Un mes después...
Mark ha respondido muy bien al nuevo tratamiento, aunque igual debemos viajar lo más pronto a Londres. No le he dado más vueltas al asunto de que me iré con él, al contrario, me siento bien porque intentaré iniciar nuevamente.
Mi mamá ha vuelto al centro comercial a comprarle más cosas al bebé. Su panza aún no se nota del todo pero en unas semanas más comenzará a notarse.
En cuanto a Royce... ayer se apareció por aquí luego de haber discutido con mi madre; él insiste en decir ante los medios que será padre pero ella no quiere, al menos no todavía. Es por eso que se quedó a dormir aquí.
Me estiro lo suficiente y siento una presión en mi brazo. Cuando observo a mi izquierda está él, sigue dormido y se ve tan encantador así. Aunque no entiendo qué hace aquí; dejé que se quedara porque él aseguró que dormiría en el sofá.
Me levanto, entro al baño para ducharme y lavarme la cara. Cuando termino, busco algo en el armario para ir a preparar algo de desayuno. Estoy revolviendo los huevos cuando el teléfono suena y me pregunto quién podría ser tan temprano.
—¿Buenos días? —presiono el teléfono entre mi oreja y hombro, mientras corto trozos de jamón.
—¡Feliz cumpleaños! —chilla mi amiga al otro lado de la línea.
¿Cómo pude olvidarme de mi propio día?
—Ya tenemos la misma edad y recuerdo cuando éramos unas pulguitas —río ante su comentario.
—Gracias. Yo... Realmente no me acordé —suspiro—. Soy una estúpida por olvidar el día de hoy.
—¡Te quiero muchísimo! Y déjame decirte que hoy ya tienes una arruga más, también debo revisarte el cabello a ver si tienes canas.
—Yo también te quiero, idiota.
—Buenos días —la voz soñolienta de Royce hace que de la vuelta y lo veo recostado a la pared.
—¡Es Royce! —dice mi amiga al otro lado de la línea—. No me digas que...
Corto la llamada con Martha y dejo el teléfono a un lado para seguir revolviendo los huevos, y echarle el jamón.
—Hola.
—¿Ya viste que día es hoy?
—Sí —sonrío—. Miércoles.
—No me refiero a eso. Es tu cumpleaños.
—Como también lo es el de muchas personas ¿no? —dejo un tazón con queso sobre la mesa—. ¿Sabes? Me gustaría reunirme con todas las personas que cumplan años hoy, y hacer una súper fiesta.
Acerca sus dedos a mis labios y me obliga a cerrarlos. Intento reír pero la presión sobre los mismos me lo impide.
—Feliz cumpleaños —asiento sin poder responderle y sonríe—. Te tengo un regalo.
Entra a la habitación un momento y cuando sale trae consigo una cajita rosada.
—Ábrelo.
Hago lo me pide y me encuentro con una presiosa cadenita y un dije en forma de corazón.
—Está hermosa, gracias.
—Debo darle los créditos a la chica de la tienda. Me ayudó a decidir.
Se acerca con otra intención pero pongo mis manos en su pecho alejándolo.
—Debes ducharte e ir a tu casa. Debes hablar con mi madre.
—Lo haré pero primero, ¿te ayudo a ponerte lo que te he regalado?
Le doy la espalda y echo mi cabello a un lado. Siento su respiración en mi cuello y hago un esfuerzo para controlarme, y no terminar cediendo.
Cuando termina se dirige a la habitación y lo sigo.
—¿Qué es esto? —pregunto al ver sus maletas sobre la cama.
—Ya mismo lo ordeno.
—Está bien.
(...)
—¡Feliz cumpleaños mi amor! —mi madre me abraza casi asfixiándome.
—Gracias —sonrío.
—He organizado una fiesta.
—¿Qué?
—Nada de peros. Debes estar aquí a las nueve.
—No debiste molestarte mamá. Sabes que esas cosas no me gustan.
Mi teléfono suena y pienso en apagarlo porque es lo que más me molesta de cumplir años: las llamadas y mensajes. Pero al ver el nombre de mi padre sonrío y me alejo para conversar con él. Hablo durante unos minutos con él, luego me pasa a Jessie y a mi hermano.
—Hola —escucho la voz de mi amiga.
Tiene una caja de color blanca en manos y la misma trae un lazo rosa.
—No pensaba verte aquí tan temprano.
—¡Sorpresa! —dice divertida—. Para ti. Espero y no lo destruyas intentando abrirlo, te conozco —entrecierra los ojos.
Agarro la caja y me siento en el sofá.
—Gracias.
La abro y me encuentro con muchas fotografías nuestras desde que estábamos niñas hasta las más recientes e incluso una que nos tomamos hace un par de días.
—Me harás llorar —sonrío al ver las fotos.
—¡Hazlo! —me anima—. Así le pones más emoción.
—Pero tengo una duda ¿es mi cumpleaños o nuestro aniversario de amistad? —me mira ofendida y río—. Es broma, me encantó. ¡Gracias!