Capítulo 142. - Un día libre

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Tiffany no era ninguna tonta, por lo que no tardó en darse cuenta de las verdaderas intenciones de Kaya. Desafortunadamente para ella, lo que más odiaba la mujer era cuando sus subordinados hacían trampa para llevarles la delantera a sus compañeros.

De pronto, Tiffany se cruzó de brazos sobre el pecho y arqueó una ceja. "Si estás tan preocupada", dijo con impaciencia, "¿Entonces por qué no la reparas tú misma? Si lo haces, te daré tu debido crédito".

Kaya parpadeó pensando en qué responder pero Tiffany aún no había terminado: "Dado que fuiste tú quien arruinó la computadora portátil anoche, asegúrate de compensar a la compañía por la pérdida de esta y hazlo lo antes posible, ¿de acuerdo?".

Con eso, ella giró sobre sus talones y se dirigió hacia Janet.

Las computadoras jugaban un papel importante en su trabajo como diseñadores, y por lo tanto, el Grupo Larson no escatimaba en gastos para equiparlos con tecnología de punta, sin importar lo caras que fueran. Para mala suerte de Kaya, los daños costarían al menos un mes de su salario.

Mirando a Janet, ella apretó los puños hasta el punto de clavarse las uñas en la piel.

Evidentemente, estaba bastante molesta al darse cuenta de que perdería una gran cantidad de dinero por nada.

Por su parte, Janet estaba a punto de irse después de ver que el asunto se había resuelto cuando Tiffany bloqueó su camino.

"Date prisa y vuelve a hacer tus borradores. La reunión de mañana será a las diez en punto", mirando su reloj, ella agregó seriamente: "Todavía te quedan veinticuatro horas. Espero tus diseños".

"Sí, señora Fisher, comenzaré enseguida", replicó Janet, yéndose con una amplia sonrisa en los labios.

*******

En cuanto llegó a casa, Janet corrió a su habitación y se concentró en sus bocetos.

Lo primero que hizo fue abrir la ventana, dejando entrar una suave brisa que jugaba con la cortina de encaje blanco. Entonces, un rayo de sol se coló al dormitorio y aterrizó sobre el escritorio, donde ella estaba encorvada, dibujando.

La joven se recogió casualmente el cabello y usó uno de sus lápices para mantenerlo en su lugar. De vez en cuando se ponía de pie, caminaba para estirar los músculos y volvía a sumergirse en sus borradores.

Sin duda alguna, esto era más agotador que prepararse para los exámenes finales de la universidad. Janet sentía como si estuviera corriendo contra el tiempo y sus dos manos apenas fueran suficientes para plasmar todas las ideas que le llegaban a la mente.

Pronto, las nubes cubrieron el sol y comenzó a llover a cántaros. Cuando finalmente se iluminó de nuevo, las hojas afuera brillaban con las gotas de agua y el aroma fresco de la hierba húmeda flotaba en el aire.

Un par de golpes en la puerta fueron lo que la devolvió a la realidad.

"¡Adelante!", Janet gritó sin despegar los ojos de la computadora. De hecho, ni siquiera se dio la vuelta aun cuando escuchó las pisadas a sus espaldas.

"Llevas casi un día entero aquí encerrada. ¿No tienes hambre?", Ethan preguntó mientras entraba con un plato humeante, el cual dejó sobre la mesa de madera al otro lado de la habitación.

"Gracias, déjalo por ahí por favor. Lo comeré más tarde, todavía me falta mucho por terminar", Janet respondió y le dirigió una mirada agradecida antes de voltearse nuevamente hacia la pantalla de la computadora.

Hoy, su marido traía puesta una camisa color gris combinada con unos pantalones sueltos de lino. Y como su brillante cabello negro estaba alborotado, sus rizos lucían más ensortijados que de costumbre.

"Quiero quedarme aquí. No te preocupes, no voy a molestarte, tú continúa trabajando. ¿Puedo leer estos libros?", Ethan se había metido una de las manos al bolsillo mientras que con la otra tocaba los lomos de los libros. A juzgar por el tono ronco de su voz, Janet supuso que acababa de levantarse.

"Sí, claro. ¿Tú...?", ella se detuvo al darse cuenta de que los libros ya estaban aquí cuando se mudaron, además de que la mayoría estaba en ruso o griego.

Sintiéndose curiosa, la joven miró a su esposo y le preguntó: "¿De verdad los entiendes? Esos libros son de otros países".

Con sus hermosos rizos colgando sobre su frente, Ethan se apoyó contra el librero y murmuró con una sonrisa juguetona: "No, no puedo, pero algunos tienen ilustraciones en sus páginas".

Pero la verdad era que sí entendía cada uno de estos libros. Resultaba que él tenía talento para los idiomas desde que era un niño pequeño y había crecido aprendiendo docenas de lenguas de todo el mundo.

"Oh, ya veo, está bien", Janet miró de nuevo la pantalla y comenzó a colorear su borrador con un bolígrafo digital.

A la vez que tomaba un libro y cambiaba de página, Ethan preguntó: "Oye, ¿y por qué has estado todo el día en casa? ¿No se supone que deberías estar en la oficina?".

Luego de curvar sus labios en una sonrisa, la joven respondió alegremente: "Hubo un corte de energía en la empresa, lo cual fue como un milagro para mí. Debido a eso, cambiaron la fecha límite de entrega de diseños a mañana y obtuve un día libre adicional. De esta manera, puedo también pulir mis diseños para que queden perfectos".

"Vaya, ¡qué suerte tuviste!", comentó Ethan, devolviéndole el gesto de una forma encantadora.

"¿Y qué hay de ti?", cuestionó ella, aún absorta en sus dibujos: "¿Por qué no estás en el trabajo? ¿También hubo un corte de energía en la tienda?".

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora