Capítulo 97

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Un mes después.

—¿Entonces qué nombre te gustaría ponerle? —pregunta Alisson cuando salimos de la clínica.

—La verdad aún no he pensado, ni sé si es niño o niña —digo encogiéndome de hombros.

—Lo extrañas, ¿cierto? —junto mis labios, y ella toma eso como un sí.

Subimos al auto que Macarena nos prestó para movilizarnos el día de hoy, y nos dirigimos a un centro comercial porque según ella debe comprarle el primer regalo al bebé que será como su sobrino. Duramos rato en la tienda hasta que ella se decide por dos conjuntos colores pasteles y yo también termino escogiendo dos.

Después de recorrer el centro comercial y comernos un helado, salimos con destino a un parque. Apenas son las doce con treinta minutos del mediodía y no tenemos ganas de volver a casa ahora.

Pero ahora con los meses avanzando y la panza haciéndose notar me canso más.

—Mejor sentémonos allá —señala unos puestos vacíos—. Te ves pálida.

Deja las bolsas a un lado y se acomoda frente a mí.

—¿Quieres un jugo?

—No, gracias Ali —le sonrío.

—Camila, quería darte las gracias.

—¿Por qué?

—¿Por qué? —repite incrédula—. ¿Te enumero cada cosa que has hecho por mí? —ríe—. Realmente tus consejos me han servido mucho. Como por ejemplo reconciliarme con Anthony sin importar lo que su padre opine al respecto. Mi mamá lo aceptó y me prometió que hablaría con él. Además todo fue gracias a ti que planeaste aquella cita para ambos.

Río al recordar lo mucho que me costó planear todo eso.

—Anthony está feliz con nuestro pequeño, tanto así que prometió que pronto haríamos lo trámites para lo del apellido. Segundo: por darme un espacio en el apartamento de tu padre. Me ha hecho muy bien poder compartir contigo...

—No tienes porqué agradecer eso. Simplemente mi padre me dejó el apartamento mientras sale un comprador y él vuelve a New York, ¿por qué no compartirlo con mi amiga?

—Tercero: por hacer sonreír a mi hermano. Créeme que no lo había visto así en mucho, pero mucho tiempo... Y a pesar de su tratamiento ahí está, sonriendo. No ha sido fácil por sus recaídas pero sé que él puede —su voz se quiebra y acaricio su espalda.

—Quiero a Mark —digo con sinceridad.

—Como amigo —corrige y asiento—. Cuarto: por cuidar y querer a mi hijo como si fuese tu sobrino. Estoy segura que en un futuro te lo agradecerá.

—También lo quiero... ¿Y sabes? Si mi bebé llega a ser niña, quiero que estén juntos —bromeo.

—Sería lindo —reímos—. Y muchas otras cosas más.

Mi vista se nubla y debo aferrarme a mi cartera.

—¿Estás bien? —se alarma al notarlo.

—Sí, solo me sentí un poco mareada. Es todo.

—Te he mareado con mi charla.

—No, nada de eso.

—Entonces vámonos. El doctor te ha dicho que debes descansar.

(...)

Me pide que entre primero porque ella luego se encargará de bajar las cosas del auto. Le hago caso y en cuanto cruzo la puerta del edificio noto mucho alboroto en planta baja.

Double Vision (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora