CAPÍTULO 50

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—Hola, guapo. —Se acercó la camarera con libreta en mano—. ¿Qué deseas? —le preguntó al peliceleste.

—La paz mundial y la extinción del hambre, pero como no es posible, solo tráeme la hamburguesa mega, con una orden de papas con extra de queso amarillo y dos rebanadas de pizza de champiñones, ¡ah!, y agua natura, tengo que mantenerme en forma.

La camarera tomó un segundo para analizar y escribir el pedido. Luego, le dio una amplia e invitadora sonrisa. Pasó del peliceleste a la pelinegra.

—¿Y tú? —preguntó borrando la sonrisa. Y de una forma más seca que con el "guapo".

—Tráeme lo mismo, solo cambia el agua natura por una Coca-Cola.

Zip la miró, sorprendido.

—Tú nunca comes tanto, nena.

A la camarera pareció no gustarle el sobrenombre.

—Tú cállate y limítate a comer —gruñó Twila. No tenía por qué decirle que una vez que el malestar de su estómago desapareció, le bajó un hambre atroz.

—¿Y tú? —Se dirigió la camarera a Eli, con la misma sonrisita que con el primero.

Twila se sintió asqueada con la miradita. ¿Por qué no mejor gritaba a los cuatro vientos que quería un acostón?

—Una hamburguesa normal, dos órdenes de papas con queso y un té frío —le respondió Eli a la camarera, quien no pareció muy contenta al verse ignorada por completo por el peliazul.

Ella asintió mientras anotaba.

—En un momento estará su orden. —Y se fue tal cual vino.

En eso Twila sintió su celular vibrar, indicándole que recibió un mensaje. Sacó su teléfono y leyó:

"Salí antes de la academia. ¿Dónde estás?".

Twila le respondió:

"En Delicious Food".

Aurora respondió casi de inmediato:

"Voy para allá".

**********

Después de mandar el mensaje, Aurora aguardó su teléfono celular y levantó la mano, lista para parar un taxi. Pero en eso volvió a escuchar ruidos en los basureros del edificio de al lado. Quiso ir a investigar, pero en eso el taxi paró junto a ella. Así que volvió a ignorar el ruido y subió al taxi.

**********

Pasaron diez minutos después de que Aurora mandara el mensaje. Y la hamburguesa y las papas de Eli ya se habían terminado. Una de las dos porciones que había ordenado lo había metido sigilosamente a su mochila para que sus babosas comieran.

Zip ya se había terminado su hamburguesa y las papas, y ahora se encontraba devorando las rebanadas de pizza y su bebida. En cuanto a Twila, ella ya se había terminado su primera orden y ahora se encontraba comiendo las dos hamburguesas que pidió después.

A Eli le sorprendió la cantidad de hambre que tenía. Pero quiso aprovechar el momento para preguntarle algo. Algo que le rondó la cabeza toda la noche e incluso le seguía rondando la cabeza en ese momento.

—¿Twila? —la llamó.

Ella, quien no estaba muy lejos de él, levantó la mirada de su comida. Tragó el contenido de su boca y le preguntó qué quería.

—¿Aún recuerdas lo... que dijiste anoche?

Twila siguió comiendo, pero a la misma vez se tomó un minuto para procesar su pregunta. Y luego de un momento, cayó en cuenta. Tragó despacio.

—¿Qué no te habías dormido ya? —le preguntó ella, un tanto sonrojada.

—Eh... ¿no? —respondió él—. ¿Fue cierto? —Realmente lo que él quería era comprobar si no lo había soñado.

Twila tomó su bebida en mano y respondió, desviando la mirada, muy, muy incómoda:

—Puede ser. —Detestaba cuando Eli se ponía en ese plan.

—¡¡Twila!!

Aurora apareció técnicamente de la nada y se sentó en una de las sillas de la mesa. El susto que les provocó a los demás fue tal, que Zip se ahogó con la bebida.

—¿Llegaste a tiempo?— le preguntó Twila mientras intentaba respirar por el sofocador abrazo de Aurora.

Eli tendría que seguir con la duda.

Aurora rompió el abrazo y con un gesto llamó a la camarera, quien en un momento la miró de mala manera porque, según ella, la pelinegra venía con el peliazul, ¿pero y ella qué estaba haciendo ahí? Pero se tuvo que tragar el orgullo y recibir la orden de la recién llegada.

—Me perdí la primera clase, pero estuve a tiempo para las demás —le respondió Aurora después de haber ordenado—. ¿Cómo te fue con el profesor?

—Me dijo lo que quería, y de paso también lo libré de un estudiante fastidioso.

—¿Te volvieron a pedir un autógrafo? —le preguntó ella, divertida. Sabía cómo le fastidiaba aquello a Twila.

—Sí. Y esta vez sí tuve que dárselo. Pero qué suerte que no lo hacen seguido.

—Pues claro. Zip a veces falsifica tu firma y luego los vende.

Twila quedó con la boca abierta. Y Zip volvió a ahogarse. Quedó arrodillado junto a ella.

—¡¡Te juro, nena, que no es cierto!! —chilló completamente aterrado.

Twila necesitó de unos minutos para poder cerrar la boca por lo indignada que estaba. Y cuando al fin pudo recuperarse, le dirigió la mirada a Zip y luego sentenció:

—Hablaré contigo más tarde.

**********

—¡Ya está! —canturreó Hamilton jovialmente mientras terminaba de dictarle órdenes a sus trabajadores.

Todo estaba casi listo para el evento que cada vez estaba más cerca de realizarse. Y según el memorando que había recibido, Croft ya estaba muy cerca con el precioso encargo.

La tarima del escenario ya estaba armada y decorada para el evento. El buffet ya había sido encargado y pagado en su totalidad, y los dueños del restaurante seleccionado también les enviarían servidumbre para esa noche. Las flores y demás decoración ya estaban colocados en el gran salón. Las sillas ya habían sido debidamente colocadas y los equipos de sonido no podían estar mejor.

Todo estaba listo.

Pero eso no era lo que lo tenía sumamente contento.

—¿Estás seguro de esto, Hamilton? —le preguntó su amigo más cercano. Nathan Bradford.

—Claro que sí —le respondió él, ya cansado de la misma cantaleta—. Que no se crea esa mocosa que las cosas se iban a quedar así. La amenaza que le di no es suficiente —sonrió malicioso—. Lo que le tengo preparado será suficiente para atarla corta.

Nathan no estaba convencido. La fama que rodeaba tanto al padre como a la hija era algo a lo que era mejor prestar oídos y no hacerse el tonto.

—Sabes bien lo que se dice del padre y de la hija. ¿Y aun así quieres hacer eso? Esa niña liquidó a toda la Fiam...

—¡Estoy harto de oír de la Fiamma Nera! —masculló Hamilton, rebuscando en el bolsillo de su saco su petaca de licor—. Todo el mundo, en todas partes, me habla de la dichosa Fiamma Nera.

—Pues deberías prestar más atención a lo que se dice. Lo que vas a hacer no solo molestará a la cría, sino que también al padre. Sin mencionar que también estás involucrando a la esposa y a la otra cría.

—No me digas. —Hamilton había encontrado la petaca. La abrió y echó un trago—. Sí, Croft es todo un león. Dime algo que no sepa, Nathan.

—Que no lograrás atarla lo más mínimo —respondió Nathan, en su último intento por hacerlo entrar en razón—. Y te diré otra cosa que tal vez no sepas sobre los leones, amigo. ¿Qué hace un león cuando amenazas a su leona y a sus cachorros?

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora