Hemos entrado a una de las tiendas de este centro comercial y me siento en el paraíso con todas estas colecciones. Agarro un short de flores, una braga, una blusa y las dejo en la cesta que la chica me dio.
—¿Te gusta? —pregunta Mark. En sus manos tiene un vestido de color verde y me parece bellísimo.
—Sí. A Alisson le gustará.
—Es para ti. Escogeré otro para ella.
—No es necesario —sonríe y deja los vestidos en la cesta que tengo en manos. Camina hacia la caja e intento evitar que la cajera añada lo que escogí a su cuenta—. Mark, no. ¡Yo lo pagaré!
Me ignora y paga todo. Salimos de la tienda y todavía le reclamo lo que hizo.
—Tómalo como un regalo ¿si?
—Está bien —bufo—. Gracias, pero acéptame un helado ¿va?
Él aparta la mesa para dos y pido los dos helados. Siento volverme loca, y debo aguantarme las ganas de saborear todos los que hay en la barra.
—De avellana.
—¿Cómo sabes que es mi favorito?
—No lo sabía. Me provocó comprarte ese —río—. ¿Quieres probar el mío? Es de oreo.
Le doy a probar del mío y el hace lo mismo con el suyo.
«Nadie elige de quién enamorarse.»
«Digamos todo.»Sus palabras vienen a mi mente y pienso: ¿es capaz de cortar la relación con mi madre por mí?
—Camila?
—¿Si?
—¿Ahora sí me vas a contar?
—¿Contar, qué? —ladeo mi cabeza y comienzo a comer de mi helado.
¿Que te trae así. ¿Recuerdas cuando querías contarme lo que pasa con él y te dije que no era el monento? Ahora lo es.
—No Mark.
—Quiero saberlo.
—No es necesario Mark, en serio.
No quiero hablar de él porque ya con tenerlo en mis pensamientos es suficiente.
—Ve en mí un amigo. Sé que necesitas desahogarte. Adelante, cuéntame.
—Solo te diré que lo amo —mis ojos se cristalizan.
—No llores —seca mis lágrimas y pienso lo lindo que es conmigo—: continúa.
—Me da pena hablar esto contigo, entiéndeme.
—Cuéntame que yo después debo decirte algo.
Comienzo a contarle todo y tiene razón, me siento más liberada. Ya eso no me hace tanto peso. Debe secar mis lágrimas que salen sin cesar.
Acabamos con los helados y termino de contarle todo también. No parece estar afectado, más bien sonríe.
—Después de todo lo que me contaste, veo que tu amor por él es como el mío con Juliana, por más que queremos olvidarlo no se podrá.
—Es lo que más quiero.
—Por lo menos tú puedes verlo a diario, hablarle, regañarlo y demás cosas. A mí solo me queda el recuerdo de ella. Aprovéchalo Camila, no hagas algo de lo que después te puedas arrepentir.
—¡No puedo!
—He tomado una decisión.
—¿Qué decisión?
—Búscalo, sé feliz con él Camila.
Nos dirigimos al auto mientras la brisa golpea mi rostro y me despeina.
—No entiendo.
—Tú estando conmigo no eres feliz, lo sé. ¿Para qué estar con un chico al que no quieres?
—Sí te quiero.
—No, Camila.
—Mark, sí lo hago —insisto.
—No me entiendes ¿cierto? —dejo de caminar pero él si llega al auto. Suspira y se da la vuelta—: quiero cortar con esto.
—¿Qué? ¡No me puedes cortar Mark!
No sé porqué le pido esto. Debo sentirme bien porque no me sentiré atada ni le haré daño indirectamente, pero ese es el problema, Mark me hace sentir bien.
—Por favor —le pido casi inaudible mientras me acerco a él.