Royce
Había disfrutado gran parte de la fiesta. Compartí con algunos amigos y fue agradable verlos después de mucho tiempo. Ahora, esta locura del hotel se me ocurrió a última hora. Estando en la fiesta marqué y reservé la habitación. Estoy completamente seguro, ya no hay duda de mis sentimientos hacía Camila.
No se me ocurrió algo más que mentirle diciéndole que su amiga estaba aquí, aunque me arrepentí al verla tan preocupada en no saber qué sucedía. Cuando le conté todo; la situación sentimental por la que estoy pasando ahora mismo pude ver que estaba muy confundida y enojada a la vez. No es para menos saber que alguien te quiere, pero también a alguien más.
Me tomo el atrevimiento de besarla y ella no se queja, me corresponde igual o con más ganas. Me levanto del sofá y la dejo caer sobre la cama, la observo y se ve tan hermosa.
Me posiciono sobre ella y continúo besándola.
—Déjame ir un minuto al baño.
Me echo a un lado y se levanta, dirigiéndose al baño. Después de varios minutos interminables de espera sale mientras muerde su labio inferior.
—Podemos parar todo esto. Nada más dilo y volvemos a la fiesta.
—Sí quiero —me mira con intensidad.
Se acerca lentamente y me empuja quedando sobre mí pero en un movimiento algo brusco, quedo encima de ella.
—Te quiero, Camila. Realmente lo hago.
—También yo.
Bajo el cierre de su vestido y comienzo un recorrido de besos desde su hombro. Termino quitando su vestido y lo lanzo a algún espacio de la habitación y ella se dedica a jugar con el cuello de mi camisa. Mientras nos besamos afloja el nudo de la corbata y la saca también lanzándola.
Frenéticamente desabrocha mi camisa y río porque cuando llegamos se veía tan inocente e indefensa y ahora es todo lo contrario.
Acabamos sin ropa y ella sólo espera recibirme en su cuerpo. No soy capaz de parar, y tampoco estoy dispuesto a hacerlo.
Camila
Cuando entra en mí lo hace moviéndose sistemáticamente, e inmediatamente me aferro a su antebrazo. Lo que al comienzo fue doloroso ahora es placentero.
Mi espalda choca contra el colchón y mis labios se mueven al compás con los de él. Me doy cuenta de lo que estoy haciendo y sí, me siento culpable pero ahora no hay posibilidad de arrepentirme, ni de salir huyendo porque está pasando. Pasó y es real aunque se sienta lo contrario.
Enredo mis manos en su cabello y las suyas están en mis caderas para profundizarse más. Me gusta ese escalofrío que siento cuando sus manos recorren mi cuerpo.
Llevo mis manos a unas de las mesas para aferrarme a algo más que no sea su brazo, y torpemente dejo caer una lámpara.
Terminamos agotados después de vernos envueltos entre gemidos, movimientos y besos. Se acuesta a mi lado y entrelaza nuestras manos, pero no puedo hacer nada. Estoy en una especie de shock, e intento asimilar todo.
Mis ojos se sienten pesados, y tengo la necesidad de cerrarlos. Apoyo mi cabeza sobre su pecho que sube y baja rápidamente, y tan pronto lo hago me quedo dormida.