró a Ethan e instó, "Ya es tarde. Será mejor que durmamos un poco".

Ethan se tocó la nariz como si quisiera decir algo, pero se detuvo al pensarlo mejor. Al final solo se limitó a asentir y regresó a su habitación.

Era una noche con mucho viento.

La puerta crujía al balancearse a cada rato, por lo que Janet se levantó de la cama y cerró la ventana. Sin embargo, luego no podía conciliar el sueño, además de que el silbido del viento la asustaba.

Debido a eso, dio vueltas y vueltas en la cama y hundió la cara en el edredón, totalmente inquieta.

De alguna manera, todos sus pensamientos regresaron al aterrador episodio con el hombre que había tocado a su puerta antes, y también al conductor en el maizal. Ambos incidentes la habían marcado de por vida, y ya ese número era demasiado para encuentros con agresores, así que se sentía muy insegura.

De pronto comenzó a sudar frío cuando una ola de temor la envolvió.

"Ethan...", balbuceó al tiempo que se envolvía en la colcha y miraba hacia la puerta. Él era el único que podía hacerla sentir segura, y sintió una repentina necesidad de estar con él.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora