Capítulo 39

218 26 1
                                    

—¿Y Martha? —pregunto una vez que estamos en el lobby del hotel.

—No lo sé —se encoge de hombros.

—Iré a preguntar.

—No, voy yo.

Se dirige a recepción.

Observo a todos los que entran y salen tratando de dar con la pelirroja pero no está y me preocupa. Me preocupa que esté tan mal como Royce lo ha dicho.

Royce sigue hablando en recepción con una chica que no deja de sonreírle coquetamente. Me acerco a ellos, y él al verme me sonríe.

—Gracias.

—Disfruten su estadía en pareja.

—¿Por qué ha dicho eso? —le pregunto una vez que nos hemos alejado y nos dirigimos a un pasillo.

—Supongo que le dicen a todos.

—¿Qué habitación es?

Entramos al ascensor y marca el piso dos.

—206.

Soy la primera en salir una vez que llegamos al piso correcto y busco la habitación rápidamente. Él da con la misma primero y desliza la tarjeta para luego entrar.

Busco en el baño, y en otro pequeño espacio con sofás a mi amiga pero no está.

—¿Y Martha? Le voy a marcar.

Tengo la intención de buscar mi teléfono pero él pone sus manos sobre las mías.

—Martha está en la fiesta.

—¿Me has engañado? —alzo la voz.

—Algo así.

—Debo irme —corro a la puerta y por más que forcejeo no abre—. Me has encerrado. ¡Cómo pude ser tan idiota para pensar que mi amiga me citaría aquí!

Detallo la habitación y sé lo que se trae en mente.

—Me has traído para que vea lo que le tienes a mi madre ¿no? es eso, ¿cierto?

La luz es tenue y hay algunas velas sobre varias mesas, pétalos de rosas esparcidos por toda la habitación y sobre la cama un corazón con las mismas.

—No, no se trata de Dafne. Estamos aquí por tí.

—¡Está mal! ¡Todo esto está mal!

—Te serviré un poco de vino —se dirige a una mesa y sirve en dos copas.

—Déjame ir.

—Ten, es de fresas —dudo en agarrar la copa pero termino haciéndolo y doy el primer sorbo—. Siéntate.

—Me siento como una niña a la cual han engañado diciéndole que le comprarán sus golosinas y resulta ser mentira.

Sonríe.

Doy otro sorbo, y sigo con otros.

—Sólo así vendrías, lo siento.

—¿Por qué no has traído a mi madre? Si tanto necesitabas calmar tus ganas ella es la mujer indicada.

—No se trata de eso.

—Ah... —añado desinteresada.

—Me encuentro en una gran confusión. Primero está esa mujer madura y mayor que yo. Pero por otro lado está la chica menor que yo, preciosa, terca e inmadura —acaricia mi mejilla.

—Yo... —no sé qué decir— no soy terca ni inmadura.

—Estoy mal —ignora mi comentario y sigue con su caricia—. Ambas están aquí, Camila —señala su pecho y seguido suelta un suspiro—. Desde hace mucho he estado sintiendo todo esto pero no fue hasta el día de tu accidente, donde estuviste realmente mal y donde pensé que te perdería que quise aceptarlo.

No sé quién está realmente mal; él por sentir algo por mí que soy la hija de su pareja o yo, por sentir algo por el hombre al cual mi madre ama.

—¿Sabes? Preferiría que mi madre te hubiese seguido viendo a escondidas. Recuerdo que me inventaba excusas para verte —suspiro—. Pensó que no aceptaría a otro hombre en su vida y se equivocó. Fue peor, comencé a sentir cosas por ti... cada vez más intensas, hasta llegar al punto de no poder evitarlo y encontrarme estúpidamente enamorada de ti.

Doy un largo sorbo y termino con lo que quedaba de vino. Dejo mi cartera a un lado y me acomodo para mirarlo mejor.

—Royce, yo no digo que todos los hombres sean iguales porque no he estado todos pero sí sé que tú eres igual a muchos.

—¿Por qué dices eso?

—Estás mal. Yo también lo estoy, pero si tú realmente amaras a mi madre no deberías de encontrarte envuelto en esa confusión y decir quererme también a mi.

—Tienes razón. Yo...

—El amor es hermoso pero es así hasta que aparece esa persona que crees lo es todo para ti, y sabes que es prohibida. Luego lo consideramos la peor cosa del mundo.

—¿Y sabes cuándo es peor? Cuando te enamoras de dos personas a la vez.

—No pienso convertirme en una amante o en una segunda opción.

—¡No quiero eso! Yo perdería varios años de relación, pero tú perderías la relación madre e hija.

Asiento mirándolo. No tengo nada más que decir, creo que todo ha quedado claro. Se acerca a mí y se fija en mis labios, desvía su mirada a mis ojos pidiéndome permiso para besarme y asiento.

Y aquí estoy otra vez, engañando a mi madre.

Ya con sus labios sobre los míos coloca sus manos en mi cintura y subo a su rezago. Se pone de pie y evito tocar el piso; enrollo mis piernas a su alrededor y me deja caer en la cama haciendo que los pétalos se desparramen y otros terminen en el piso.

Double Vision (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora