Durante la cena el ambiente estaba tenso, pero ahora que estamos sentados en el sofá esa tensión ha bajado. Noto como Royce mira al doctor; sé que está celoso y hace que yo lo esté también.
—¿Más vino? —les pregunta mi madre.
—Por favor.
Sirve el vino y al entregarle la copa al doctor detalla la botella y sonríe.
—¿Millano? ¿Ese es el nombre real del vino? Vaya —comenta y le sirve un poco a Royce también.
—Sí, así es. El vino viene de una de las propiedades de mi familia.
—¿En serio? —intervengo con curiosidad.
—Sí —ríe—. Está en California el viñedo.
—En vez de vino parece vinagre —miro mal a Royce ante su pésimo comentario.
—Muy malo el chiste —contesta el doctor a modo de broma.
¡Aunque vamos! ¿Doctor? veo en ellos ese trato más de amigos.
¿En serio no puedo tomar ni un poco?
—No puedes, estás tomando medicamentos y es mejor evitar.
—Cierto, Miller tiene razón. ¿Puedo tutearlo, no? Si mi mujer lo está haciendo, ¿por qué yo no?
Me levanto para ir al baño por la necesidad tan repentina de devolver todo. Cuando he terminado lavo mi rostro, y me paro frente al espejo.
—¿Qué te pasó?
Como siempre él siguiéndome y al pendiente de lo que hago.
—Nada Royce.
—Has devuelto la comida. Eso solo puede significar una cosa...
—¿Qué insinúas? —me hago la desentendida—. Escúchame Royce, lo que ocurra conmigo no es asunto tuyo. Ni de nadie.
(...)
Abro la puerta del apartamento con la intención de salir e irme al hospital donde he pedido la cita con el especialista, pero me encuentro con mi madre y su pareja quienes estaban por tocar.
—¿Hola?
—Hola hija, buenos días.
—Buenos días mamá. ¿Qué hacen aquí los dos? ¿Y vestidos así?
Ella usa un vestido playero, trae el traje de baño también y él una simple bermuda.
—Vinimos por ti. En cuatro día te irás a Londres, así que para aprovecharte antes de que te vayas decidí alquilar una casa en la playa e ir, ¿qué dices?
—Yo... no... —les cedo el paso al apartamento—, no puedo mamá. Tengo cosas que hacer.
—¿Con Mark? No hay problema, le dices que venga con nosotros.
No quiero ir y además debo ir al especialista para comenzar a tratar mi embarazo y ver cómo va todo con lo de la orina. Pero ellos insisten tanto que acepto y cuando entro a la habitación para cambiarme marco al consultorio y la cancelo. ¿Qué excusas les podría poner? No quiero meter a Mark en mis asuntos.
Invito a Martha y ella se anota con la condición de llevar a Daniel. Ahora nos encontramos frente a su casa esperando que salgan e irnos a pasar el día allá.