Richard y Radha estaban sentados en un banco del parque, cerca del centro de Londres. La joven india estaba elegantemente vestida, y a su lado, Richard parecía un noble distinguido, pero irreconocible. Parecía un agradable rato de descanso, salvo que Radha estaba llorando.
—Te desprendes de mí. Dijiste que me quedaría contigo y ahora... ya no me quieres.
—No seas tonta, Radha. Me he ocupado de ti mientras he podido. Pero sabes que no somos las personas apropiadas para ti.
—Eso no es cierto.
Pero Richard no pensaba discutir más y se relajó, esperando con calma. Lo tenía todo pensado. Estaba satisfecho con sus gestiones. Por fin, haría algo bien hecho por ella.
Una silueta blanca avanzó por el parque en dirección a ellos. Era una mujer, también muy elegantemente vestida, con el rostro oculto por una pamela. Fue hasta ellos y saludó amablemente con un gesto de la cabeza. Radha, con los ojos anegados en lágrimas, apenas la miró. Richard entonces le dio un codazo.
—Radha, aquí tienes a la persona que se ocupará de ti a partir de ahora.
Temblando, la joven alzó la vista. Al principio creyó que soñaba. Se limpió las lágrimas y estudió con atención el rostro. Había algo mal en aquella cara, sin duda. La expresión era rígida, extraña, como si le hubiesen cambiado el rostro por uno que no era el suyo. No era bonita, daba la sensación de que se había estropeado, sin embargo, aquellos ojos le eran poderosamente familiares. Entonces, la mujer le habló en hindú:
—Radha, mi pequeña Radha, ¿me reconoces?
Ella se había quedado paralizada al identificar inmediatamente su voz. ¿Era posible? Sin embargo, recordaba su cara, destrozada, desfigurada. Tenía que esconderla detrás de un velo para no ahuyentar a los soldados a los que se prostituía para poder sobrevivir, pues su familia había renunciado a alimentarla. Aquella cara que ella recordaba no estaba allí, era como si la hubieran arrancado y sustituido por otra.
—Soy tu hermana Sita, Radha, ¿te acuerdas
de mí?Sin decir nada, saltó a sus brazos, riendo y llorando a la vez. Richard permaneció en respetuoso silencio unos instantes, luego dijo dirigiéndose a Radha:
—Tu hermana sobrevivió. Poco antes de que tú fueras entregada en matrimonio a aquel anciano, una ONG que trabaja con mujeres marginadas de la India le propuso colaborar con ellos. Durante todo este tiempo ha estado trabajando con ellas y tratando de ayudarlas en su dura vida diaria. Hace un año, un cirujano plástico propuso restaurarle el rostro en la medida de lo posible. No es el rostro que tú recuerdas, pero te aseguro que es ella. Me costó encontrarla, pero aquí la tienes. Te había estado buscando incansablemente. Ahora se ocupará de ti.
No hacía falta que se lo asegurara. El rostro ya no importaba. Era ella, sus manos, sus ojos, su voz... muy crecida ya, convertida en una mujer. Más allá de la desgracia, se habían vuelto a reencontrar.
Sita levantó la vista por encima del hombro
de su hermana menor y miró a Richard:—No has querido dinero, ni ninguna clase de favor. Entonces, ¿cómo agradecerte lo que has hecho por nosotras?
Richard se encogió de hombros.
—Ni lo sé, ni lo quiero. Tampoco quiero engañarte: el encuentro con tu hermana fue pura, totalmente accidental. Nunca entró en mis planes. La realidad es que no he hecho gran cosa.
Sita sacudió la cabeza, tenía la misma hermosa cabellera negra de su hermana, y sonrió.
—Has hecho más que eso. Ella pudo haber muerto en la jungla. Recogiste a mi hermana, te ocupaste de ella cuando nada te obligaba a ello. La mantuviste a tu lado, y luego me buscaste a mí.
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Secretos de un Shane
FanfictionComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...