—Tu mamá despertó —escucho la voz de Ángela. La busco con la mirada y la encuentro frente a la ventana con la pequeña en brazos—. ¡Buenos días! ¿Ya no sientes mucho dolor? —se acerca sonriendo—. La doctora pasó por aquí hace pocos minutos y dijo que la bebé ya no necesita estar todo el tiempo dentro de la incubadora, por eso ha decidido trasladarla hasta aquí. Como hoy se cumplen los tres días ya es hora de que amamantes a esta preciosura.
Mi niña está envuelta en una manta de color rosado y aún tiene el brazalete de color blanco alrededor de su pequeña muñeca.
—Cárgala —dice entregándomela y la miro asustada. Ríe—. Debes sostenerla en posición vertical.
La acomoda en mis brazos.
No puedo creerlo ¡Después de tres días la tengo en mis brazos!
Me ayuda a desabotonar la bata clínica a la altura de mis pechos. Acerca a la bebé y rápidamente atrapa el pezón.
—Al principio dolerá un poco. Cuando lo suelte o se quede dormidita, da por finalizado el desayuno —río mientras muerdo el interior de mi mejilla.
Martha tiene razón; duele mucho pero se siente hermoso a la vez. Pasado varios minutos la pequeña sigue comiendo. Se siente lindo saber que esa personita depende de mí para comer.
Cuando lo suelta, Ángela me enseña cómo palmear su espalda.
(...)
Una semana después...
Royce ha ido a retirar la orden de salida ya que es lo único que nos falta para que por fin podamos salir de aquí e ir a nuestra casa. Pero claro que nos quedaremos un tiempo con Ángela.
La puerta se abre y sonrío al ver a Royce con la bebé en brazos donde parece estar muy cómoda.
—Ya han firmado la orden, ¿lista para irnos de aquí? —se acerca lentamente con cuidado de no tropezar.
—¡Súper lista! Una semana dentro de estas cuatro paredes no es fácil. ¿Sí sabes quién me matará cuando la llame, no?
—¿Martha? —asiento—. Por eso no te preocupes, cuando lleguemos podemos conectar la portátil y hablas con ella.
—También me gustaría llamar a Alisson para darles la noticia.
Se sienta a mi lado, acomoda a la bebé quien hace una mueca y río.
—Será igual de gruñona que tú.
—Algo tenía que sacar de su madre ¿no crees? —acomodo su gorrito.
Royce besa mis labios separándose cuando un sonoro llanto se escucha en la habitación.
—Y celosa también —añade después.
(...)
Una vez que llegamos a casa de Ángela los hermanos de Royce e incluso ella comienzan a mimar a la bebé que está acostada sobre la cama. Ángela me da consejos sobre cómo cambiar el diaper, y de cómo hacer el biberón cuando llegue la hora.
Y es ella misma la que pide unos minutos a sola con su nieta para consentirla.
Son las seis con treinta minutos y ya estoy acostada en la habitación como corresponde con la bebé a un lado y muchas almohadas a su alrededor. Royce se ducha y cuando vuelve, se acomoda al otro lado dejando a la bebé en el medio. Sofia comienza a llorar y eso significa que tiene hambre o es hora de cambiarle el diaper. Reviso entre su pijama de ositos que su abuela le ha comprado y confirmo que no ha hecho nada.
Royce saca la portátil conectándola y le doy mis datos para que entre en mi cuenta.
—¿A quién prefieres llamar primero?
—Me gustaría Alisson, quiero saber cómo va todo con Mark.
Alisson aparece en pantalla y su rostro es de terror: hay ojeras, sus ojos se ven pesados y su nariz está roja. Le sonrío y comienza a llorar.
—¡Alisson! ¿Cómo estás? ¿Qué ha ocurrido? Lamento no haberte habl...
—No te preocupes. Aunque de seguro te habría encantado llamar para saber cómo estaba mi hermano.
¿Estaba? ¿Ella ha dicho... Estaba?
—¿Por qué hablas en pasado?
—Se fue. Partió de nuestro lado. Traté de llamarte como él me lo pidió pero no tenía a dónde
Niego reiteradas veces y mis ojos se cristalizan.
—¿Cuándo?
Royce sin entender la situación, quita a la bebé de mis brazos y sale de la habitación con ella.
—Hace casi dos semanas.
No puedo creerlo. Mark quería hablar conmigo antes de partir.
—Todos en casa estamos desbastados. Hace muchísima falta sentir su presencia, escuchar su voz, sus bromas —mis lágrimas caen sobre el teclado—. Estaba tan feliz ¿sabes? Juliana, la chica la cual todos creíamos muerta, volvió días antes junto a un hermoso niño. Ella volvió sin estar consciente de que mi hermano aún vivía, todo lo contrario, pensó que ya había muerto como le hizo creer su padre. Para cuando reapareció él estaba internado en la clínica pero aún así se sentía tan feliz de verla nuevamente.
—No puedo creerlo. Prometí que estaría con él en su tratamiento y...
—Dijo que te agradecía a ti por haber llegado y haberle regalado tantos lindos momentos. Que fuiste tú quien le demostró que a los pésimos momentos hay que enfrentarlos con buena cara. Y sobre todo, que muchísimas gracias a ti por haber sido parte de su lista antes de... morir.
—De verdad lo siento muchísimo, Alisson.
—¿Tú cómo estás?
—Mi hija nació hace unos días. Te llamé porque quería que ustedes la conocieran, especialmente él.
—También dijo que querría a tu hija como una sobrina.
—Y cuando ella crezca no dudaré en hablarle sobre él.
—Espero que después de esto no perdamos la amistad, eres mi amiga y...
—No la perderemos, te lo aseguro.
—Así será.
Observo la hora en la pantalla.
—Ya debo acabar con esta conversación porque debo seguir dándole de comer a la bebé y ordenar algunas cosas.
—Cuando vaya para allá no dudaré en hablarte.
No sé cómo expresar lo que siento en este momento. Quiero ir hasta allá y abrazar a su familia que en parte también ha sido mía. Quiero sacar las palabras de Ali diciéndome que él ha muerto de mi mente.
Sigo pensando que la vida es injusta con muchas personas.
Imágenes con los momentos que compartí con Mark se hacen presentes. Él se ha ido y yo no pude despedirme. Él quería llamarme y sabrá solo él qué quería decirme; tal vez algo de su vida o un nombre para la bebé. Lo quería como un amigo, un hermano, y lo peor es que la última vez que nos vimos fue cuando discutimos.
Es increíble la vida, sí que lo es: hoy uno nacen y otros mueren.
Apago el portátil dejándolo sobre la mesa al lado de la cama. No llamaré a Martha hoy, quizás mañana.
Royce cuando vuelve no me pide explicación, pero le digo todo y queda tan sorprendido como yo.