Twila no quiso volver a tocar el tema de Cameron, ni mucho menos quiso explicarle a nadie que al final fue a Cameron a quien aquel coleccionista le había pagado para esconder la última llave, de ella.
Y tampoco se sorprendió cuando, a la mañana siguiente de su esclarecedora plática, Cameron volvió a desaparecer sin dejar rastro alguno.
Hizo el intento de localizarlo como lo había hecho casi dos años antes, pero igual que en aquella ocasión, desapareció sin dejar rastro, incluso para Zip. Y aquello volvió a enfadarla. La enfadó mucho. Y tras varios intentos fallidos más prefirió darse a la tarea de enfocar aquella rabia a preparar todo para partir al Mediterráneo.
No sabía cuánto tiempo estarían allí, pero Twila presentía que por lo menos estarían en el mar un par de semanas, sin contar el momento de la inminente inmersión que tendrían que hacer para llegar a Ávalon en cuanto la encontraran.
Todos los preparativos tardaron una semana. Toda ella verdaderamente agitada, y para sumarle a todo, Twila también había tenido que sobrellevar el que su padre, tras haber estado un par de días en la casa de la capilla, según sabía, había vuelto a desaparecer. Twila no entendía qué era lo que estaba haciendo, y por aquellas ausencias, había descubierto un nuevo inconveniente: si en algún dado caso encontraba algo inusual de lo cual necesitara alguna información que no pudiera conseguir en medio del océano, o debajo de él, estaría completamente limitada de movimiento al estar toda la banda con ella. Y por tanto, no podría moverse con la libertad con la que normalmente se movía.
Por esa razón, y por las extrañas ausencias de su padre, le había pedido a Vladimir que se instalara un tiempo en la mansión y la apoyara.
Él se había rehusado al principio, pero al ofrecerle ser participe de ese descubrimiento, lo había podido convencer. Y unos días más tarde lo tuvo todo listo. Incluyendo su arsenal y el apoyo logístico. Y varios trajes especiales para bucear que Zip había conseguido.
Partieron durante la noche para estar a primera hora del día en el yate que los mantendría en el mar.
Mar Mediterráneo
Una Semana Después
Twila, parada en la parte superior del yate, observó por los binoculares el mar que se abría ante sus ojos después de haber cambiado de coordenadas. Todos llevaban ya una semana de estar usando trajes de baño, algo ajustados para el gusto de la banda, y un tanto cortos para el gusto de Eli, pero efectivos a la hora de mantenerlos frescos.
Eli y los demás hacían lo mismo desde la parte inferior.
El sonido de una alarma alertó a Twila de que Zip la estaba contactando. Aguardó los binoculares y descendió por la escalerilla del yate, se acercó al ordenador que había instalado para mantener una comunicación tanto auditiva como visual con el profesor y Zip, y contestó la videollamada:
—¡Eh, Twila! ¿Ya lo tienes?
Twila visualizó a Zip, sentado en su silla, y al profesor, parado unos cuantos pasos más atrás.
—Paciencia, Zip, ya te dije que las islas convenientemente desconocidas serían escasas en el Mediterráneo.
Eli se acercó a Twila al verla hablando frente al ordenador. Llegó justo para escuchar al profesor decir:
—¿Segura que este tal Eddington sabe de qué esta hablando?
Twila le respondió:
—Si él y mi padre creen que la ruta a Ávalon está aquí, no tengo razones para dudarlo.
Vladimir volvió a tomar la palabra, sin estar del todo convencido:
—Me parece bien, pero... ¡bueno!, Zip y yo hemos estado hablando... y...
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Secretos de un Shane
Fiksi PenggemarComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...