En la mañana le cuento lo ocurrido la noche de ayer en casa a Martha que no está de acuerdo con mi comportamiento e insiste en que actué como una descarada... Y tiene razón. Estoy consciente de que debí ponerme algunos límites con Esteban sabiendo que apenas le di una oportunidad anoche.
Cuando salimos de clases me acompaña a casa a buscar lo que me prestó para ponerme y después de despedirnos la pierdo de vista. Subo a mi habitación y saco todo lo que llevo a clases del bolso. Hoy fue un día explotador en la universidad; estamos cerca de vacaciones y los profesores se aprovechan de eso para mandarnos más cosas.
Duermo media tarde y cuando despierto escucho a mi madre conversar por teléfono con él.
—Estoy bien cariño. Ya he terminado de ordenar mis cosas, ¿a qué hora vendrás? —rueda algunas maletas.
No salgo siquiera para evitar provocarla y terminar discutiendo. Busco mis dos maletas, las dejo sobre la cama mientras saco todo del closet y lo guardo.
—Por fin despiertas.
—Pues sí... ya ves lo que estoy haciendo y me será imposible terminar contigo aquí, mamá.
—Vendrá a buscarnos en una hora. Sé rápida.
Quedo sola nuevamente y trato de terminar todo con rápidez. Guardo la última pieza en mis maletas y debo sentarme sobre las mismas para poder cerrarlas. Mientras espero a que Royce llegue me distraigo texteándome con Esteban.
Escucho un auto, sé que ya ha llegado. Veo por la ventana, ambos suben las maletas al auto mientras se roban besos y ríen de cualquier tontería. De mala gana salgo de allí; rodando las maletas y diciéndole adiós a la casa que en cierto punto terminó de verme crecer.
—Te ayudo.
Royce quita la maleta de mis manos y no reprocho, todo lo contrario, es algo que le agradezco pero no se lo haré saber. Cuando terminan de subir todo al auto, subimos nosotros y nos encontramos vía a su casa.
Al llegar, no hay nada que pueda sorprenderme ya que he venido varias veces. Es súper grande y con una azotea y piscina hermosa, lo único bueno de la misma. Royce me guía a lo que será mi habitación y ayuda con las maletas nuevamente.
—Dile a mi madre que dormiré un rato.
Me lanzo a la cama que no es para nada comparada con la anterior; esta es individual y está algo dura.
Ya llegué al infierno. Te escribo más tarde, dormiré. Le envío a Martha y me acomodo para estar mejor.
Royce
Ayudo a Dafne a guardar todo en la habitación que ahora compartiremos y le digo lo que me ha dicho Camila. Terminamos y nos acostamos un rato, cuando estoy a punto de quedarme dormido su teléfono suena. Esa llamada la contenta, se pone de pie y comienza a alistarse.
—¿A dónde vas? —rodeo su cintura.
—Cariño... —intenta darse la vuelta pero se lo impido—, me han llamado para una entrevista de trabajo.
—Hmm —mordisqueo el lóbulo de su oreja—, entonces mientras tú llegas estaré en la piscina.
—Perfecto —sonríe—. Ahora déjame terminar ¿si? Debo cambiarme, estoy informal.
—Te ves bien— le guiño.
Ella se dedica a cambiarse y yo igual para irme a la piscina. Dafne sale de casa y me dirijo a la cocina para servir algo de tomar. Cuando entro, Camila está bebiendo agua y trae una bata de baño con un bikini.
—Tu madre fue a una entrevista de trabajo —abro el resfrigerador y saco el zumo de naranja.
—Suerte con eso.
—¿Te darás un chapuzón en la piscina?
—Hace un buen sol. ¿O no puedo?
Sale de la cocina y la sigo hasta llegar a la sala.
—Quería pedirte que trates mejor a tu madre. Ella no entiende el porqué actúas así.
—¿Y tú que eres tan inteligente no sabes?
—¿Qué debo saber?
Se acerca lentamente y frunzo el ceño.
—Camila... —pongo mi mano de por medio para evitar que siga acercándose.
—¿Qué? —susurra.
Pone sus manos en mis hombros y antes de que pueda protestar con un gesto brusco me obliga a besarla. Intento parar sin hacerle daño pero ésta sigue besándome aun cuando no le estoy correspondiendo. La empujo bruscamente harto por lo que ha hecho y limpio mis labios.
—¡¿Cómo te atreves?! —alzo la voz—. Estás loca.
Mueve su cabeza en negación y sin responder sale al área de la piscina.
Está loca.
¿Cómo se atrevió?