CAPÍTULO 10

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-Bien, chicos, ¿algún rastro de ella? -le preguntó Eli al resto de la banda a través del comunicador.

-No, nada -respondió Trixie-. Todas las entradas y salidas están despejadas y sin señales de movimiento.

-En el salón tampoco hay nada -respondió Kord.

-Ehm, en la mesa del buffet tampoco -respondió Pronto seguido de una risa nerviosa.

-Ay, Pronto. -Eli negó con la cabeza.

Burpy, quien estaba en su hombro, comenzó a reírse.

En la mañana, Eli había dejado a Carolina en la Universidad Babosaturia. Ella necesitaba ponerse al día después de pasar una semana fuera.

⟨⟨-Bien, Carolina, llegamos. -Eli paró su mecabestia enfrente de la universidad.

-Gracias por traerme, Eli -agradeció Carolina mientras se bajaba de la mecabestia.

-Era lo menos que podía hacer, después de todo, estás atrasada por mi culpa y sé lo difícil que es ponerse al día.

-No te disculpes. -Carolina sonrió-. Aquí entre nos, jamás me costó ponerme al día -le guiñó un ojo.

Eli soltó una carcajada.

-Bien, tengo que irme. Necesito que todo esté listo para esta noche.

-Te deseo mucha suerte, Eli, y ten mucho cuidado.

-Tranquila, lo tenemos todo cubierto, así que, no creo que necesitemos suerte. -Eli aceleró su mecabestia y se alejó hasta que Carolina ya no pudo verlo.

-Créeme, Eli, en serio la vas a necesitar -dijo para sí misma. Se dio la vuelta y entró a la universidad. ⟩⟩

Toda la servidumbre de la mansión de los Croessus estaba ultimando detalles para comenzar la gran fiesta.

Cuatro de los sirvientes estaban colocando las antigüedades en los distintos pedestales que tenían en el gran salón. Eso incluía la reliquia, la cual, estaba en el centro de todo el salón, por decisión de los Croessus, para ponerle las cosas más difíciles a la ladrona, porque para robarla tenía que tomarla desde un lugar donde todos podían verla.

La banda no se quejó. Al menos les facilitaría un poco más el trabajo.

Toda la decoración hacía ver a la mansión como todo un palacio. Las diferentes decoraciones eran de un gusto totalmente refinado, o así lo llamaban ellos.

Los candelabros eran de plata, los marcos de los cuadros eran de oro puro, los pedestales habían sido fabricados únicamente para la ocasión, la mesa del buffet estaba arreglada a la perfección.

Era cómico que hasta los sirvientes y guardias tenían uniformes hechos solo para la fiesta y, sí, la banda también estaba obligada a usarlos.

Pero por suerte este último era un esmoquin, y moverse con él no era tan difícil.

Había una enorme alfombra roja que cubría desde la puerta principal hasta el gran salón y otra que cubría las escaleras.

En el jardín había alrededor de cinco fuentes, y la flora que cubría el lugar era completamente hermosa.

Sí, esas personas no escatimaban en gastos.

-¿Y bien, Eli? ¿Ya podemos empezar? -preguntó la matriarca de los Croessus.

-Así es, señora Elena, ya puede comenzar -respondió Eli, inclinándose.

La señora Elena era una mujer mayor, tal vez de unos setenta y cinco años o más. Vestía un vestido color esmeralda.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora