—Respóndeme —Alisson insiste.
—Él es la pareja de mi madre y están esperando un hijo.
—No respondes a mi pregunta. ¿Tienes algo con él? Porque acaba de llamar e imagino que se confundió, contesté y te dijo mi amor...
—Sí Alisson ¡lo amo! —camino de un lado a otro impaciente—. Pero lo nuestro no puede ser.
—Por eso has decidido irte a Londres, ¿no es así? —suspira—. Sé lo que duele amar a alguien prohibido, lo digo por experiencia.
—Es horrible. No creo poder aguantar más.
—Pasé por lo mismo —se sienta e imito su acción—. Me enamoré de mi hermanastro.
—Mark no me comentó que tuviesen algún hermanastro.
—Vive en Londres, es por eso que estoy aquí huyendo de él. No quería que supiera que estaba embarazada.
—¿Tienes un hijo?
—Sí, tiene siete meses sonríe —sonríe—. Se parece mucho a su padre. Fue horrible mentirle a Mark diciéndole que no sabía quién era el padre... Y aunque me reclamó, ahora mi hijo es su adoración.
—Alisson prométeme que no dirás nada. Yo sí quiero a tu hermano, y estoy intentando corresponderle de igual manera.
—Te creo, pero déjame decirte que al corazón no lo podemos engañar.
(...)
Varias horas después le dan la orden a Mark de poder salir y esperamos a que Alisson vaya en busca del auto a la casa. Cuando llegamos ella lo acompaña hasta la habitación mientras yo me encargo de desechar las hamburguesas que tienen un olor desagradable.
Ordeno todo y me dirijo a la habitación para despedirme.
—Mañana vengo —informo y él asiente—. Te quiero.
—Yo también te quiero. Hasta mañana, pokemona —sonríe.
—Qué apodo más extraño —río—. ¿Estás en eso de cazar pokemones?
—Quédate con la duda.
—Lo averiguaré. Adiós —digo divertida y me doy la vuelta.
—Te acompaño a la puerta —ofrece Alisson y salimos a la sala—. Gracias por todo lo que haces por él.
—No hay de qué.
—Por cierto, mañana voy a ver las cuestiones para el viaje.
—Te pasaré mis datos por correo.
Ella llama a un taxi de confianza y el mismo me deja frente al edificio.
Cuando entro al apartamento lo primero que hago es quitarme el suéter e ir a la cocina por un vaso con agua.Enciendo el teléfono y encuentro varios mensajes de voz. El primero es de Martha:
«Amigaa ¿donde te has metido? me han invitado a una fiesta y pensé en ti. Sí ya sé que prometimos no beber más, pero estamos de vacaciones. Si te decides, llámame.»
El que sigue es de mi madre:
«Cielo, ya le confirmé a Royce y no te imaginas lo feliz que anda. Te amo, y espero verte mañana.»
Y el último es de él. Pienso en no escucharlo, dejarlo en el buzón pero la curiosidad de saber qué dice es inmensa, por tal, termino escuchándolo:
«Desde que tu madre dio la noticia has estado diferente conmigo, y tienes suficientes razones. Pero Camila yo... No sé qué decirte para hacerte sentir bien. Espero que nos veamos pronto.»
No respondo ninguno de los mensajes y me tiro al sillón para ver la televisión.