Después de haber caídos más que exhaustos, sigo abrazándolo porque no quiero dejar de sentir el calor que envuelve nuestros cuerpos.
Tanteo sobre la mesa y doy con su teléfono que marca que son las cinco y media de la mañana, por tal, me acomodo nuevamente para dormir.
(...)
Abro los ojos lentamente adaptándome a la claridad, y reconozco la habitación. Me encuentro desnuda pero arropada por una fina sábana de color blanco. Intento moverme pero una presión en mi cintura lo impide. Él aún duerme y está abrazándome. Se ve tan tierno dormido que sonrío inconscientemente.
Acaricio su mejilla, y abre sus ojos.
—Buenos días —su voz sale soñolienta y sonrío.
—Hola.
—Qué linda manera de despertar.
—Despiertas así todos los días pero con mi madre. Royce, ¿qué pasará de hoy en adelante?
—Cómo que qué?
—Royce —suspiro— tú y yo estamos acá, despertando juntos y...
La puerta de la habitación se abre y me sorprende quien está viéndonos.
—¡Díganme que están vestidos!
Chilla y cubre sus ojos.
—Claro que lo estamos —bromea Royce.
—Te espero en el lobby. Mueve ese trasero.
Me levanto y entro al baño para darme una ducha rápida. Mientras lo hago trato de entender cómo fue que terminé en esta situación. Una vez lista, me pongo el vestido y me despido sólo con un adiós. Ubico a Martha en el lobby usando su movil mientras ríe.
—Aquí estoy.
—¡Cuéntame todo!
Guarda su móvil para prestarme atención.
—Me siento mal —confieso. Ella se levanta y nos dirigimos a la salida—. No sé porqué lo hice, Martha. Traicioné a mi madre.
—Déjenos en el café más cercano, por favor —le pide al señor del taxi mientras subimos—. ¿Te sientes mal por no ser una señorita ya o por haberlo hecho con él?
—Por todo.
Hago el enorme esfuerzo de no llorar porque sería ridículo. Si en un momento lo deseé ya no tengo porqué arrepentirme.
—Puedes contarme. ¿Qué tal fue?
—Sólo te diré que me trajo engañada diciéndome que tú estabas esperándome en el hotel. Y sí, si lo que quieres saber es si se portó bien o no, lo hizo... fue cariñoso en todo momento.
—Más detalles —pide—. Somos amigas desde que estábamos en el vientre de nuestras mamás.
—Es personal y me sentiría incómoda dando detalles.
El señor nos deja frente a un restaurante-café y ella se encarga de pagar. Nos sentamos y una chica se acerca para tomar nuestros pedidos.
—¿Tú como vas con Daniel? ¿Siguen viéndose?
—Sí. ¡Es tan hermoso!
—Me alegra que sigas viéndote con él. ¿Sabías que él me llevaría a ese hotel?
Me mira con el ceño fruncido.
—No. Ayer tu madre me sorprendió diciéndome que habías salido con Royce a verme. Le dije que sí pero que me avisarías al llegar. Estaba tan preocupada y no por ti, sino por él que no llegó. Tuve que salir antes de la fiesta, ¡por tu culpa!
Traen nuestros cafés y mi sándwich.
—Gracias.
—Trata de comer rápido. Tuve que mentirle un montón a tu madre y la mía debe estar enojada.
—¿Cómo entraste a la habitación?
—Hice un drama con un camarero.
—Qué habrás inventado.
—Sólo dije que allí estaba mi esposo con otra y que quería confirmar que sí me engañaba.
Envuelvo el sándwich en una servilleta y termino con el café.
—Vamos. Termino de comer en la vía.
Debemos llegar juntas a casa de Royce para hacer todo esto más creíble. Tengo que ir por mis cosas y luego podré irme a mi apartamento.
Me pregunto cómo se darán las cosas de hoy en adelante.