Lo primero que hizo al entrar a la casa fue rebuscar en todas las cajas de medicina que encontró, en busca de ciertos tipos de pastillas. Y una vez los encontró, los arrojó por el retrete.
Eli lo observó, paciente. No podía hacer más. A fin de cuentas, él era la persona que mejor conocía a Twila y el que sabía lidiar con lo que le estaba sucediendo.
Y tampoco necesitó preguntar por qué se la había pasado rebuscando en toda la casa botellas de vino y pastillas. Aquello también lo había presentido desde hacía tiempo.
Twila no solo le había ocultado su enfermedad, sino muy seguramente también, el hecho de que sufría, o sufrió, de adicción al alcohol y a las pastillas. Y por el entorno en el que se había criado, aquello no era de sorprender.
Richard Croft terminó su búsqueda exhaustiva.
—Creo que eso era todo. —Se dijo a sí mismo.
Salió del baño sin prestarle casi nada de atención a Eli. Estaba furioso, pero realmente no sabía con quién. No sabía si estarlo con Dakota por convencerlo de dejar que Twila viajara a Canadá, si con Twila por ayudar a Eli con su emancipación, con Eli por ser la causa de todo lo que estaba pasando, o con él mismo, por permitir que todo sucediera.
Pero no podía hacer nada por el momento más que aguantarse. Conocía a Twila y sabía que jamás dejaría de hacer lo que hacía. Y si algo tan simple como las notas que Will Shane dejó la habían afectado, entonces tal vez Dakota había tenido razón y lo que ella necesitaba era ir enfrentando lentamente sus miedos.
**********
Poco a poco fue despertando.
Reconoció la habitación en donde estaba, recordaba las pesadillas que había tenido, pero su mente después de eso estaba en blanco.
Le dolía demasiado la cabeza y su mirada no enfocaba del todo bien las formas de las cosas enfrente suyo. Pero sí distinguió una forma que, al parecer, estaba sentada en el borde de la cama.
Se revolvió, pudo incorporarse, frunció el ceño, intentando enfocar algo. Había alguien a su lado.
—¿Eli?
—Soy yo, peque.
Al oír la voz de su padre, enrojeció hasta las orejas. De vergüenza, de humillación. Y tuvo una reacción de lo más infantil: agarró el borde de la sábana y se cubrió con ella.
—Vete. Vete, por favor. No quiero que me veas.
—Pero yo quería verte, peque. —Su mano grande, cálida, le acarició los cabellos. Twila se quedó quieta durante unos momentos.
Luego, Richard Croft la oyó farfullar:
—¿Por qué has venido?
Él suspiró.
—Eli me avisó.
Aún refugiada bajo la sábana, respondió:
—No deberías haber venido. Me da vergüenza. Yo...
—Pero era necesario. Quería verte —esperó un segundo—. Las leí.
Los ojos azules, bellísimos, aún nublados, se llenaron de lágrimas.
—Me da vergüenza, te prometí... no creí que me afectara. Solo leí las notas. Intenté olvidarlas... pero...
—Tuviste pesadillas.
La voz de su padre era calmada, tranquila. No estaba enfadado. No se había enfurecido con ella. Avergonzada hasta el infierno, se quitó la sábana de encima. Su padre la ayudó a incorporarse y la rodeó con sus gigantescos brazos por la espalda.
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Secretos de un Shane
FanfictionComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...