Capítulo 37

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Royce

Estoy esperándolas en el sofá porque debemos irnos al salón donde se llevará a cabo la fiesta.

—Listo cielo —escucho decir a Dafne.

Guardo el celular y miro al frente. Ella viene bajando mientras sonríe y se ve realmente hermosa. He visto el vestido anteriormente, pero ahora que se lo veo puesto se ve más que preciosa.

Es un vestido de color azul con mangas asimétricas y sostiene una cartera sin tirantes en sus manos. Deja la misma sobre la mesa, y se acerca. Sus labios están pintados de color beige que los hace lucir más gruesos de lo normal.

Lleva un mechón de cabello detrás de su oreja y me da un beso rápido, para luego limpiar las comisuras de mis labios. Acomoda algo en mi corbata y vuelve a alejarse.

—¿Y Camila? —pregunto mientras nos dirigimos a la cocina—. Se nos hace tarde.

—Entré a la habitación y estaba terminando de maquillarse —sirve un poco de agua—. ¿No te emociona la idea de que en futuro podríamos ser nosotros quiénes estemos celebrando la boda?

Me concentro en sus labios y que se curvan en una sonrisa.

—¡Cielo!

—Lo siento —ladeo la cabeza—. Estás preciosa, y me desconcentras. ¿Qué decías?

—Que pronto podríamos ser tú y yo los que estén celebrando la unión en matrimonio.

—Me encantaría.

Soy yo quien la besa.

—Claire quedó hermosa —volvemos a la sala.

—¡Mamá, ya estoy lis...!

Dejo de mirar a Dafne para ver a su hija que está mirándonos desde el último escalón. No termina de hablar, nada más me ve durante unos segundos y nos sonríe.

Trae un vestido ceñido al cuerpo de color negro y una pequeña cartera cuelga en su hombro derecho. Su cabello está completamente recogido, y puedo distinguir sus labios de rojo.

—Estás preciosa hija —Dafne le sonríe orgullosa—. ¡Pero he ganado!

—¿Ganaste? —frunzo el ceño.

—Sí, mamá y yo hicimos una estúpida apuesta a ver quién terminaba de primera en arreglarse.

—Bueno, ya vámonos.

Camila se quedó a dormir aquí la noche anterior porque Dafne se lo pidió y estoy seguro de que aceptó porque no estuve debido a una reunión.

Al salir, me apresuro a abrirles las puertas y Dafne al subir dice que ha olvidado su cartera

—Iré yo —se ofrece Camila.

—No hija, tranquila —le sonríe y toca el puente de su nariz con el índice—. Voy a beber un poco de agua. Estoy nerviosa.

Dafne vuelve a entrar y miro de reojo a Camila; su vestido llega un poco más arriba de sus rodillas y no tiene mangas. Sé que está mirándome. Comienzo a silbar impaciente porque no quiero llegar tarde, y camino de un lado a otro.

—¿Podrías dejar de hacer eso?

—¿Qué?

—¡Silbar!

La miro durante unos segundos y ahora es ella la que camina de un lado a otro mientras acaricia su brazo para darse calor.

—Ojos arribas, Royce —chasquea sus dedos.

¿Cómo es que las mujeres lo notan? Se supone que lo hacemos con discreción.

Dafne vuelve y finalmente salimos. Ella va diciéndome a dónde cruzar con ayuda del gps. Miro el retrovisor y la veo. Está tan concentrada en lo que ve por la ventana, y realmente se ve muy bella así.

Double Vision (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora