Capítulo 108

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Cuando por fin termino de comer los dos sándwich que Martha me dejó en el microondas, enciendo la portátil e introduzco una película. Escucho murmullos afuera en el pasillo y recuerdo a los nuevos vecinos que son muy fiesteros, por lo que tal vez estén organizando otra fiesta. Subo el volumen de la portátil ignorando aquellas voces.

Antes de que la película llegue a su fin la pauso y observo el apartamento que está desastroso; el basurero de la cocina completamente lleno y de alguna manera debo distraerme.

Ya son las diez y media de la noche, hora en la cual Royce y mi madre han de estar celebrando su boda.

La basura sí que apesta. Tan pronto agarro otra bolsa siento mi estómago revolverse y hago una mueca antes de que esas ganas de devolver todo desaparezcan. Alcanzo la llave y abro. El pasillo esta vez está solo, salvo los murmullos nuevamente en el próximo piso. Dejo la bolsa donde se deben dejar todas las del edificio y salgo rápidamente si es que no quiero manchar de vomito alguna alfombra de otros apartamentos.

—Joven no puede estar aquí y menos en ese estado de embriaguez. Debe retirarse —escucho la voz del conserje.

La otra persona que lo acompaña balbucea e inmediatamente reconozco ese acento. Subo prácticamente las escaleras corriendo, y lo veo.

Él está en el piso sentado casi durmiéndose y tiene una botella de alguna bebida a un lado. Al verme sonríe.

—Lo siento si la desperté señorita Camila, pero él llegó hace poco aquí y algunos propietarios se quejaron. Mi deber es sacarlo de aquí.

¿Él bebiendo? ¿Qué ha pasado?

—Déjalo, todo estará bien —le digo mientras guardo las llaves en el bolsillo trasero. Él hace el ademán de caminar pero voltea—. ¿Me ayuda a llevarlo a mi apartamento? Sola no podré.

—¿Meterá a un desconocido allí?

—No es desconocido —él asiente y prácticamente lo cuelga en su hombro llevándolo al piso de abajo y luego dejándolo sobre mi sofá.

—No dude en llamarme cualquier cosa.

—Gracias —sonrío y segundos después desaparece del pasillo.

¿Qué se supone que ha pasado el día de hoy en la boda?

Quito la botella que casi llega nuevamente a sus labios y la dejo sobre la mesa. Me siento a un lado y lo observo.

—¿Tú lo sabías? —hipa—. ¿Sabías que aquella mujer y el doctor Miller andaban?

Recuesta su cabeza al respaldo del sofá.

¿Cómo lo sabe?

—¿Quién te ha dicho eso?

Aprovecho que está ebrio para sacarle información. Lo único que me dice es que aquella mujer, claro se refiere a mi madre, interrumpió la ceremonia y que su intención era no casarse pero la sorpresa que se llevó fue más grande.

Es lo que logro escuchar ante la confusa conversación ya que su lengua se enreda e hipa constantemente.

—Creo que deberías ir a dormir.

—¿Vamos?

—No. Creí que no bebías pero quizás hoy has tomado la cantidad que has desperdiciado en estos años —escaneo su rostro. Sus ojos están rojos y su sonrisa lo delata.

Él se levanta y aprieta mi antebrazo un poco fuerte conduciéndome a la habitación.

—¡Suéltame! —trato de zafarme. Él no hace caso, simplemente ignora mis peticiones—. Me estas lastimando, ¿si sabes?

Double Vision (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora