Como él me lo dijo quería ir al cine, al parque o a algún otro sitio donde pudiésemos conversar tranquilos.
Terminamos yendo al cine; la función terminó a las nueve y fui yo quién le pidió ir a algún bar cerca.Se veía sincero a la hora de decirme que no se volverá a repetir y que de vedad me quiere pero hay algo que me impide creerle.
No recuerdo cuantas copas ya he
tomado, lo que no puedo negar es que estoy ebria. Dije que no volvería a tomar cuando este con él y aquí estoy. Le pido que me lleve de regreso a casa y en cuestión de minutos ya vamos en la via.—Hemos llegado —avisa.
Sale del auto para abrirme la puerta. Busca la llave dentro de mi bolso y es él quien abre la puerta.
—¿Hay alguien? —grito observando el alrededor.
—No hay nadie. Las luces están apagadas.
—No hay nadie —repito y comienzo a reír—. A ver siéntate... Buscaré alguna botella.
Consigo una botella en el comedor y sirvo dos copas. Cuando vuelvo a la sala le entrego la suya, y no tardo en beber la mía. Me siento en su rezago a modo de broma pero él me besa, y soy incapaz de detenerme.
Royce
Después de la discusión entre Dafne y Camila, ella me pide que la lleve a comer afuera. Se encarga de guardar los vegetales que ha hecho en el horno y salimos. La llevo a cenar a un restaurante que está ubicado en el centro; hay un señor
tocando el saxofón. Ella sonríe mientras lo observa y se ve encantada con el lugar, pero la conozco y no se siente bien.—Dafne, mi amor —acaricio su mano. Obtengo su atención y sonríe a medias.
—El lugar está muy lindo. Gracias.
—De nada. Pensaba traerte en otro momento pero vi este apropiado, necesitas distraerte —asiente.
—No la entiendo. Mi hija quería que conociera a alguien Royce, que tuviese una pareja estable y fuese feliz. Te conocí a ti y parece haber cambiado de opinión, todo lo que haces o hacemos le molesta. ¿Por qué? —suspira—. Esta sería la oportunidad de formalizarnos un poco más y mi hija no está de acuerdo.
—No lo sé mi amor, no sé porqué actúa así.
Me gustaría darle una respuesta pero no sé, no logro entender el comportamiento de Camila.
La siguiente hora se la pasa jugando con la servilleta o con la copa. Me pide que volvamos a casa y después de pagar salimos del restaurante.
Estaciono el auto frente a su casa y soy el primero en bajar.
—Llegó —susurra cuando baja del auto.
Se dirige a pasos rápidos a la puerta e intenta abrir.
—No abre.
—A lo mejor dejó la llave en la cerradura.
—Voy a intentar pasar por el jardín trasero.
Sí podemos entrar por el jardín trasero, y una vez que estamos en la cocina deja su cartera sobre el taburete y enciende la luz. Me dirijo a la sala y la escena con la que me encuentro me hace retroceder. Dafne se para a mi lado y cubre su boca con ambas manos; no es nada de lo que Camila pueda arrepentirse después, nada más se están besando pero muy descaradamente.
Sus camisas están en el piso junto al brasier de Camila.
—¡Camila! —grita Dafne sorprendiéndolos—, pero que...
Niega decepcionada y tiene intención de salir de la sala.
—Esto es una falta de respeto hacia tu madre —me cruzo de brazos.
—¿Qué tiempo llevan viéndonos?
—El suficiente como para suponer lo qué iba a pasar si no llegamos.
—Me has decepcionado, Camila.
—Mamá —frunce el ceño y sus ojos se cristalizan.
—Vete Esteban, por favor —le pide Dafne señalando la puerta.
—¡Pero mamá...!
—Guarda silencio, Camila. Adiós Esteban, no olvides tu camisa.
Camila recoge su blusa mientras se cubre con un cojín.
—¡Si me quieren en su casa deberán acostumbrarse a esto! Buenas noches.