Doy pequeños golpes en la ventana del auto y segundo después él quita el seguro.
—Hey —saluda y ladea una sonrisa.
Quita sus lentes de sol para luego encender el motor. Comenzamos a andar y mientras muerdo mis uñas con nerviosismo.
—No sabía que por ir de compras las mujeres se ponían así —no sé si lo dice bromeando o en realidad piensa eso.
—¿Cómo?
—Nerviosa. ¿Por qué lo estás?
—Voy a perder el semestre.
—¿Qué? —se detiene por el semáforo en rojo.
—Mamá querrá matarme.
—Debiste ponerle más ganas.
—¿Nada más dirás eso? —bufo molesta y me cruzo de brazos—. Pero hay una solución, Royce —sonrío con picardía.—. La vieja gruñona de la directora me pidió que... A ver, ¿te gustaría que aprobara este semestre?
—¡Claro!
—Bueno...
—¿Le ofreciste dinero? Eso está mal. Puede delatarte y perderás todo el año.
—Ella perdería su trabajo —río.
De sólo imaginarme a la directora recogiendo sus cosas me dan ganas de que diga y así termina yéndose también.
—Pero no es dinero.
—¿Entonces?
—¿Me haces un favor?
—Depende.
—No. Si dices depende quiere decir que no lo harás.
—Bueno, sí —voltea los ojos.
—Bien... —suspiro—. Mañana tienes una cita en un restaurante —me mira con atención— con la directora, y no es necesario que vayas muy formal.
—¿Qué?
Frena el auto bruscamente.
—Ella me subirá la nota a cambio de una cita con Prince Royce —río nerviosa.
—¿Prácticamente me vendes por una nota?
—Debí suponerlo —hago un puchero.
—Estás mal.
—¿Aceptas? —le hago ojitos con la intención de convencerlo.
—¿Y qué la prensa?
—¡Vamos Royce! ¡Anímate!
—Está bien. ¿Qué edad tiene?
Le sigo dando datos de la directora mientras vamos al centro comercial.
Tardamos debido al tráfico pero finalmente llegamos.—Solo una cosa: guardar distancia.
—¿Te pone celosa que tu directora se me acerque?
—Claro que no —volteo los ojos—. Nadie querría acercarse a tronchatoro.
—Troncha... ¿qué?
—Olvídalo. No tuviste una buena infancia.
Entramos al centro comercial y le avisamos a mi madre quien no tarda en engancharse a Royce para ir en busca de los vestidos.
La búsqueda para lo que usaré no tarda mucho. Al ver un precioso vestido en un maniquí y en vitrina siento la necesidad de ir por él y hacerme las medidas. Es una especie de amor a primera vista, y cuando confirmo que es el correcto decido llevármelo
(...)
—Y entonces la señora empezó a gritar ¡Prince Royce! —cuenta mientras no paro de reír.
—¿Y después? —pregunto intrigada en medio de la risa.
—Una chica se dio cuenta y tuve que levantarme y salir con tu directora. Nos tomamos una foto y me pidió un saludo para su sobrina.
—Gracias —seco las lágrimas que han salido debido a la risa.
—Que no se te ocurra otra estúpida idea como esa.
—Tranquilo —me levanto—. Es el antepenúltimo semestre. ¿Quieres algo de tomar?
Estoy en su casa pero tengo sed y he decidido ir a la cocina por agua. Llego riendo a la cocina y lo sigo haciendo mientras vuelvo con ambos vasos. Estamos esperando que mamá termine de arreglarse porque ella debe ir en busca de sus accesorios y me pidió que la acompañara.
Cuando finalmente está lista, salimos de la casa y nos encaminamos al auto. Ocupo el asiento trasero y saco mi móvil.
—Hija —mira a través del retrovisor.
—¿Si?
—La coordinadora de notas me escribió porque no tiene tu número, y quería felicitarte por tus buenas calificaciones.
—Eso es genial, felicitaciones —dice Royce también mirándome.
—Gracias —sonrío.
Royce me guiña mientras sonríe cómplice.