Capítulo 28

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Lo empujo bruscamente y cuando él intenta acercarse nuevamente, corro hacia la cocina. Bufo cuando lo tengo al frente siendo él quien toma la iniciativa de besarme.

—Te odio —murmura—, te odio por hacerme dudar de mis sentimientos. Odio que hayas crecido tan rápido y que te parezcas tanto a tu madre...

No quiero mirarlo directamente porque va a notar mis lágrimas. Deja un corto pero a la vez brusco beso en mis labios, y protesto internamente por más. No es necesario pedirle que se vaya; él se dirige a la puerta y corro afuera con la intención de alcanzarlo.

—Woah. ¿Qué ha sido eso?

—Nada —entro nuevamente con Martha siguiéndome.

—¿Nada? Tropecé con él, se veía mal. Subo, te encuentro así ¿y no ha pasado nada?

—¡Todo es tu culpa! —le grito— ¡no debiste decirle lo que siento por él! No sé cómo pude confiar en alguien como tú.

—Oye Camila... tampoco exageres...

—¿Exagerar, yo? Martha te confesé lo que sentía por él y vas tú a contarle.

—Lo hice porque pensé que... no despertarías. Además necesitaba distraerlo porque estaba muy preocupado por ti. Entiéndeme.

Me tiro a la cama y cubro mi rostro. Siento de todo ahora pero más que nada enojo, mucho enojo.

—Vino Martha, él vino y nos besamos. Después me recuerda lo mucho que me parezco a mi madre y dice odiarme por haber crecido tan rápido. No entiendo.

—¿Vamos por un café? Necesitas tranquilizarte.

—El doctor me prohibió la cafeína.

Ella insiste en hablar pero la verdad no quiero hacerlo y menos con ella. Necesito que pase al menos una hora para olvidar lo que ha dicho.

Mi teléfono suena y al mirarlo indica que es Mark que está llamando. Seco las lágrimas y sonrío mientras agarro para contestar.

—Hola Mark.

—Hey, ¿cómo sigues?

Martha no deja de echarme esas miradas cómplices durante el rato que hablo con el castaño. Él se disculpa porque debe colgar y tiro el teléfono cuando hemos acabado.

—Vamos por un café.

—¿El doctor no te lo prohibió?

—No, sólo mentía porque necesitaba pasar el enojo que sentí cuando supe que... olvídalo. ¿Vamos?

—Vamos —sonríe.

(...)

Dos semanas después.

Resalto la información que me parece interesante sobre el próximo examen con la intención de aprenderlo. No puedo concentrarme del todo porque mis pensamientos están en cualquier sitio menos en la copia que tengo en manos.

El timbre suena y volteo los ojos.
Me levanto para abrir y al hacerlo intento cerrar pero él lo impide metiendo su pie.

—¿Qué haces aquí? —me cruzo de brazos.

—¿Dirás lo mismo cada vez que venga?

—Pues sí.

—Contesta —dice cuando el teléfono comienza a sonar.

—¿Mamá? —digo cuando he leído su nombre y deslizado el dedo para contestar.  

—Hija, te he llamado y no me has contestado. ¿Estás bien?

—Tranquila mamá. He estado estudiando y terminando de ordenar todo.

Mentira. Me he sentido mal por lo que he hecho y estoy sintiendo.

—Llamo para decirte que el doctor se comunicó conmigo. Tienes cita médica hoy.

—Ok.

—¿Royce llegó?

—Sí —le echo una mirada rápida.

—Le he pedido que te lleve. La cita es en media hora y llegarás tarde.

—Puedo ir en taxi.

—Hija por favor...

—Está bien. Adiós.

—¿Ya nos vamos? —pregunta.

Busco mi cartera y con eso le he respondido. Salimos del edificio para dirigirnos al auto y una vez que subimos él enciende el reproductor.

Finalmente después de mucho tiempo van a quitarme la pequeña venda que tengo en la cabeza, aunque no me agrada la idea porque han rapado esa parte de mi cabello.

Double Vision (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora