CAPÍTULO 111

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Isla Jan Mayen

Llegaron al paraje desolado y cubierto de nieve.

Congelado. Esa era la palabra apropiada para describir el lugar.

Las cinco motos de nieve se movilizaban para llegar a las coordenadas de una serie de cavernas que mostraba el mapa.

Mientras tanto, Twila hablaba con Zip por medio del comunicador.

—¿Y bien? —le preguntó.

—¡Eh!, ¿recuerdas el carísimo barco de Samantha?

—¿El que está en el fondo del Mediterráneo ahora?

—Sí, ese mismo. Tiene un gemelo, el Tisiphone, anclado en la costa de Tailandia. Parece que buscan entre lo que dejaste.

Twila no estuvo del todo contenta con la información. No sabía qué podría estar haciendo Samantha en Tailandia cuando Natla ya había mandado a su padre y a ella misma a esa ubicación.

Algo estaba tramando ese engendro atlante. Y lo que fuera no era nada bueno.

Conocía el nivel de manipulación de Natla y por eso estaba casi segura de que Samantha no sabía ni la mitad de las cosas que su mascotita estaba tramando.

Tenía que irse con cuidado.

—Buen trabajo, Zip. Te has ganado un descanso. A partir de aquí seguiré yo. —Y no lo dijo como amabilidad. Simplemente Zip ya no le servía de nada en ese momento.

—Ten cuidado, Twila. Y cuando veas a Samantha, dale recuerdos.

Twila sonrió al darse cuenta de que Zip seguía molesto por el balazo que su dopplerdanger le había dado.

Cortó lo comunicación.

Siguieron avanzando un par de horas más por el escarchado paraje hasta llegar a las cavernas.

La nieve ahí era poca así que tuvieron que disminuir la velocidad para evitar dañar las motos.

Un camino en forma de caracol que descendía por las cavernas siguió pocos cientos de metros después de la entrada.

—Se ve que nadie ha estado aquí en mucho tiempo —destacó Trixie al observar la piedra desgastada. Cosa que era evidente al haber también secciones del camino que apenas existían ya por tanta roca que se había desplomado, tal vez producto de los terremotos.

—Sin un análisis adecuado no puedo decir desde cuándo estuvo abandonado, pero me atrevo a decir que muchas de las civilizaciones más antiguas que los humanos conocen ni siquiera pensaban en existir cuando esto ya estaba en pie. —Twila pareció satisfecha con su afirmación—. Eso me encanta. Es imposible que los vikingos vivieran en aquella época. Más bien, debieron toparse con los jeroglíficos y sin duda creyeron que hablaban de dioses. Y por eso los adoraban.

El pasillo se cortó de golpe por una gigantesca puerta. De tal vez de quince metros de alto, que sellaba la entrada por completo.

—La clase de historia es genial. —Kord detuvo su motocicleta y descendió—, pero dejémosla para otro momentos y concentremos en lo que vinimos a hacer.

Twila rodó los ojos y bajó de su motocicleta.

Eli vio la enorme puerta, y al ver otra vez las runas protonórdicas, miró a su hermana y dijo:

—Bien, señorita arqueóloga, traduzcanos.

Twila rodó los ojos otra vez y leyó las inscripciones:

—Sala de los muertos. Valhalla —dijo.

—Otra vez —se quejó Trixie.

—Es el Salón de Odín, donde los guerreros caídos en combate vienen para comer y prepararse para el RagnarÖk, la batalla final. O sea que esto es Valgrind, Puerta De La Muerte —les explicó.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora