Cierro el casillero y recojo mi bolso del piso para colgarlo en mi hombro y salir de aquí. Arrugo el papel con los apuntes que tengo en manos y camino dirección a la salida.
—¡Camila! —escucho a mi amiga chillar.
—Hey —espero que llegue hasta mí para retomar mi camino.
—¿Y esa cara? —pregunta frunciendo el ceño.
—Me fue pésimo en el examen.
—No entiendo, Camila. Eres una de las más aplicadas de la sección, ¿por qué sacas cinco en vez de diez? ¿qué pasa contigo, Lewis? —la miro afligida y ella niega sin dejar de mirarme—. Royce no te va a conseguir un trabajo sin antes tener experiencia universitaria ¿eh?
—No se trata de él —intento excusarme.
Ríe.
—Tus calificaciones han bajado y sé que es por él.
Salimos de la universidad y nos dirigimos a la parada de autobuses.
—¿Tu madre lo sabe?
—¿Qué cosa?
—Lo de tus calificaciones.
—No, pero la señora gruñona directora me informó que le va a llamar hoy o mañana. Ya sabes, trabajaron juntas hace mucho y son viejas compañeras.
—Estás mal.
—¿Y tú? ¿Cómo vas con tus conquistas?
—Muy bien —sonríe—. Conocí a un chico... Hmm, ¡Daniel! —chilla— me llama muchísimo la atención, amiga.
—Suerte con eso.
—¿Y tú con Mark? ¿No han salido como amigos?
—Sí. La última vez que salimos él se sintió muy mal de pronto, dije que llamaría a su hermana pero no quiso. Me asusté mucho.
El autobús se para frente a nosotras, subimos y nos sentamos juntas.
—Es muy extraño. Es como anticuado, y me recuerda a esos chicos fanáticos de los cómics —se burla.
—No seas mala. Él es un chico bastante simpático, me cae muy bien.
(...)
Cuando entro al apartamento tiro todo a la cama y me desvisto, hace mucho calor por lo que necesito una ducha.
Me preocupa el hecho de no poder eximir este semestre como los anteriores, o aprobarlo con un diez.
Hace un par de días que no veo a Royce, después de lo que pasó aquí y ahora debe estar en algún otro lugar por cuestiones de trabajo. Es algo que agradezco, teniéndolo lejos puedo concentrarme más. Mi teléfono suena y muestra la foto que Mark nos tomó hace días; sonrío y contesto.
—Es Camila, por favor deje su mensaje después del tono. Pí, pí —bromeo.
—Tonta —ríe— ¿cómo estás?
—Muy bien. ¿Y tú?
—Estoy mejor.
—¿Te pasó algo? ¿por qué dices que mejor?
—No, sólo tenía dolores de cabeza muy fuertes. Nada de que preocuparse. Verás, te llamo para invitarte a cenar ¿qué dices?
—No debo aceptar Mark, necesito estudiar ya que mis notas últimamente han sido patéticas —suspiro— pero acepto. Sólo promete que me traerás de vuelta temprano ¿si?