Capítulo 23

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Desafortunadamente Martha no dio con el chico por más que lo buscó y le preguntó a las enfermeras. Puede que esté en una de esas habitaciones pero tampoco me pondré a buscar en cada una.

Se hizo de noche, mi madre está conmigo en la habitación pero mi amiga entró ofreciéndole ir por un café. Se me hace extraño no ver a mi padre por aquí, no creo que sea capaz de regresarse a New York sin despedirse de mí y de asegurarse de que estoy bien.

Estoy a punto de quedarme dormida gracias al aburrimiento pero la puerta se abre y veo a Royce entrar. Recuerdo la conversación con mi madre sobre la transfusión y me lleno de enojo. Él me ha donado sangre, sí, pero es para ver contenta a mi madre y no para verme recuperada.

—¿Dónde está tu madre? —se tira al sofá y enciende la televisión.

—Salió con Martha.

Cierro los ojos para no soportar tener que mirarlo pero siento que está observándome, y lo sé porque me siento incómoda.

Uno, dos, tres, cuatro...
Comienzo a contar como estúpida a esperar que decida ir en busca de mi madre pero es todo lo contrario, cuando abro los ojos me sobresalto al tenerlo a un lado. Me mira de una forma muy extraña y entrecierra sus ojos.

—Están en el cafetín —espero que diciéndole eso vaya por ella.

Ignora lo que he dicho y acerca su mano a la cosa que tengo en la nariz que también cubre mis labios. La quita y aprovecho de inhalar que no sea eso tibio. Lleva sus manos a mi mejilla y me pregunto: ¿se siente bien? ¿está bien? ¿por qué hace eso?

Acorta la distancia y tan pronto lo hace, siento sus labios sobre los míos.

—He olvidado mi... —empujo a Royce inmediatamente al escuchar a mi amiga decir eso pero es inútil porque sé que ella nos ha visto—, he olvidado mi bolso... soy una estúpida, sí, lo soy.

Coloco nuevamente la mascarilla nuevamente porque no quiero que me pase algo más.

—¿Has visto a Dafne?

—Sí, estamos en el cafetín. Está conversando con su ex esposo.

Él no dice nada. Sale de la habitación y Martha comienza a chillar.

—¡Cuéntame!

—No entiendo porqué lo hizo. Él iba a besarme.

—Lo hizo, ¿o no?

—Sólo fue un roce pero... ¿Y si hubiese sido mi madre quien entraba? Gracias por haber olvidado tu cartera.

—Yo me siento estúpida.

—¿Por qué lo hizo?

—Porque se está dando cuenta de algo. De que le importas —se encoge de hombros y busca algo en su bolso.
Me extiende mi teléfono y no dudo en agarrarlo—. Tuve el atrevimiento de revisarlo. Tienes muchos mensajes y llamadas perdidas.

—Gracias.

—Debo irme. Por cierto, mi madre siente mucho no haber podido venir. Las cosas en el trabajo están rudas.

—Tranquila.

Ella se va y quedo revisando mi teléfono. Hay muchos mensajes y la mayoría son de las compañeras de clases y otros más hipócritas deseándome una buena recuperación.
Paso el rato así, hasta que mi padre vuelve y decide llamar a Jessie para poder hablar con ella.

(...)

—Y bien señorita Lewis, oficialmente le doy de alta —escucho exactamente lo que quería y debía escuchar hace días.

—¿Seguro? ¿No hay consecuencias mayores después? —interviene mi padre.

—No papá, ya lo has escuchado... ¡Puedo irme!

—Así es. Aunque no te librarás de este neurólogo tan fácilmente ¿eh? —ríe—. Te pautaré unas citas para los próximos días y semanas.

—Puede pautarme las que quiera con tal de no estar más aquí.

—Firmaré la orden y algunos de ustedes podrá retirarla en recepción junto a los otros papeles. Aquí le dejo la receta con los medicamentos e indicaciones que debes tomar, no falles con ellos. Con permiso.

Me entrega la orden y apenas la ojeo. Una enfermera que esta presente me ayuda a levantarme y agradezco ya no sentir mareos ni mucho dolor. Mi madre ayuda a ponerme lo que me han traído y odio no poder peinarme gracias a la venda que todavía cubre parte de mi cabeza.

Cuando estoy lista, mis padres salen para ir a recepción y Martha se excusa estúpidamente diciendo que va al cafetín. Pienso que Royce va a quedarse, pero es el último en salir.

—Listo. Hasta luego —se despide cariñosamente la enfermera.

—Gracias.

Cuando sale quita la identificación que esta en la puerta con mi nombre y la deja abierta. Me distraigo con mi teléfono esperando que vuelvan por mí para irnos.

—¿Camila? —alzo la mirada y sonrío.

—Hola Mark.

Double Vision (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora