Alisson sale prácticamente corriendo de su casa una vez que le confiesa todo a su madre quien la ha insultado hasta quedarse sin más vocabulario ofensivos y me siento pésimo por Ali.
Esa escena sólo me hace desear una cosa, y es que mi madre jamás se entere lo que yo he hecho con su esposo.
Sigo a la mujer que ya ha pasado unas tres calles lejos de casa y apoyo mis manos en las piernas jadeando e intentando pasar el cansancio. Ella ya ha dejado de correr pero sigue caminando dirección no sé a dónde.
Veo su intención de cruzar hacia el otro lado de la carretera estando el semáforo a favor de los conductores, y corro su lado agarrándola por el antebrazo.
—¡Ni pienses hacerlo!
—¡Has escuchado todo lo que me han dicho! —grita mientras llora—. Mi madre me detesta, mi hermano igual y... el padre de mi hijo aún más.
—Sí, escuché todo perfectamente.
—Mi mamá me ha dicho zorra.
Se sienta en la acera, a la orilla de la carretera.
—No podemos estar aquí, vamos a ese parque ¿te parece? —inhala, pero termina levántandose.
—Me da vergüenza volver —me dice una vez que nos sentamos en el césped del parque.
—Que no te dé vergüenza. Has dejado a tu pequeño durmiendo allá.
—Anthony me dijo que me odia y lo peor, no sé porqué razón. Si por ocultárselo o haber dicho todo. ¡El matrimonio de mi madre lo arruiné!
—No has arruinado nada Ali, ellos se aman y si se separan será por otra razón —niega cabizbaja—. Alisson, no creo que lo tuyo sea peor que lo mío. Yo me he relacionado con el ahora esposo de mi madre y no sólo eso, estoy esperando un hijo de él. ¿Sigues pensando que lo tuyo es la peor cosa que hayas hecho? Dime, Si no hubieses hecho esa "locura" como te refieres al haber estado con Anthony, ¿tendrías a ese hermoso niño que hace de tus días los mejores?
—Tienes razón pero.... Pero tú lo amas, y él a ti —frota sus manos dándose calor.
—Él también te ama ¿no lo notas? Tal vez sí, reaccionó mal al saber que tiene un hijo, pero sigue amándote, amándolos —enfatizo lo último.
—¿No se supone que debía irse? Por eso vine, para huir de él.
—Ya lo has escuchado. Cancelaron los vuelos por una posible tormenta.
—¿Pero qué tormenta? ¡Ni está lloviendo! —espeta mirando al cielo.
Como si sus palabras tuviesen poder, un estruendo de relámpago hace que nos sobresaltemos. Seguido caen pequeñas y frías gotas de lluvia.
—Vamos. Debes evitar un resfriado en tu estado.
—Tienes razón.
Visualizo a unos centímetros la figura de Anthony y sé que debo dejarlos solos para que hablen y aclaren todo.
—Voy al café de allá —le aviso.
—Está bien. Necesito estar sola unos minutos —se abraza a sí misma y camino dirección contraria.
Entro al lugar que parece ser una población ya que no hay mesas desocupadas en la cual pueda sentarme y comer lo que pediré pero aun así ordeno un dulce frío junto a un café, y para cuando tengo mi pedido una pareja desocupa una mesa donde me siento.
Espero a que deje de lloviznar, y cuando lo hace decido volver a casa.
(...)
Despierto por unos movimientos y sonrío al ver a Mark con un vaso de agua y una tableta en manos.
—Gracias —me tomo la tableta que ya me toca—. He llegado muy cansada y no sé en qué momento me quedé dormida. ¿Qué hora es?
—Siete y media —abre las ventanas dejándome ver el jardín con iluminación—. ¿Tú lo sabías?
—¿Te refieres a lo de Alisson? Sí pero ella me hizo prometer que no dijera nada.
—Está bien —despeina mi cabello y ríe. Dejo el vaso sobre la mesa y siento en la orilla de la cama—. Puedes seguir durmiendo.
—¿Alisson llegó?
—Conversó con mamá.
—¿Y qué pasó?
—Mamá se fue enojada, pero vendrá más tarde o quizás mañana.
—Iré a hablar con Alisson.
Bajo a la sala y ella está sentada en el sofá dándole de comer al pequeño quien juega con sus accesorios y al notarme sonríe.
—¿Qué ha pasado con la conversación en el parque?
—Me ha pedido un tiempo. Necesita terminar de procesar que tiene un hijo. Ha sido tan lindo con el niño que ni te lo imaginas.
—Por supuesto que me lo imagino. ¿Te sientes mucho mejor después de hablar con él?
Asiente sonriendo.
—Muy bien, gracias por todo y por motivarme a tener el coraje de aclarar todo.
—No hay de qué.
—Camila.
—¿Ah?
—Quiero saber tu historia.
—¿Mi historia?
—Sí. ¿Cómo lo conociste?
—Está bien —suspiro—. Te la diré pero no te rías ¿bien?
—Lo prometo.