Capítulo 100.- El hechizo del diablo

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El otoño estaba a la vuelta de la esquina, por lo que el viento soplaba afuera, haciendo que la ropa en el balcón se balanceaba violentamente.

Janet frunció los labios y miró hacia otro lado.

"Levántate primero y luego hablaremos, lo prometo", aseguró al tiempo que tratando de alejarlo, y en el proceso, su nariz casi rozó la de él.

"No. Me dejarás solo", soltó Ethan, abrazándola con más fuerza y mirándola a los ojos. "No puedes irte sin darme una respuesta esta noche".

Ella le pellizcó el brazo enseguida.

No obstante, la verdad era que su ira casi había disminuido.

Y es que se había dado cuenta de que Ethan no tenía experiencia en el amor, pero que estaba dispuesto a hacer un esfuerzo y cambiar eso de él por ella, lo cual solo podía significar que sí le importaba.

De todos modos no quería perdonarlo fácilmente, y volteándole los ojos, miró hacia otro lado. "Olvídalo. Te perdonaré esta vez, pero no vuelvas a cometer un error tan estúpido porque nos costó dinero y tiempo. Ahora suéltame. Todavía hay agua caliente en el baño, y necesito ducharme".

Tras un asentimiento, él la soltó a regañadientes.

De hecho sintió un vacío en su corazón tan pronto como ella se alejó de él.

De inmediato le agarró la mano y la jaló hacia atrás.

"¡Ay! ¿Qué estás haciendo? Habíamos llegado a un acuerdo, ¿no?", chilló ella al perder el equilibrio y desplomarse en sus brazos.

Ethan frunció los labios mientras le recorría el rostro con la vista, y dado que la suave luz delineaba sus hermosos rasgos, parecía un cazador esperando atrapar a su presa.

"Necesito besarte".

Antes de que Janet pudiera responder, él rápidamente puso sus manos sobre sus mejillas y le atrapó el labio inferior con los suyos.

A pesar de que ese hombre parecía frío y distante, era bastante bueno para fingir ser inocente.

Es decir, él era más peligroso y poderoso que los demás, pero Janet aún no se había dado cuenta.

Luego de chupar sus labios apasionada pero suavemente, él le abrió la boca con la lengua, y ella lo envolvió con sus piernas alrededor de su cintura.

En ese momento los vientos aulladores dejaron de soplar y la habitación quedó en silencio como si el tiempo se hubiera detenido, de modo que nada más que el roce de sus ropas y sus suaves jadeos y gemidos se oían en la quietud de la noche.

"¿Vamos a mi cuarto?", preguntó Ethan con su voz llena de lujuria al tiempo que deslizaba con delicadeza sus dedos por los labios de Janet y le colocaba un mechón de cabello detrás de su oreja.

Sin darle oportunidad de responder, le besó el lóbulo de la oreja, la levantó y la llevó a su habitación.

El beso fue tan intenso que dejó a la mujer aturdida, sin aliento y con el rostro ahora algo sonrojado. No obstante, le mordió el hombro mientras sus ojos quedaban en blanco por lo extasiada que estaba.

Habiéndola inmovilizado en la cama, Ethan la besó apasionadamente, y de hecho era como si él tuviera completo control sobre el cuerpo y las emociones de ella.

"Ethan, espera...", balbuceó ella sintiéndose débil apenas sintió las manos del hombre metiéndose debajo de su ropa.

"Shhh... No digas nada y no pienses en nada, déjame todo a mí", susurró él con su magnética voz, haciéndola temblar como si hubiera lanzado un hechizo sobre ella.

Envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Ethan, Janet respondió a su beso apasionado, e incluso le acarició la lengua con la suya mientras él se la metía en la boca.

Por su parte, él se quitó la chaqueta a medida que se sentaba a horcajadas sobre ella.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora