CAPÍTULO 41

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Dos días en la espesa jungla, y Twila ya estaba considerando la opción de tirar a Pronto por un precipicio.

Todo. Todo el recorrido se la pasó quejando por la primitividad de caminar en ese entorno. Y ella, quien era una persona a la que le gustaba el silencio, se tuvo que morder la lengua para evitar soltar toda su jerga de soldado. Recordándose, una y otra vez, que había prometido mantenerlos vivos. Y ella era alguien que cumplía sus promesas a rajatabla.

«¿Dejar a alguien solo en la selva sería considerado homicidio?», pensó.

—Twila.

La voz de Eli la sacó de sus sórdidos pensamientos.

—¿Nos perdimos? —preguntó preocupado.

Ya llevaban varios días en la jungla y Twila aún no había dado señales de haber encontrado ese templo.

Twila, quien antes de responder, tuvo que contener sus ganas de mandar a volar a Pronto, respondió:

—No. Está ahí enfrente. —Y señaló un punto entre la maleza.

Eli no pudo ver nada, pero lanzó a Burpy, quien quemó toda la maleza y descubrió una cueva.

—Ah. Ahí —dijo para sí mismo.

«Gran forma de acabar con el elemento sorpresa, Eli», pensó Twila, pero prefirió no decir nada.

—Andando. —Twila caminó hasta la cueva, esperando a que los demás la siguieran.

Trixie se acercó a Eli y le preguntó:

—¿No has notado que se está comportando un poco extraño?

Eli vio a Twila, y le asintió a Trixie.

—El problema es que no sé realmente si se está comportando extraña o es normal.

—¿Crees que sea por lo de la línea? ¿Será que ya lo sabe?

—No lo creo. Ella ya nos lo habría hecho saber. —Inconscientemente se llevó la mano a la mejilla, recordando la amenaza de Twila.

«Pero te advierto que la próxima vez que desconfíes de mí te ganarás un guantazo bien puesto, ¿entendido?».

Se estremeció al recordarla. Tenía miedo de que llegara a cumplirla.

Ahí dieron por terminada la conversación y prosiguieron a seguir a Twila.

(...)

—Hasta el momento no hay rastro de Rutland. ¿Hemos averiguado que hace aquí? —le preguntó Twila a Zip.

El camino de la cueva que estaban siguiendo ya estaba por terminar, y aún no había rastros de Rutland o del templo.

—No. Pero encontré algo más.

—¿A qué te refieres?

—Estuve buscando imágenes del lugar para tener una mejor idea de la situación. Evan entró en mi estudio, las vio, y me dijo que tu padre ya había excavado ahí. Me dijo que fue para uno de sus aniversarios de boda. Fue con tu madre. Y también me dijo que tú y Aurora estaban en Egipto en ese momento.

—Realmente no me sorprende. Sucede de vez en cuando que él haga expediciones de las que yo no tengo ni idea. —Y no quiso agregar lo que pensó después:

«Y también eres único dando regalos de aniversario, papá».

Todos salieron a un claro al final del túnel, donde un inmenso paisaje se abrió paso ante la vista de todos.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora