CAPÍTULO 105

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(Ahí me avisan si se puede reproducir el video )

Al otear el horizonte con su cámara Twila estudió con sumo cuidado el acantilado que se alzaba sobre ellos desde la costa en la que se encontraban.

Al otear el horizonte con su cámara Twila estudió con sumo cuidado el acantilado que se alzaba sobre ellos desde la costa en la que se encontraban

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Lo que vio la desconcertó bastante.

—No se ve ninguna ruina desde aquí abajo —le dijo a la banda—. Y si mi padre exploró el lugar no veo nada que lo demuestre —plegó la pantalla de su cámara y la enganchó en su cinturón.

Aquello no tenía sentido.

—Explícame mejor lo que está pasando, Twila —exigió saber Eli mientras se ajustaba el cinturón de su pantalón. El sol acababa de salir y apenas habían tenido un par de horas para descansar después de abandonar el Mediterráneo para dirigirse a la costa oeste de Tailandia—. ¿Cómo fue que pasamos de Excalibur y el rey Arturo al martillo de Thor y los Nórdicos?

—Mejor aún —continuó Vladimir desde la laptop—, ¿qué tiene que ver Tailandia con los Vikingos. O con las ruinas del Mediterráneo. O incluso con Ávalon ya juntos. ¿Y quién es Natla?

Twila respiró hondo. El saber que su padre había ido a buscar el martillo de Thor antes que ella ya la había desconcertado. El no saber en dónde estaba ahora también la estaba desconcertando. El no saber cómo le hizo Natla para sobrevivir la estaba desconcertando. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, y las preguntas de Eli y los demás la estaban enojando.

—Helheim, profesor —respondió algo fastidiada. Levantó su pierna derecha y la apoyó en uno de los sillones del yate para terminar de abrochársela—. Varios mitos usan nombres diferentes, pero todos se refieren a los mismos restos del mundo antiguo. Ávalon y Helheim son el mismo lugar.

Zip, que estaba sentado frente a su escritorio mascando chicle, tembló y dijo:

—Uno de esos restos sigue vivo. No querría ser Samantha si Natla llega a liberarse.

—Yo no querría ser uno de nosotros —dijo Pronto temblando—. ¿Y qué cosa es?

—Ya termina con el misterio —la regañó Eli.

Twila rodó los ojos, se dio la vuelta y miró a la banda.

—No sé realmente lo que sea ella —les dijo—. La conocí hace poco más de cinco años. En esa época estaba intentando independizarme de papá.

—¿Independizar? —preguntó Eli.

—Estaba comenzando mi carrera como arqueóloga, lo que significaba que era totalmente dependiente de papá a la hora de conseguir permisos, contactos y accesos. Por eso cuando cumplí los trece acepté un encargo para una familia en Venecia. Tenía que conseguirles una piedra llamada Joya de Venus que estaba perdida en un bosque de la India. Así que viajé hacia allá, la conseguí, y me instalé unos días en Calcuta. Fue ahí en dónde recibí una llamada de parte de una tal Jaqueline Natla, una persona que tenía una... interesante propuesta para mí.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora