—Recuerdas mi nombre —dice sonriendo.
—Y tú el mío ¿no?
—No son tan difíciles que digamos.
—Pues no. Me alegra no verte en esa silla de ruedas ¿estás mejor?
—Lo estoy, gracias por preguntar. Tú veo que ya lo éstas... estás dada de alta ¿no?
—Sí —de solo recordarlo me siento feliz.
—Hmm... Yo sólo pasaba por aquí, te vi y dije ¡esa es la chica! ¡la que se atrevió a salir sin supervición!
—Sí, grave error. ¿Por qué no terminas de entrar? No te quedes allí parado.
—Oh, gracias. ¿Por qué estabas aquí?
Le cuento sobre mi accidente y el tiempo que estuve aquí. Se ve un chico muy divertido y debo mencionar que también es muy simpático.
—¿Y tú? ¿Por qué estás aquí?
—Hemos vuelto. ¿Lista para irte?
Mis padres entran y Royce tras ellos.
—Más que lista. Mamá, papá... Él es Mark, y Mark, ellos son mis padres.
—Mucho gusto.
—¿No tienes una habitación? —miro mal a Royce por el estúpido comentario que ha hecho.
—¿Disculpa? —Mark frunce el ceño.
—No le hagas caso Mark. Él es Royce y Royce, él es Mark.
—Mucho gusto —pienso que Royce lo va a dejar con la mano extendida pero segundos después le corresponde.
—Bueno —mi padre se acerca a mí—. Te tengo una sorpresa.
—¿A mí? ¿Cuándo cumplí años que no me enteré? —bromeo.
—Ten... ábrelo y dime qué te parece.
Agarro el sobre que está ofreciéndome y lo abro rápidamente. Curvo mis labios en una O y miro a papá sorprendida.
—No... ¿En serio? ¿Solo para mí?
—Me lo pediste ¿no? —ríe y besa mi frente.
—Gracias... de verdad, ¡muchas gracias!
Me pongo de pie cuidadosamente y lo abrazo. Sin duda es lo que mejor que él haya podido obsequiarme.
—Adentro está la dirección pero si quieres te llevo para que lo conozcas. No está del todo amueblado pero sí lo necesario.
—¡Gracias! —lo abrazo nuevamente.
—No debiste molestarte —todos miramos a mi madre—. Acaba de salir de aquí, debe alguien estar al pendiente de ella y..
—Yo se lo pedí.
Miento. No recuerdo haberle dicho a mi padre que quería un apartamento propio o al menos no directamente.
—Los espero afuera. ¿Vamos, amor?
Ella sale jalando a Royce prácticamente y sé que le ha afectado que me hayan dado este regalo. Martha entra y al ver la llave que tengo en manos chilla de la emoción.
—¡Ya no lo verás más!
—¿A quién?
—Nadie papá —me adelanto en responder—, a un vecino que estudia con nosotras y no lo soportamos.
—Me alegra que te haya gustado hija.
Mark sigue allí parado y se nota incómodo. Me acerco a él, lo saco de la habitación mientras mi amiga y mi padre agarran mis cosas.
—Me caes bien —digo con sinceridad.
—Felicitaciones, buen regalo.
—Gracias.
—¿Tienes teléfono?
—Claro, ¿necesitas llamar a alguien?
—No... indirectamente te estoy pidiendo el número.
—Oh claro, soy una estúpida.
Al momento que terminamos de intercambiar números mi padre cierra la habitación avisándome que ya debemos irnos.
—¿Cuándo sales de aquí?
—Aún me falta —luce triste al decírmelo.
—Puedo venir a visitarte.
—¿En serio?
—Lo digo muy en serio. Ya debo irme pero avísame si sigues aquí para volver.
—Cuenta con eso.
Me despido de él y lo veo alejarse hasta perderlo de vista. Entro con mi padre al ascensor y en cuanto llegamos a planta nos espera mi madre quién parece estar enojada.
—¿Piensas irte hoy mismo?
—No lo sé papá. Tal vez deba esperar unos días... Digo, acabo de salir y necesito estar con alguien por cualquier cosa.
—Tienes razón.
(...)
Mi padre no nos acompaña a casa de Royce y Martha tampoco lo hizo. En cuanto llegamos subo a la habitación y mi madre entra después.
—No pienses que me voy contigo a tu nuevo apartamento —deja el bolso con mis cosas en la cama—. Quisiera, pero no.
—No te lo estoy pidiendo mamá.
—Ok —suspira— iré por tus medicamentos a la farmacia.
—Vale.