—¡Debes calmarte Dafne! —escucho que él le dice.
—¡No puedo! ¿Cómo me pides eso? Déjame aquí. Estoy esperando a mi bebé. Mira Royce, está pateándome.
Mi vista se dirige a ella que se encuentra en una esquina de la habitación que habían decorado para el bebé y tiene en sus manos un retrato con la ecografía.
—Mamá debes tranquilizarte, por favor.
—Mira cómo se mueve —lleva mi mano a su vientre—. ¿No sientes?
—Mamá, estás haciéndote daño con todo esto. Debes estar tranquila, vamos a tu habitación.
—¿Por qué siempre termino perdiendo lo que más quiero? —me abraza y rompe en llanto.
—No es así —quito el cabello de su rostro y seco sus lágrimas—. Vamos a tu habitación.
Salgo de la habitación y busco entre las carpetas el número del doctor Miller. Él se ofreció en caso de presentarse algún problema y considero esto como uno.
Marco el número y espero a que conteste.
—Doctor.
—Sí, doctor Miller ¿quién habla?
—Es la hija de la paciente Dafne Sánchez.
—¿Está bien?
—No doc, insiste en que el bebé se está moviendo en su vientre y no quiere salir de su habitación. No sé qué hacer...
—Envíeme la dirección por texto.
Al enviarle la dirección y tener respuesta de que llegará pronto, salgo al jardín y espero en el portón hasta que llega. Al bajarse del auto me sonríe y nos adentramos a la casa.
—Gracias por venir.
—No hay de qué. Es mi trabajo. ¿Dónde está?
—En la última habitación a la izquierda.
—Prepare un té y disuelva esto en el mismo —saca un sobre color verde y me lo entrega.
Él sube a la siguiente planta y yo me dirijo a la cocina para preparar el té. Sudo mucho mientras lo preparo pero es gracias a los nervios.
—¿Qué haces aquí? Ve con ellos.
—El doctor me ha dicho que necesitan estar a solas.
Les subo el té y ya están en la habitación. El doctor le habla mientras que ella sólo asiente y seca sus lágrimas.
Reviso mi teléfono mientras espero que el doctor baje, hasta que minutos después por fin lo hace.
—Cualquier otra cosa no dude en llamarme ¿bien? —guarda unas cosas en su maletín—. Ella me prometió guardar todo lo relacionado con el bebé.
—Ok doctor. Muchas gracias.
—Debe recibir charlas ya que es un proceso fuerte y duradero.
—¿Y qué le diré?
—Debe tratarse con un especialista.
—¿Usted hace ese tipo de charlas?
– Así es. Hospital central, consultorio c10 de lunes a viernes.
—Gracias doctor. ¿Cuánto le debemos?
—Nada.
—¿Cómo que nada? Usted vino hasta acá y...
—Nada —insiste.
Royce lo acompaña a la puerta y tarda en volver. Me ubico en la cocina porque tengo hambre y además mi madre debe almorzar. Pongo a hervir el agua para unos espaguetis y saco unas naranjas para hacer jugo.
Escucho a alguien quejarse mientras las exprimo, y me doy la vuelta: le ha caído zumo en el ojo. Río.
—Lo siento.
—No es gracioso —echa agua en su ojo mientras lo cubre con su mano.
—Para mí si lo es. Ayúdame, pon los espaguetis en la...
—No sé cocinar.
—Pues sal del mundo artístico unos días y dedícate a aprender.
—Lo tendré en cuenta. ¿Qué opinas de esas charlas?
—Por supuesto que sí estoy de acuerdo. ¿Por qué?
—El doctor la mira de una manera diferente, y no es nada profesional eso.
—¿Acaso tú no has mirado de una forma "diferente" a tus fanáticas? —no responde y comienzo a reír—. El silencio otorga. Y es normal, mi madre es muy simpática, merece que alguien más que tú la mire diferente.
—Respeto tu opinión pero no comparto eso sobre que alguien más debe mirarla.
—¿Estás celoso?
—No... no lo sé. ¿Tú estas celosa de que yo lo esté?
—Qué pregunta más rara. Pero ¿por qué habría de estarlo? —siento algo húmedo en mi cuello y son sus labios. Intento no demostrarle lo que logra con eso y me doy la vuelta.
Y me besa... Rodea mi cintura con sus brazos; lo que comienza con un simple beso se vuelve algo más eufórico. Me alza y me deja sobre el mesón.
Apenas me deja, el reloj suena. Me aparto de él y recojo mi cabello.
—¿Mark te hace sentir lo mismo? No lo creo —dice cuando me ayuda a bajar.
—Te respondería pero no estoy tratando de diferenciarlos.
—¿Estás bien? —se da cuenta de mi palidez tan repentina. Asiento.
Debo cerrar los ojos unos segundos y esperar que el mareo pase. Todo el estrés de los últimos días está pasando factura ahora, y debo tomar un descanso rápido.