Royce
—El vuelo tardó muchísimo —se queja mi hermana.
—¡Por fin vuelvo a verte! —mi madre me envuelve con sus brazos.
—Me alegra mucho que estén aquí.
Las ayudo con las maletas y nos dirigimos al auto.
—¿Papá y los chicos ya llegaron?
—Sí —contestan al mismo tiempo y cierro la parte trasera.
—¿Me esperan unos minutos? Voy al baño y aprovecharé de irle a comprar algo a Dafne —avisa mi madre.
—Anda tranquila.
Mi hermana no deja de mirarme y sé porqué lo hace. Luzco espantoso con las ojeras y el aspecto de no haber dormido mucho. Ella utiliza su móvil y se toma una fotografía, cuando lo guarda se acomoda y me observa mejor.
—Mírate no más Geoffrey, estás agotado. ¿Qué te ha pasado? ¡Mañana es tu boda! ¡Por Dios!
—Sólo son horas extras de trabajo.
—A mí no me mientas, sé lo que te ocurre. Y ambos sabemos cómo le podríamos llamar a eso —se cruza de brazos.
—¿Camila? —asiente—. Tienes razón, es ella. La he llamado desde anteayer y no me contesta. No sé qué le ocurre.
—¿Otra vez tú con tu presentimiento? Si no te contesta es porque no tiene interés en ti, así de fácil.
—Ella me ama, y mucho.
—¿Y si tú a ella también entonces por qué no cancelas todo para mañana?
—Porque también está Dafne, ¿olvidas? No soy como esos imbéciles que le rompen el corazón...
—¿Y si se lo romperás a la madre de tu hijo? Por Dios hermano, ¿te estás escuchando?
—¡No sé! ¡Tal vez logre hablar con ella hoy!
—Eso sí sería de imbéciles, cancelar la boda un día antes.
—¿Entonces puedo desde hoy considerarme uno de ellos?
Mi madre da pequeños golpecitos en el vidrio, abro y sube dejando algunas cosas en su rezago.
—¿Has estado resfriado, hijo?
—Son horas extras de trabajo mamá —interviene mi hermana sarcásticamente.
—Le he dicho que debe agarrar un descanso. ¡Pero Geoffrey es demasiado terco!
Cuando llegamos a casa mis hermanos salen a saludar a las mujeres que han llegado y ayudan con el equipaje. Dafne está terminando de servir el almuerzo y al ver entrar a mi hermana junto a mi madre se acerca para saludarlas también.
—Está muy lindo el cuarto que han decorado para el nieto de Dafne —escucho decir a mi papá.
No estoy de ánimos aun cuando mi familia puede ayudar a subirlo. Tan solo quiero que el día de mañana llegue y termine rápido.
—¡Ya vengan a comer! —nos llama mi esposa.
—Te ayudo con los vasos —se ofrece mi mamá.
—¡Buen provecho!
Luego de haber terminado el apetitoso almuerzo, Dafne y mi madre se van a la habitación porque quiere mostrarle el vestido. Mis otros tres hermanos se van a la parte trasera de la casa y desde aquí puedo verlos sentados a la orilla de la piscina riendo.
—¿Ocurre algo?
Mi padre se acerca palmeando mi espalda sin dejar de mirarme.
—Estoy cansado, es todo.
—Deberías de irte a recostar un rato, no sería agradable que mañana estés con ese aspecto en tu boda —coloca su mano en mi hombro y da un pequeño apretón.
—Tienes razón. ¿Qué hora es?
—Ya son las cuatro y media.
—No me despierten hasta después de dos días ¿sí? —murmuro.
—¿Qué has dicho? —frunce el ceño.
—Despiértame mañana temprano.