Capítulo 32

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—¿Qué? ¿al otro lado de la puerta? ¿es en serio? —pregunta rápidamente.

—Sí, afuera... —comienzo a impacientarme—. ¡Todo es tu culpa!

—¿La mía? —se pone de pie y camina de un lado a otro—. Ambos estábamos en esto y no parecíamos querer detenernos.

—Escóndete en el baño —lo empujo— y ni se te ocurra salir.

Recoge sus cosas y se encierra en el baño. Estoy nerviosa. Me siento mal por lo que he hecho.

—Vístete —lo escucho decir.

Ordeno un poco la habitación y me pongo nuevamente la pijama. Corro hacía la puerta y al abrir, ella sonríe.

—Por fin cariño —me da un corto abrazo al que correspondo—. ¿Estás bien?

No puedo ni hablar. Sigo sin asimilar lo que hacía anteriormente, y ahora siento mucho arrepentimiento.

—Royce no pudo acompañarme. Salió muy temprano —deja su cartera en el sofá y detalla el apartamento—. ¿Todo bien? —frunce el ceño—. Voy al baño.

—¡No!

—¿Por? —ríe.

—No hay inodoro.

Es lo más estúpido que se me ha ocurrido.

—Vine hace días y sí había.

—Se dañó.

—¿Y cómo le haces? 

—Justo iba saliendo por el plomero.

—¿Ibas a salir en pijama?

—No, qué dices... —río nerviosa—. Iba a cambiarme primero, pero entró tu llamada cuando estaba en el baño.

—¿Haciendo qué? No entiendo nada Camila, estás actuando muy extraño.

—Estoy normal. Sólo estoy muy nerviosa porque debo presentar exámenes y estaba estudiando, pero no logro aprenderme nada. 

—¿No ibas a salir?

—Sí. Te he dicho que estaba estudiando, estaba...

—¿No estabas en el baño?

—¡Si! —respondo frustrada.

Ella sabe que estoy mintiéndole e intenta confundirme con tantas preguntas.

—Bueno —busca entre sus cosas—, vine a traerte esto. Es la invitación a la boda.

Sonríe y extiende el sobre de color beige. Mis manos se ponen frías e incluso mi cara es de terror.

—Quita esa cara. Es de Claire, ¿la recuerdas? —agarra su cartera—. La boda será en unos días.

—Ok, la leo después.

—Bueno —suspira—, debo irme porque quizás Royce está por llegar y le tengo una sorpresa. Hoy estamos de aniversario.

Nos despedimos y cuando ella finalmente sale me aseguro de cerrar bien la puerta. Dejo salir todo el aire contenido y me tiro al sillón para ojear la invitación. Mi vista comienza a nublarse por el hecho de recordar que besé a la pareja de mi madre y que, si no es porque estoy en mis días habría pasado algo más.

—Estaba muriendo. En ese baño hace mucho calor —dice pero no le presto atención.

—Puedes irte ya —dejo la invitación a un lado y me levanto—. Ella piensa que llegarás pronto.

—Me tiene una sorpresa —peina su cabello—. Estamos de aniversario.

Voy a la cocina y me sirvo un poco de agua. Él se para a mis espaldas y suelta la cola que sostiene mi cabello despeinándolo.

—¿Estás consciente de lo que pudo haber pasado si ella no llega?

—Estuvo mal. Todo está mal.

—Lo sé, pero no me arrepiento Camila. ¿Tú lo haces?

Sí estoy arrepentida pero pienso que fue lo más eufórico que me haya podido pasar.

—Royce, ¿qué es lo que sientes exactamente? —me tomo el atrevimiento de preguntar.

—¿A qué te refieres?

—¿Aún amas a mi madre?

—Por supuesto.

Me suelto de su agarre y él no dice ni hace nada. Busco entre los compartimientos de la cocina lo necesario para preparar unos waffles que he aprendido a hacer gracias a los tutoriales de youtube.

—No sé qué vas a preparar, pero con todo lo que has sacado se ve que quedará muy rico.

—Indirectamente estas pidiéndome que te dé de mis waffles ¿no?

—Sí.

Hago lo necesario y debo esperar unos minutos a que estén listos. Mientras saco algunas fresas y las dejo sobre el mesón. Cuando todo está listo comemos y es él el primero en terminar. Entra al baño donde tarda mucho allí dentro, pero cuando sale creo que está dispuesto a irse.

Me siento en el sofá y él hace lo mismo.

—Debo irme.

—Sí.

—No sé que sucede conmigo, Camila. Con nosotros.

¿Ha dicho nosotros? No hay un nosotros. Todo esto es una locura. Lo que yo siento lo es.

—Estoy muy enredado —se acomoda en el sofá y fija su mirada en mí logrando intimidarme—. Amo a tu madre, y muchísimo. Pero luego entras tú.

—¿Yo?

—Sí. Estoy mal, definitivamente lo estoy.

—Yo también lo estoy —me levanto y comienzo a caminar de un lado a otro, debido a los nervios—. Yo sólo debería de sentir aprecio hacia tu persona por el hecho de ser la pareja de mi madre y no. No Royce, no quiero sólo apreciarte. No sé qué está mal en mí, no sé desde cuándo...

Interrumpe dándome un beso; cuando se separa pienso que debo seguir hablando pero él se dirige a la puerta y se va.

Double Vision (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora