CAPÍTULO 107

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Cuando Kord recobró el conocimiento se arrepintió al instante de haberlo hecho. La cabeza le martilleaba y seguía teniendo la vista nublada. Trató de incorporarse, pero la mente empezó a darle bandazos y dejó caer de nuevo la cabeza sobre la mochila que le habían colocado como almohada.

—¿Kord? ¡Kord!

A lo lejos escuchó la voz de sus amigos llamándolo, preocupados.

—Kord, ¿puedes oírme? —escuchó que le preguntó la voz de Eli.

—Será mejor si no se mueve —oyó la voz de Twila más lejos que las anteriores.

La mujer estaba agazapada. Había encendido una pequeña fogata y estaba cociendo algo que no olía muy bien. Vio cuatro bultos tirados en un rincón. Y al percatarse de lo que podía ser, quedó sentado, y con una indudable expresión de alarma preguntó:

—¿Eso que estás asando no será lo que yo pienso? —murmuró, pasándose la mano por los ojos.

—Carne de mantícora —dijo ella—. El único antídoto contra su propio veneno.

Twila se acercó a él y le tendió un trozo de carne grisácea. A Kord le dieron náuseas.

Eli se puso de pie de un salto tomando a Twila de los hombros y alejándola un par de metros de Kord.

—¿Estás... segura? —le preguntó.

Twila arrugó la nariz.

—Ya he lidiado con esas cosas antes y el veneno...

—No, no, no, no. —Kord se paró de golpe, y algo chenco por el dolor de la picadura, dijo con firmeza—: estoy bien, ¿ok? Solo fue una pequeña picadura.

Twila sonrió con una pequeña chispa malévola brillando en sus ojos.

Eli frunció el ceño, se cruzó de brazos, y con Burpy repitiendo el mismo gesto que su lanzador, la amonestó:

—Twila.

Twila se defendió:

—¿Qué? No he dicho nada.

—¿Qué es lo que hace ese veneno? —volvió a atacar.

Twila se hizo la inocente y desviando la mirada hacia un lado, juguetona, le respondió:

—¿Y no quieres esperar, no sé, un par de horas para averiguarlo?

Ahora Trixie también de cruzó de brazos, molesta, y Kord se llevó una mano a la picadura, ahora sí, algo asustado.

—Ya estuvo bueno —la regañó Eli—. Dilo.

Twila, sin perder esa chispa bromista en su semblante, respondió:

—¿Antes de matarlo? Pues... lo dejará ciego y lo paralizará. Eso si no viene otra horda de mantícoras a comérselo.

Ya con los puntos aclarados Kord no tuvo de otra que comer la grasienta carne.

Afortunadamente, por muy repugnantes que fueran a la vista, las mantícoras sabían a pollo.

Se adormeció casi inmediatamente.

Al Día Siguiente

—¿Podemos avanzar? —se quejó Pronto—. Ya es...

Twila le cayó la boca mientras leía unas inscripciones en una envejecida y gigantesca puerta de piedra a la que habían llegado después de caminar por la jungla durante un par de horas.

—Los caracteres son Sancristo Vedico, están muy desgastadas. Pero... "Bhogavati, del séptimo" —consiguió descifrar.

—¿Y eso es…? —preguntó Eli.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora