CAPÍTULO 5

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La banda llamó al encargado del museo para contarle lo sucedido con el robo de las reliquias.

Le preguntaron si podía darles más información sobre las reliquias, y de paso, proteger las que tenían en la exhibición para evitar que el ladrón misterioso los robara.

—Buenas noches, banda de Shane —saludó Darwin, el encargado del museo.

—Buenas noches, señor Darwin —saludó Eli dándole la mano.

Darwin le devolvió el saludo.

—Venimos para que nos diera alguna información sobre las reliquias y para evitar que el ladrón misterioso los robe —explicó Eli.

Darwin soltó una leve carcajada, incrédulo ante la situación, cosa que molestó a Eli. Se dio la vuelta e hizo un gesto para que lo siguieran. Los llevó a un enorme salón repleto de láseres y cámaras de seguridad.

En ella, se encontraban varias estatuas de diferentes babosas, cuadros, esculturas; y en el centro, una enorme vitrina con las cinco reliquias dentro.

—Como pueden ver —inició el encargado—. Este salón tiene la seguridad necesaria para evitar cualquier robo —dijo extendiendo sus brazos y luego se acercó a la vitrina—. Las reliquias están protegidas con un cristal prácticamente indestructible —dio unos golpes a la vitrina.

—Sí, pero, ¿qué son? —preguntó Trixie.

—No se sabe con exactitud. Pero fueron las Gemas quienes las fabricaron.

—¡¿Las Gemas?! —Eso sorprendió a la banda.

—Así es, pero jamás se supo para qué eran. Al parecer solo ellas pueden usarlos. Y sin una Gema que los use no tienen ningún valor —comentó Darwin.

—Es imposible que atraviese la seguridad de este lugar—comentó Kord sentándose al borde de una de las bases que sostenía a una de las estatuas.

—Y si lo hace, estaremos esperándolo —dijo Eli golpeando su puño sobre la palma de su mano.

—Suerte, banda de Shane. —Darwin salió del salón.

3 Horas Después

Darwin entró de nuevo al salón para encontrarse con la banda.

—Solo vengo a despedirme. Ya es hora del cambio de guardia y yo también tengo que irme. —Después de eso se dio la vuelta y se fue.

La banda ya estaba agotada de tanto esperar al ladrón y el estómago de Pronto ya no estaba dispuesto a esperar más.

—¡Ahg! —Se quejó—. ¡Ya vámonos! Este ladrón nunca va a llegar —dijo ya molesto.

—Nunca digas nunca —habló una voz misteriosa que provenía del techo.

La banda volteó vertiginosamente hacia el techo, sorprendidos, y vieron a una chica vestida completamente de negro.

Su piel era blanca, calzaba unas botas parecidas a un estilo militar y en sus muñecas tenía una especie de brazaletes.

Tenía un cinturón color gris, guantes de color negro, su cabello negro estaba recogido en una trenza de plumilla con un fleco y dos mechones de cabello a cada lado de su cabeza.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora