Cuando entro al apartamento me llevo una sorpresa al ver a mi padre sentado en el sofá y al verme se pone de pie.
— ¡Papá! —me acerco con la intención de abrazarlo pero se aleja. Su mirada es diferente comparada a otras veces y su expresión es seria—. ¿Ocurre algo? ¿Mi hermano está bien? ¿Jes...?
—Todos están bien —su gruesa voz me sorprende.
—Me alegra que hayas venido a hacerme una visita! Realmente la necesitaba. ¿Quieres algo de tomar?
—No es una visita de cortesía, Camila.
—¿Entonces?
Dejo las compras que he hecho en el sofá.
—¿Cómo pudiste? ¿Sabes? Me lo habían dicho, pero se me hacía difícil de creer. Pero ayer... ayer al verlos a él y a ti en el cafetín muy juntos...
—¿De qué hablas?
Sé perfectamente a qué se refiere.
—¡No me mientas! ¡Ya basta de tantas mentiras! Los vi, los vi besándose y luego tú... ¡Tú subiste a un auto con él!
—Papá...
—Te consideraba diferente a las mujeres de hoy en día, creía que eso pasaba en las novelas o en problemas familiares de esos que pasan en televisión pero ahora...
—Déjame explicarte...
—Te dejé pasar incluso cuando me dijiste que ese bebé que esperabas no tendría padre porque te habías acostado con alguien que ya ni recordabas quién era... ¿Pero y qué? ¡Es nada más y nada menos que la ex pareja de tu madre! ¿Tienes idea de cuánto ella habrá sufrido al enterarse? ¿Tienes ideas de cuántas veces él estuvo contigo y luego con tu madre o viceversa? ¿Tienes idea de cuántos te amo le decía a ella y luego los repetía contigo? ¡No tienes idea! Apenas eres una jovencita...
—Tengo la edad suficiente, papá...
—Él es mayor que tú.
—¿Y eso qué importa? Que yo sepa tú eras cinco años mayor que mamá, ¿y qué? Aquí estoy...
—¡Fue diferente! Yo no estuve anteriormente con su madre. ¿Qué no te enseñamos valores?
—¡Papá, por favor!
Las lágrimas hacen presencia.
—No me pondré como esos padres histéricos. Sabías perfectamente lo que pasaría al estar con alguien y no protegerte —ladea su cabeza—. Eras consciente de las consecuencias.
—Mi hijo no es un error si así piensas.
—No estoy diciendo eso.
—¿A eso viniste, a reclamarme? Pues papá, soy mayor de edad. Sé con quién debo y no estar —suspiro—. A estas alturas sé qué es lo que quiero y no necesito que alguien más me diga lo que debo hacer.
—¡¿Y para mantenerte?! ¿Para eso si no me consideras un "alguien más"?
—No te pedí en ningún momento que me mantuvieras. Desde que te fuiste de casa prácticamente te olvidaste de mí. Si nos veíamos más seguido fue porque tuve más comunicación con mi hermano y Jessie. Que yo sepa en tu hogar tampoco te enseñaron a tener un hijo fuera del matrimonio ¿o sí?
—Eso ocurrió hace muchísimo tiempo.
—¡Es lo mismo! Y por favor papá, si no tienes más nada constructivo que decir, puedes retirarte. Por el apartamento no te preocupes, lo desalojaré si así quieres.