Como es de esperarse Martha nos deja solos excusándose de ir al baño.
—Felicidades a Martha —dice mientras la observa hasta perderla de vista y lo miro mal.
—Nos estabas escuchando —no pregunto porque es más que obvio que sí.
—No es así, yo estaba observándolas sentado a un par de sillas y ustedes conversaban en voz alta.
—Sí claro.
—¿Me acompañas a comprar algo al cafetín?
—Mark está por venir.
—Oh claro. Mark, Mark.
(...)
—¿Cómo te sientes? —le pregunto a mi madre mientras la ayudo a ponerse el suéter
Hace el intento de sonreír pero no lo logra, se ve tan agotada y ya sabemos la razón.
—¿Cómo crees que me siento? Pero con las terapias del doctor Miller he entendido muchas cosas.
—¿Y las miradas también? —deja el vaso con agua a un lado y me mira frunciendo el ceño—. Me he dado cuenta. Llamaré a Royce para que esté contigo mientras yo retiro unas cosas.
Hoy volverá a casa y no quiero ni imaginarme cómo se sentirá cuando entre en esa habitación. Ahora está agotada pero se ve más animada y todo gracias al doctor Miller, la verdad es muy bueno con sus terapias y espero poder hablarle cuando estemos en casa para que vaya de vez en cuando en lo que ella se recupera.
Royce no tarda en irse a la habitación y yo retiro las cosas en recepción. También le marco a Mark y le pido el favor de que nos venga a buscar, a lo que acepta y en media hora ya está aquí.
Cuando entramos a casa, dejo el bolso con las carpetas en la mesa y me fijo en la última ecografía que yace sobre la misma. La cubro con la carpeta para que ella no la vea, y los acompaño a la habitación.
Cuando vuelvo con Mark, está utilizando su móvil y al notarme sonríe.
—¿No tienes hambre?
—No, debo irme.
—¿Por qué?
—Te llamo después.
Me da un beso antes de salir y subir al auto. Me encojo de hombros y camino hacia la cocina porque yo sí tengo hambre. Desayuno sola, pensando y pensando cosas relacionadas con Royce, mi madre y Mark. No sé qué pasará con la relación de mi madre y él, he notado como ella le huye pero él parece no darse cuenta. Y con Mark, retomaremos el viaje a Londres pero ya no sé si es lo que quiero.
Mi teléfono suena y es una llamada entrante de mi padre. Con todo lo que pasó olvidé llamarlo. Le cuento todo y parece estar sorprendido; no sabía que mi madre estaba embarazada y siente mucho que lo haya perdido. Le mando saludos a mi hermano y a Jessie, una vez que terminamos de hablar me acomodo entre las sábanas en la habitación de huésped.
Creo escuchar una ducha a lo lejos y no hace falta adivinar quién está ocupando el baño. Me he quedado dormida y aún así no me siento descansada. Tanteo sobre la mesa para agarrar mi teléfono pero no lo consigo.
La ducha deja de escucharse y antes de que salga, finjo estar dormida. Ríe y tengo la curiosidad de saber porqué. Está tomándome fotos con mi móvil desde el umbral de la puerta del baño.
—Dame el móvil.
—No.
—¡Qué inmaduro eres! —tiro de las sábanas—. ¡Dame mi móvil ¡Ya!
Me paro frente a él e intento no concentrarme en su pecho húmedo ni en la toalla que tiene alrededor de su cintura. Forcejeo con él por mi móvil pero fallo, lo único que siento es algo caer en mi pie y sé que es.
Le doy la espalda debido a la vergüenza pero es una acción estúpida.
—¿Por qué das la vuelta? No hay nada que no hayas visto —abro la boca ofendida y llevo mi mano hacia atrás para que me de el móvil.
Observo la pantalla y doy con varias fotos mías y selfies de él.
—¿No te importa mi madre?
—Claro que sí. ¿Por qué?
—¡Porque mierda! Ella pierde a tu hijo y en vez de estar con ella estás aquí bromeando conmigo. Sal, vístete y ve con ella, Royce.
—Cam...
—Voy a prepararle el almuerzo. El doctor nos dijo que debía hacerlo al mediodía y son más de las doce. Si quieres, puedes ayudar.
Está por decir algo pero no lo hace ya que nos alarmamos al escuchar un florero romperse.