CAPÍTULO 49

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Despertó al oír un sonido ligeramente familiar: el rasgueo de un lápiz contra el papel. Abrió ligeramente los ojos y la vio allí sentada, a su lado, rodeada de bocetos y bolas de papel, algunos de ellos sobre sus piernas. La cama era lo suficientemente grande para eso, pero se dio cuenta de que también estaba cubierto de papeles, hasta casi la cintura.

Quiso levantarse, pero se percató de que un peso sobre su pecho lo mantenía pegado a la cama. Dobló la barbilla hasta su pecho y vio a Aurora aun durmiendo. También vio a Aries durmiendo en el lugar en el que Twila estuvo la noche anterior. Sus babosas estaban roncando sobre sí mismo y sobre Aries. Fue Twila quien despertó antes.

—¿Me ascendiste a mesa? —preguntó mientras observaba la exposición de dibujos y bocetos sobre su cuerpo.

Twila levantó la vista, y él logró ver que, entre esa espesa cabellera, ella sonrió. Se veía animada.

—No quería despertarlos. Aurora está muy cansada por el estrés que le causa su presentación. Y tú... pues... los siguientes días serán agitados. Así que creí que necesitarías descansar.

—¿Presentación de Aurora?

—Ella está estudiando en una academia de costura, y el mes que viene tiene que presentar su primera línea de ropa. Eso la tiene muy estresada.

—¡Hey! ¡Dejen de estar hablando de mí! —gruñó Aurora.

Twila rodó los ojos y prosiguió a recoger sus dibujos y aguardarlos en su carpeta.

Aurora se sentó en la cama y se desperezó.

—¿Qué hora es? Tengo que ir a la academia.

—Las nueve —le respondió Twila.

Aurora se petrificó.

—¡Las nueve! ¡Mi primera clase comenzó hace una hora! —salió de la cama pateando las sábanas y luego salió de la habitación con rumbo a la suya.

—¿Y de las dos yo soy la dramática? —dijo Twila.

Eli rio. Le pareció sorprendente el parecido que esas dos tenían a pesar de no ser hermanas realmente. Pero si lo pensaba bien, el que Aurora fuera la hermana de Twila legalmente ¿no la convertía también en su hermana?

—Bien. Ya que los dos despertaron será mejor que yo también me arregle —le dijo Twila guardando su carpeta en la gaveta de su mesa de noche, y luego se adentró al baño. Cerrando con pestillo.

—¿Vas a salir? —le preguntó Eli desde afuera, sentándose en la cama, tomando a un muy dormido Aries en los brazos, y dejándolo a un lado.

—Sí. Tengo una cita —le respondió ella desde el baño.

—Una qué.

—Una cita —le repitió ella.

—¿Con quién?— preguntó Eli en un tono de reproche que ni siquiera él supo por qué le salió de la boca.

—Con un profesor que me ayudará a averiguar por qué el mapa que encontramos en Kazajistán conducía a Cornualles. No sé por qué el último fragmento puede estar allí.

—Bueno, si es un país puede ser que se trate de otro templo o algo as...

—Cornualles no es un país. Es un condado de aquí de Inglaterra.

—¿En serio?

—¡Es que eres todo un geógrafo! —le gritó ella desde la ducha—. Ese lugar está lleno de casas, escuelas, parques, museos, pero ningún templo o laboratorio en ruinas. Así que no tengo idea. Por eso necesito su ayuda.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora