CAPÍTULO 23

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⟨⟨ Una vuelta.

Dos vueltas.

Tres vueltas, y no conseguía acomodarse en la cama y mucho menos quedarse dormida.

Así que se sentó, ojeó la habitación de Eli, y se maldijo por haberse dejado convencer de quedarse ahí.

Se sentía sofocada, si no es que ahogada. Le era imposible acostumbrarse al clima tan cálido de Bajoterra. Y odiaba el clima cálido.

Se levantó de la cama y deambuló por la, no tan pequeña, habitación. Se sentía incómoda.

-Papá tiene razón. Si los problemas no vienen a mí, entonces yo voy y me los monto.

Se suponía que ni siquiera se acercaría a Eli, y ahora se encontraba "alojada" en su refugio, ayudándolo a encontrar a una persona que no le importaba. Pero claro, él no tenía idea de quién era ella en realidad, o de lo que los unía, quisiera o no.

Estaba segura de que no sería tan amable si lo supiera.

Y para acabar de amolar, ahora Eli le iba a estorbar en sus planes de robar la llave en la mansión de los Croessus.

¿Por qué tuvo que enlistarse como seguridad en esa dichosa mansión?

Pero, ¡enhorabuena!

Al menos podría aprovechar para averiguar qué jugarreta intentarían en contra de ella.

No sería tan difícil. Ellos eran demasiado blandos. Solo una carita de curiosidad e inocencia bastaban para averiguar lo que quería.

Aunque la más difícil de tratar sería Trixie. Ella ya sentía cierta desconfianza hacia su persona. Pero ella no importaba. Eli era el líder. Si lograba ganarse su confianza, entonces sería más manso que un cordero, y más manipulable que el resto. Y le diría lo que quería saber.

Claro que, eso también le costaría el tener que traducirle la mayoría del libro.

Sonrió al solo imaginar en qué diría Eli si supiera que ella era capaz de leerlo sin necesidad de traducirlo a su idioma.

Pero "traducirlo" le daría más tiempo para formar su propio plan para robar la llave, sin que ellos se convirtieran en algo más que una molestia.

Ya tenía a Zip investigando toda la seguridad de esa mansión, y solo era cuestión de tiempo para que supiera hasta cuántas veces respiraba cada persona en ese lugar. Después de eso, solo bastaría hacer los cambios necesarios según los planes de Eli.

-¡Maldición, qué calor! -Se quejó, abanicándose con sus manos mientras seguía caminando en círculos en esa habitación.

Necesitaba agua.

Por suerte Eli ya estaría soñando con babosas. Así que no la vería ir a la cocina y tomar un vaso con agua. Al menos con eso planeaba aplacar un poco el calor.

Twila salió de la habitación, cerrando con sumo cuidado la puerta tras de ella para evitar despertar, tanto a Eli, como a los demás.

Bajó las escaleras y se encaminó a la cocina sin prestarle mayor atención a Eli. Él seguro estaría más dormido que alguien con anemia.

Caminó a la alacena y sacó un vaso, luego, fue al refrigerador, lo abrió y hurgó para ver si encontraba una jarra con agua. Si no había, tendría que tomar agua del grifo.

-¡Manos arriba! -gritó Eli.

«¡¿Pero qué demonios!?», Twila sintió como casi le dio un infarto.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora