—Zip, ¿cómo va todo con Twila? —preguntó Richard Croft mientras entraba al estudio de Zip.
A Zip no le molestaba su presencia, ya que técnicamente, él era su jefe.
—Ya sabe cómo es ella, señor Croft —respondió Zip dejando de teclear en su computadora y dirigiéndole toda su atención—. Hace lo que se le da la gana.
Richard Croft soltó una carcajada.
Él sabía que la curiosidad y el espíritu libre de Twila eran incontrolables.
Y, en parte, fue por ese motivo que quiso adoptarla. Y ya habían pasado diez años de eso. No soportaba la idea de que alguien la reprimiera y le robara su libertad.
No soportaba verla en ese lugar.
Y aunque no siempre aprobara algunos de sus comportamientos, rara vez le limitaba algo.
—Adivino, se metió en líos con ese chico Shane —dijo más como afirmación que como pregunta.
—A veces no puedo entenderla —murmuró Zip—. Dicen que el que busca encuentra. Y tengo miedo de que ella encuentre.
Cuando él contrató a Zip para ayudar a Twila, por obvias razones, no le dijo que era adoptada. Zip hasta ese momento creía, al igual que todos, que ella era su hija. Y ahora que sabía que no lo era, y no solo eso, sino saber quiénes eran sus verdaderos padres y quién y qué era realmente ella. Pues, sabía bien que eso le preocupaba. Y más porque Zip siempre la había considerado como a una hermana.
También sabía que Zip se estaba preocupando de más. Lo que había pasado ya no la podía lastimar.
Nada en Bajoterra podía lastimarla.
Desde antes de que la adoptara, e incluso después, le costó averiguar quiénes eran sus padres.
Él conocía Bajoterra y le sorprendió bastante que ella hubiera nacido ahí. Su madre no era mediterrestre y Twila apenas la conoció, y lo único que ella supo de su padre fue su apellido. Nunca supo nada más, y tampoco quiso averiguar.
Cosa que a él no le molestó.
Richard iba a decirle algo a Zip cuando...
—¡Hola, papá! —saludó Aurora entrando al estudio y prácticamente abalanzándose sobre él en un poderoso abrazo de oso.
Richard Croft correspondió, complacido, a su abrazo.
—Hola, Aurora. ¿Qué haces aquí? ¿No estabas con tu madre?
—Ella quiere verte y me mandó a buscarte —respondió, rompiendo el gran abrazo—. Oye, Zip, ¿qué haces? —preguntó Aurora caminando al escritorio de Zip.
Richard entendió eso como un "sal mientras puedas". Estaba seguro de que en unos minutos ese estudio terminaría siendo un campo de batalla. Y prefería no estar ahí para cuando eso sucediera.
Se apresuró a salir del estudio y comenzó a subir las escaleras para llegar al segundo nivel.
Twila y Aurora.
Sus dos hijas.
Ninguna de las dos llevaba su sangre, pero las amaba como si la tuvieran.
Caminó por los pasillos hasta llegar a su habitación, donde sabía, que a su esposa le encantaba bordar. Esa era su actividad favorita. Y aunque mientras lo hacía esa habitación se convertía en todo un reguero de hilos, jamás hubiera tenido el corazón de pararla.
Tocó dos veces la puerta y recibió un "pase" de una voz tan melodiosa para él.
Entró y la vio sentada en un pequeño banquillo, mientras bordaba con todo el amor con el que alguien podía bordar.
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Secretos de un Shane
FanficComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...